Es el auge económico lo que está cambiando a Chile. Gracias al crecimiento, hay más y mejores oportunidades de empleo, de emprender, de acceder a mejor educación. Con ello hay más movilidad social, y de a poco ha de ceder la porfiada desigualdad. Se ha dado a conocer que el crecimiento ascendió el año pasado a 5,6%, superior a lo esperado. Gran noticia, pero seguir a ese ritmo exigirá mucho trabajo.
Ya se oyen voces expertas que alertan sobre el peligro inflacionario. Aluden a restricciones de capacidad productiva. En efecto, nuestra rápida expansión pronto encontrará "cuellos de botella" en materia de energía, infraestructura, personal calificado y competitividad. En todas esas materias, hay anunciados planes gubernamentales que apuntan bien. Pero, también en todas ellas la distancia del dicho al hecho está tomando demasiado tiempo. El desafío recaerá en buena medida en el próximo gobierno.
Hay quienes observan que mucho de nuestro progreso depende de la bonanza del cobre, el cual puede jugarnos una mala pasada. Tienen razón en advertir que debemos desarrollar nuevas capacidades. Pero el camino para ello no es que un equipo de consultores bien remunerados defina las áreas donde conviene que Chile desarrolle, como se intentó durante el gobierno anterior. Uno de los impulsores de la mal llamada estrategia de clusters -y actual precandidato presidencial- se lamenta en reciente entrevista de que ella haya sido abandonada. Lo que Corfo hizo fue eliminar la exigencia de pertenecer a uno de los cinco sectores seleccionados como prioritarios, para acceder a sus programas de fomento. Pero los proyectos provenientes de rubros con genuino potencial -por ejemplo, en insumos para la minería, acuicultura o servicios empresariales- son perfectamente capaces de conseguir apoyo sin necesidad de exhibir esa condición. En cambio, bajo la idea de promover determinados clusters , emprendimientos interesantes no pertenecientes a ellos eran desalentados.
La búsqueda de los nuevos motores de nuestro desarrollo es importante. Para ello debemos seguir derribando las barreras que limitan el emprendimiento, la competencia y la innovación, como planteamos en la Agenda Impulso Competitivo. No sabemos qué clusters vayan a surgir de la creatividad de nuestros emprendedores e innovadores. Pero bien sabemos que cuando ellos están estimulados por mercados abiertos y competitivos, su respuesta será mucho más convincente que la discurrida por los planificadores de nuevo cuño, por iluminados que ellos parezcan.