La versión del director Omar Morán para "El Reformador del Mundo" de Thomas Bernhard introduce un importante cambio al desenlace y tiene su mayor atractivo en la intensidad de la actuación de Juan Pablo Fuentes.
La obra presenta a un hombre enfermo, casi inmovilizado y con enorme violencia hacia todo lo que lo rodea. Sabe que es un monstruo, injusto e incorregible, que es feo y desagradable, pero se siente genio, por lo que se permite hostilizar a su compañera.
Este Reformador piensa que el mundo es una cloaca, no hay nada que hacer con él, solo destruirlo; es lo que planteó en su "Tratado de la Reforma del Mundo". Lo insólito es que los mismos a quienes ataca, lo premian. Se le concederá el Doctorado Honoris Causa y, además, en un hecho inédito, no tendrá que ir a recibirlo al claustro universitario sino que el mismo Rector, el Alcalde y otras autoridades se lo entregarán en su casa.
Violenta y exacerbada, la obra muestra a un personaje que parece una síntesis irreal de maldad y recelos, pero está construida con elementos que tienen alguna correspondencia con la vida de Thomas Bernhard. Sus críticas a Austria fueron siempre tan enconadas que le acarrearon muchos enemigos, llegando incluso a ser agredido, por lo que pasó largos años en otros países, sin embargo, fueron muchos los premios que recibió. Despreciaba esas distinciones, pero las aceptaba, y los derechos de autor de sus libros, como al protagonista de esta obra, le permitieron vivir con cierta holgura.
Parte central del dramatismo de la obra lo constituye la injusta agresividad hacia la mujer que lo atiende, que no se sabe qué papel tiene realmente en su vida, quizás sea una sirvienta, pero también podría ser una amante. La considera su mal necesario y le dice que podría irse cuando quiera, pero en ese caso él quedaría destruido. Se sabe injusto, pero no puede refrenar la violencia con que la trata. En una entrevista publicada en una revista alemana, dice que nunca pensó en formar una familia por su incapacidad física, debido a sus enfermedades, pero que el único ser realmente indispensable para él fue una mujer que lo acompañó por más de veinte años. Fue su apoyo material y espiritual, pero no quiso tener una relación estable con ella.
La falsedad predomina en las actitudes de este Reformador, egocéntrico y resentido, que dice no querer honores, pero ansía el Doctorado Honoris Causa; trata mal a la mujer que lo atiende, aunque sabe que le es indispensable; se muestra melifluo con el representante de la universidad, pero cuando se va indica que siempre ha aborrecido a esa gente. Para acentuar estas contradicciones, el director cambia el final. El protagonista, encorvado y enfermo, se yergue, se mueve con agilidad, se quita su nariz artificial y deja ver su pelo natural. No es que la enfermedad haya sido un engaño, es que ahora nos muestra a los actores y nos enfrenta a otra no verdad: todo ha sido una ficción teatral.
Para acercar esta historia a nuestra realidad, el director aprovecha el parlamento en que el Reformador dice que "en el sur todo se debilita y se pudre", e inserta frases hirientes sobre Temuco, Villarrica y Chiloé. Estas afirmaciones nos acercan a nosotros esta tragicomedia que pertenece a un mundo intelectual muy distinto al nuestro, en cambio desvirtúan una posición que sí tiene sentido, con fuerte carga de violencia, en la Europa del Norte.
La obra se presentó en enero, en el mismo Teatro del Puente, con otra distribución escénica. En esa oportunidad los ventanales que dan al río estaban abiertos, lo que establecía un fuerte contraste entre el morboso encierro de la obra y la belleza del río al atardecer. Ahora la disposición es distinta, el escenario queda a lo ancho del puente, el fondo es oscuro y lúgubre, la situación de encierro se percibe mejor. También ha variado la actuación de Carolina Jullian, apagada en la versión anterior, tiene ahora mayor fuerza y no queda absorbida por la intensidad del trabajo de Juan Pablo Fuentes.
Las aceradas críticas a las relaciones humanas, a las instituciones y al poder, su encono y el clima tenso que produce la actuación encuentran clara acogida en los espectadores, en su mayoría jóvenes.