Fue importante para Chile y para la cumbre CELAC-UE la presencia de la Canciller alemana, Angela Merkel, cuyo liderazgo goza de respeto generalizado por su coherencia y reconocida calidad moral. El mundo la observa. Siempre serena, en medio de la tempestad. Es una líder atípica, que no busca popularidad. Y es científica experta en física cuántica. Eso es singular, pero lo es mucho más el que Alemania sea hoy la locomotora de Europa. Cuando uno piensa en 1945, en la destrucción de la guerra, la división Este-Oeste, y ve ahora el progreso logrado, se respeta a los actuales europeos, a pesar de su crisis financiera. Recién en 1989 cayó el Muro de Berlín, y hasta 1991 existía la URSS apuntándolos con misiles nucleares. Hoy, casi toda Europa disfruta de paz y respeto a los derechos de las personas.
Esa historia reciente no puede soslayarse cuando se analiza la Unión Europea, creación única de la modernidad, integrada por gobiernos constitucionales, liberales y democráticos. Es clave para el equilibrio mundial que logre superar su actual debilidad y endeudamiento.
Alemania se lleva el gran peso, por su posición central, tanto física como económica, lograda con esfuerzo. A diferencia de Gran Bretaña, que por ser isla puede abstraerse de algunas contingencias europeas, Alemania está en medio de ese continente tan chico, tan potente, tan dividido en numerosos estados nacionales. Al centro de los más de 40 países que hoy conforman Europa, Alemania siempre ha sido protagonista de esa historia, con sus guerras, pero también sus progresos enormes para la humanidad en ciencia, arte, tecnología, filosofía.
Hoy Alemania vuelve a desempeñar un liderazgo -no buscado- que debe administrar sin provocar recelos entre sus vecinos. Y Angela Merkel es la personalidad adecuada. La Unión Europea -sostiene ella- debe ser defendida con solidaridad y visión, porque es garantía de paz. Las dudas de Thatcher o Mitterrand en 1989, cuando se reunificó, han sido superadas. Hoy Berlín es símbolo de unión y apoyo a los más débiles de la UE.
A mediados del siglo XXI, la población mundial será de 9 mil millones, y los europeos representarán solo el 7% (hasta 1950, y por varios siglos, Europa tenía más del 20% de la población mundial). Solo unida podría Europa seguir influyendo. Es de interés estratégico la existencia de la UE; de lo contrario, la voz de la civilización europea sería irrelevante: una pérdida para los valores que nacieron ahí, como los derechos de todos los seres humanos y su dignidad.
Muchos, incluido EE.UU., exigen a Alemania un liderazgo europeo que, sabiamente, Angela Merkel no ha querido asumir. Tiene muy en claro que la batalla debe ser conjunta, o Europa se dividirá. Junto al Presidente francés, ha aceptado un rol conductor, pero no se ha arrogado una supremacía. No por ser pusilánime, sino por inteligencia política y prudencia.
Contra las recomendaciones del lobby bancario globalizado y sus presiones para "paquetes de rescate", la señora Merkel prefiere buscar proyectos que fomenten el crecimiento, que no atiendan solo intereses financieros. Crear puestos de trabajo es su norte. Eligió la solidaridad, pero con firmeza pide reformas para salvar el euro. La cooperación es su Leitmotiv , y es también el nuevo Zeitgeist , o espíritu de los tiempos.