Tras el fin de "Veredicto" y "Dr. TV", Mega se quedó con un par de rostros y varios contenidos a disposición. La creciente presencia de la farándula en su matinal tenía el servicio relegado a un segundo lugar y dado el perfil del canal -masivo y popular-, el surgimiento de "A viva voz" era cosa de tiempo nada más.
Pero la creación de un formato televisivo no es sólo sumar dos y dos. Y eso es lo que se vio ayer por la tarde, en el estreno del espacio conducido por Macarena Venegas y Claudio Aldunate, y que alcanzó 5 puntos de rating online . Es innegable que el programa a cargo de Rafael Rodríguez Peña busca darles a los contenidos de salud, belleza, justicia y seguridad un fuerte acento ciudadano, haciendo de la denuncia su máxima expresión. Hay gran despliegue en terreno, con unidades móviles para cada entrevistado, además de diálogo en estudio y el uso de recursos narrativos como entrevistas pregrabadas por los conductores en los hogares de los afectados y la siempre antojadiza recreación. Eso, sin mencionar la activa concomitancia con autoridades como la seremi de Salud para motivar y registrar en cámara una inspección que termina con la prohibición de funcionamiento de un hogar de ancianos.
Pero periodismo y servicio se confunden en "A viva voz". La relevancia de los casos no amerita tanto despliegue ni minutos de duración, a menos que el espacio logre darles una proyección más universal. Y en esa labor los primeros convocados deben ser el médico y la abogada encargados de la conducción. Porque la calidez y simpatía propias de un espacio de entretención -que ellos se esfuerzan por demostrar- poco encajan en el entorno de denuncia montado por el resto del equipo de producción.
Teniendo las partes del todo que quiere llegar a ser, en los restantes capítulos de "A viva voz" aún falta afinar qué será lo que las unirá.