Ahora que el día llegó, el interés por saber si "No" se llevará el Oscar a Mejor Película Extranjera, está alcanzando su punto cúlmine, y es lógico: nunca habíamos llegado a esta instancia. Otra cosa muy distinta es evaluar cuáles son sus verdaderas chances, y en ese caso mejor alinearse con lo que piensa su propio director, Pablo Larraín: que el Oscar pertenece -desde hace semanas, desde antes de fines de año, incluso- al austríaco Michael Haneke y su filme, "Amour". No es por un asunto de calidad: a ese nivel de discusión lo que más pesa son las relaciones públicas, la presencia del realizador en la comunidad fílmica estadounidense y la deuda que ésta sienta para con él. Y en el caso de Haneke, es muy alta. No sólo porque se trata del primer director europeo desde Almodóvar adoptado a consciencia por la industria estadounidense, sino porque en 2010 su celebrada "La cinta blanca" perdió sorpresivamente contra la argentina "El secreto de sus ojos"; en realidad, no tan "sorpresivamente": el argentino Juan José Campanella -curtido tras años de filmar series gringas como "La ley y el orden"- tenía lazos hollywoodenses más profundos, sólo que no tan vistosos. A todo eso hay que sumar, además, que tanto "Amour" como "No" son distribuidos en Estados Unidos por la etiqueta Sony Pictures Classics, que seguramente no debe querer arruinar las chances de una película contra la otra.
De modo que la pregunta de fondo aquí no es si acaso vamos a ganar, sino: ¿cuál será el beneficio real que los realizadores obtendrán por la nominación? Eso sí es interesante de calcular; en especial, tomando en cuenta los buenos resultados que "No" está obteniendo en la cartelera estadounidense (en su primer fin de semana recaudó un excelente promedio de 24 mil dólares por copia). Lo más probable es que tal como ocurrió con Sebastián Silva, después de "La nana", Pablo Larraín tenga sobre su escritorio varios proyectos para filmar en inglés. ¿Hará como Iñárritu y de golpe se cambiará de idioma? ¿Optará, como Almodóvar, por mantenerse fiel a sus raíces? ¿Expandirá su foco a América Latina?
Las opciones están sobre la mesa, pero a propósito de ese mar de posibilidades, lo mejor es recordar al británico Mike Leigh, quien en 1997 fue impulsado a las grandes ligas como brillante candidato a Mejor Director y Mejor Guión por "Secretos y mentiras", y que hasta ahora acumula cinco nominaciones, pero ningún triunfo: "el verdadero premio para tu película es que la nominen. Sólo eso basta para que se te abran muchas puertas".