En las últimas semanas se ha consolidado la percepción de mayor estabilidad en la economía mundial. Episodios inesperados, como el colapso financiero de 2008 o la desaparición del Euro se creen hoy improbables. Ello no porque los problemas estén resueltos, sino porque creció el convencimiento que existirá la voluntad política para enfrentarlos.
El crecimiento eso sí no ha alcanzado su ritmo anterior ni ha recuperado lo perdido. Las cifras del último trimestre de 2012 en EE.UU., negativo de 0,1% en vez del aumento de 1% esperado, son un ejemplo. La historia enseña que las crisis pueden precipitar cambios a nivel institucional y cultural, que permiten florecer y progresar o sumirse en el estancamiento. Latinoamérica emerge de las décadas de 1930 y 1940, con una visión populista que la hace pasar de la esperanza a la decepción permanente. Chile sale de la crisis de los 70 y principios de los 80 fortalecido y dando un salto hacia adelante que aún perdura.
El discurso con que asume su segundo periodo el Presidente Obama, parece un mal signo. Insinúa querer transformar el Gobierno Federal hacia el modelo de Estado Benefactor Europeo hoy fracasado. Para tener éxito debe transformar instituciones diseñadas para proteger la libertad individual como motor del progreso.
En el origen de las instituciones americanas está el que son las personas quienes deben buscar su felicidad y bienestar y el gobierno debe limitarse a funciones básicas. De hecho el Gobierno Federal tiene como tarea asegurar que los ciudadanos no quedaran cautivos en ningún Estado de la Unión. Siempre deberían poder moverse entre Estados y circular libremente sus bienes y capital. Pero estas instituciones han sido erosionadas, especialmente durante el New Deal de Roosevelt y luego con Johnson. El éxito del Presidente Obama cuando la Corte Suprema valida su ley de salud intensifica este proceso. El tiempo dirá si este mayor peso del Gobierno que se busca es el golpe de gracia que rompe el círculo virtuoso de creación de bienestar del cual ese país ha sido hasta hoy líder indiscutido.
Europa llega a la crisis con una burocratización creciente y un Estado Benefactor que hoy se ve insostenible. Por ello su dinamismo no ha estado a la altura de lo que se esperaba y su riqueza humana y cultural incomparable no ha asumido el rol de liderazgo en progreso que le corresponde. Difícilmente esta crisis será la oportunidad para un cambio hacia la libertad aunque la decisión británica de cuestionar la permanencia en la comunidad indica que la efervescencia existe. La situación es suficientemente compleja eso sí para que algunos pasos se den en el sentido correcto. La imagen del Ministro Japonés pidiendo a los ancianos morir rápido para aliviar al Estado, es señal de una situación desesperada a la que nadie debiera querer llegar.
Chile, beneficiado por un precio del cobre que no habríamos imaginado ni menos que se mantuviera por tanto tiempo, no ha sufrido la crisis pero experimenta efervescencia y se confunde en cómo avanzar. Sus instituciones y decisiones le han servido bien y el bienestar que permea del cobre es tan relevante que parecemos dispuestos a perder el sentido e hipotecar el futuro apartándonos de lo que nos hace progresar. Debemos evitar caer en la paradoja que siendo los favorecidos por la crisis, salgamos de ella más lejos del desarrollo que hoy vemos tan cerca.
Las decisiones y propuestas recientes nos muestran que ello no es una impresión cargada de ideología si no de hechos concretos.
De seguir con las propuestas actuales, varias ya en el Congreso, se cercenará el avance que la iniciativa privada ha logrado por ejemplo en educación y salud. Al sector financiero se le lleva por el camino del derecho al crédito y las dificultades para exigir el pago presentes en el origen de la crisis mundial. A pesar de los esfuerzos del Gobierno la situación energética es cada vez más confusa y costará caro al país.
Peor aún, algunos ponen el cambio de sistema político como esencial y lo presentan como más democracia y favorable a las minorías. Nuestro sistema es tan democrático como es posible. Se puede hacer distinto , pero avanzar en la proporcionalidad no lo hace mejor sino que cambia el poder a favor de los partidos como muestran las listas sábanas de otras latitudes. A los candidatos nadie los conoce. A las verdaderas minorías -no politizadas- lo que más las protege es un gobierno limitado que de espacios de libertad. Un cambio precipitado puede lograr no más democracia sino menos estabilidad ybienestar.
Lo que haga el mundo es incontrolable, pero sí está en nuestras manos asegurar que nuestras instituciones favorezcan el progreso.Algunos ponen el cambio de sistema político como esencial...Se puede hacer distinto, pero avanzar en la proporcionalidad no lo hace mejor sino que cambia el poder a favor de los partidos como muestran las listas sábanas de otras latitudes...Un cambio precipitado puede lograr no más democracia sino menos estabilidad y bienestar.