Respuestas para incógnitas que están sobre la mesa y en el aire.
Con esta demanda -que unos plantean con mayor y otros con menor dramatismo, pasión y urgencia- me encontré en círculos empresariales, a los que me acerqué para tomarle el pulso a los ánimos en esta partida de año.
Todo esto a propósito de que Icare -el tradicional foro de los grandes- decidió romper el fuego con la primera discusión política del año, en éste, el con más elecciones de nuestra historia republicana. La convocatoria a abordar
"Cómo viene el 2013" tendrá un panel de análisis económicos y culminará con el debate de ideas entre Enrique Correa y Luis Larraín, moderados por Lucía Santa Cruz. Después de conversar con ambos "contrincantes", me atrevo a anticipar que será un diálogo franco y sin guantes de seda.
Chequeando con diferentes personajes del mundo de los negocios -de los que están tanto en el estrado en este tipo de encuentros como en la "platea"-, pude rankear una serie de inquietudes que los atraviesan en estas horas electorales, independientemente de cómo vota cada quien. Quieren respuestas de los políticos concertacionistas en primer lugar, pero también de los candidatos de la Alianza; incluso hay un remezón dirigido a sí mismos, las empresas.
"Este es un país que ha hecho bien las cosas, que es moderno y sofisticado; entonces no se merece moverse en nebulosas", me dice uno de mis conversadores. Sentir que encontré también en otros, que sostienen que es tiempo para apurar definiciones. Y para enfrentar situaciones sobre las cuales no se debe esconder la cabeza como
el rol político que está jugando el Poder Judicial. "Se están tomando decisiones políticas muy relevantes en los tribunales", me comentan con preocupación.
"SI SE DIERA Un cambio de signo en el próximo gobierno -cosa que las encuestas dan como muy posible-, no sabemos lo que puede pasar, puesto que nada asegura que sea un nuevo gobierno de la Concertación tal como la conocimos y que siempre apostó a cambios con respeto a la estabilidad económica".
Esa es la incógnita que el mundo empresarial exige a la Oposición que despeje: qué hay detrás de las expectativas de lo que se ha definido como un giro a la izquierda en un eventual nuevo gobierno de Michelle Bachelet, expresada por varios de los líderes que sustentan su candidatura.
Tambien quisieran ver cosas mas claras -de acuerdo a lo que recogí- en el discurso de los candidatos de la Alianza. A su favor, por parejo, tienen Allamand y Golborne la expectante situación de bienestar económico por la que atraviesa el país. La preocupación, me dicen, es que esos mismos candidatos, en un arranque por ganar popularidad, por "escuchar a la calle", pongan en tabla propuestas excesivas en temas sensibles como las políticas tributarias, energéticas, de relación con los consumidores. Y exacerben el ambiente con corrientes populistas.
En un tercer frente aparece una autodemanda. El atraso en las definiciones, me dicen, también apunta a las propias empresas, que necesitan generar cambios al más alto nivel para ponerse al día con la modernidad.
Son los de la generación más joven los que han puesto esta preocupación en la agenda: que es necesario acompañar las iniciativas y proyectos productivos con una labor de acercamiento a la comunidad.
Apuntan a la incorporación de sociólogos e historiadores a los staff , gente que entienda como funciona la sociedad. Y a tomar muy en cuenta la valoración del consumidor.
"Esa Responsabilidad Social Empresarial, que es una suerte de filantropía, ya es insuficiente".
Es el "sindrome de la calle", el que para cada vez más gente, no tiene vuelta atrás.
"Y muchos siguen reaccionando con perplejidad frente al fenómeno. Hay como un desconcierto, una falta de comprensión de la complejidad que han adquirido las sociedades". En todo caso, la opinión que más pesa es que a las movilizaciones hay que tomarlas como parte del nuevo paisaje social, sin las aprensiones y la excitación que produjeron.
El analista y ex ministro enrique correa no estuvo en los círculos del bacheletismo en su gobierno, pero ahora se lo ve ciento por ciento comprometido con la repostulación de la ex Presidenta, que, a su juicio, está representando "las esperanzas y las desesperanzas de la gente; las segundas, fruto de la desilusión del actual gobierno".
A modo de anticipo, puedo afirmar que su mensaje a los empresarios es que habría que esperar que un gobierno de Michelle Bachelet combine dos conceptos:
la convicción en el cambio y la disposición al acuerdo.
En forma asertiva sostiene que el gobierno que venga -"que lo más probable es que sea de la Concertación"- tiene que combinar convicción de cambio y acuerdos para que le vaya bien.
Su afirmación consiste en que las reformas que se construyeron en los noventa con grandes acuerdos ya cumplieron su propósito, y ahora vienen períodos de nuevos cambios.
¿Dónde? ¿Cuáles?
Menciona educación, tributario, probablemente algo en lo laboral, reformas políticas, partiendo por el binominal...y quizás hacer de las primarias -un gran progreso, sostiene- una fórmula no sólo vinculante, sino también obligatoria. Energía y Medio Ambiente los ve también como un frente en el que habrá que hacer un gran acuerdo. Porque es el problema central para el desarrollo del país, afirma. "Y quedó para el próximo gobierno porque éste ya no lo resolvió".
Las antenas de Correa le transmiten que entre los empresarios hay un cierto temor frente a un cambio de gobierno y eso, sostiene, "no tiene mucha justificación". Su premisa es que en Chile,
los Presidentes han llegado a tener un margen muy acotado para gobernar según sus ideas. El país ha adquirido un sentido común más socialdemócrata, que combina Estado con mercado; economía libre y abierta con Estado protector. Esos fueron los 20 años de la Concertación y también Piñera, comenta. "Por lo tanto lo que va a venir, tiene que ser parecido, por poco épico que parezca. No es muy amplio el margen de maniobra que permite diferenciarse a un Presidente de otro."
En una de estas va más allá y
da por cancelada toda la discusión sobre el "giro a la izquierda" de un eventual nuevo gobierno de Bachelet. Dejemos en la incógnita cómo argumentaría esta afirmación y veremos qué polémica despierta. Su pensamiento, en todo caso es que ese giro ya no tiene sustento y que la batalla electoral sigue siendo por el centro político. "La clase media es la que la lleva; hoy es muy exigente, incluso se moviliza, como lo hizo en apoyo de los estudiantes, pero políticamente es moderada."
La contraparte la pondra Luis Larraín, el director de Libertad y Desarrollo, quien partiría provocando a la audiencia con posibles "temas de la campaña": ¿educación? ¿ lucro? ¿desigualdad e impuestos? ¿conflicto indígena?¿las AFP y el mercado laboral?, ¿nuevos temas como los urbanísticos?
Su preocupación sin embargo se dirige
al populismo -"que ha estado muy presente últimamente"- y que puede apoderarse de estos meses con toda su fuerza. Para contenerlo, señala, la receta está en fortalecer las instituciones y en favorecer los liderazgos que cambien el foco hacia el emprendimiento.
Y en ese terreno, el director de L y D se juega por
un recambio generacional en la política. "Independientemente de cual sea el resultado, mi apuesta es que esta es la última elección presidencial y parlamentaria con esta generación de políticos intocada", afirma, en un diagnóstico que aparece refrendado por las renuncias a repostular al Senado de Jovino Novoa y Frei.
El enfoque de Larraín abarca las dos elecciones con la misma importancia. Ojo con la correlación de fuerzas en el Senado y en la Cámara, dice. Y con los doblajes que inciden en esa correlación. "Esto es clave si estamos convencidos de que lo que hemos hecho como sociedad es bueno y queremos seguir avanzando dentro del mismo marco institucional",
Al final, su disposición es la de no dramatizar pero tampoco engañarse,
"porque la actividad política se realiza dentro de ciertos límites en Chile; sin embargo esos límites están más difusos hoy en la centro izquierda por la incorporación de sectores rupturistas como el Partido Comunista".