En una tienda cercana a la Universidad de Princeton encontré uno de los más extraños inventos de la sociedad de consumo: un spray para hablar con acento irlandés. La propaganda dice que una sola aplicación basta para que la lengua pronuncie de otro modo, pero no especifica si es necesario saber inglés para que ocurra ese milagro digno de San Patricio.
"Una terrible belleza ha nacido", escribió W. B. Yates para celebrar la independencia de Irlanda. ¿Podrá decirse lo mismo de un spray que altera la nacionalidad?
El inocente aerosol permite reflexionar sobre el atractivo que produce un acento levemente exótico. Lichtenberg reparó en una interesante paradoja: los errores del lenguaje nos molestan en los desconocidos, pero resultan encantadores en una hermosa extranjera. Hay errores que benefician.
En su obra de teatro "Pygmalion", George Bernard Shaw confronta a un obsesivo profesor de fonética con una chica atractivamente inculta, incapaz de pronunciar "The rain in Spain stays mainly in the plain". Escena tras escena, la pedagogía se confunde con la seducción. Henry Higgings apuesta a que puede hacer pasar a la florista Eliza Doolitle por una aristócrata. Pero el lenguaje no es un instrumento neutro: enseñarlo es un acto de conquista en la misma medida en que aprenderlo es un acto de liberación. Mientras más se domina un idioma, más opciones hay de complicarse la vida con él.
Generalmente, los acentos atractivos vienen de regiones pobres, pero pintorescas, como Nápoles o Andalucía. Los que sufren pronuncian con más gracia. ¿Su entonación seductora se debe a la urgencia de superar la adversidad? ¿El darwinismo produce acentos? Ciertas razas de perros sólo sobreviven porque nos enternecen cuando son cachorros y soportamos su pésima conducta. De manera equivalente, los pueblos desamparados suelen hablar con la sugerente entonación de los que carecen de todo, pero son dueños del sol.
Irlanda imanta la imaginación como una tierra de poetas, músicos, bosques lluviosos, magos celtas y pelirrojas de peligro. El curioso spray que vi en la tienda no promovía ese folclor, pero es obvio que si alguien se lo aplica, busca asumir una otredad.
Las empresas de telemarketing suelen recurrir a acentos extranjeros para atraer clientes. A casi nadie le interesa que interrumpan su vida para venderle algo; sin embargo, si la molestia llega con agradable acento colombiano, se hacen excepciones.
Es posible que en el futuro los fabricantes del spray diversifiquen su oferta. Rebasado el ámbito de la lluviosa Irlanda, se podría pensar en sprays especializados en reproducir las líquidas eles catalanas o la mullida doble ele argentina.
Esta mixtificación tendría el efecto contrario a la Torre de Babel: diríamos lo mismo, pero en tono cautivador. Además, se podrían producir combinaciones a la carta. Por ejemplo, una voz digna de Miss Venezuela, pero con el tono culto de una doctora en bioquímica; la amabilidad de quien dedica su tiempo libre a una ONG y la pasión de quien apoya a un equipo de futbol que por casualidad es el nuestro. ¿Será posible alcanzar una utopía de las relaciones humanas basada en la pronunciación?
"El discurso del Rey" demostró que ningún efecto especial supera al idioma. La película trata de la importancia política de la prosodia; el rey Jorge VI tiene un grave problema de Estado: es tartamudo. Para mantener la presencia de ánimo de Inglaterra en los albores de la Segunda Guerra Mundial debe hablar con fluidez por la radio (nuevo medio de articulación de las conciencias). La trama de Pygmalion sobre la estratificación del habla se revierte: el Rey necesita a un plebeyo que lo eduque.
Corresponde a la singularidad de un monarca hablar en el tono neutro de quien lo hace en nombre de todos. En cambio, el hombre común puede sonar atractivamente exótico con un spray adormecedor.
Los fabricantes del acento irlandés instantáneo no parecen haber reparado en las consecuencias culturales de su invento.
Cuando alguien nos interesa, rara vez encontramos qué decirle. Si disponemos del timbre perfecto, poco importan nuestras vaguedades. Parafraseando a Roland Barthes, el "grano de la voz" se sobrepone al contenido.
En "Hamlet", el rey es asesinado con un veneno en el oído. Una metáfora de las palabras: a veces intoxican por lo que dicen, a veces por el tono en que lo dicen.