Es la segunda vez que el Festival de Música Contemporánea de la Universidad de Chile culmina su semana de conciertos con piezas interpretadas por la Orquesta Sinfónica, lo que le da un sello de especial importancia a toda la muestra, por lo infrecuente y gratificante que es escuchar a este conjunto en obras chilenas, y más o menos recientes.
El viernes, bajo la dirección de Francisco Rettig, la Sinfónica abordó "Elegía ( In memoriam Béla Bartók)" (1982) de Cirilo Vila (1937), un talentosísimo compositor que ha dedicado generosamente su vida a la formación de varias generaciones de músicos en este país. Su inspiración, su elegante humildad y su delicado oficio quedan bien expuestos en esta pieza para cuerdas y timbales, que alterna su espíritu calmo de homenaje con momentos inquietantes de gran efecto, siempre sobre la base de un mismo motivo inicial. La Sinfónica y su director hicieron una entrega comprometida, pero con algunas descoordinaciones que empañaron las intenciones de la partitura.
Siguió la "Sinfonía para instrumentos de vientos" (1920, varias veces revisada), un hito conceptual en la producción de Stravinsky que desde su estreno ha impuesto serias dificultades a los intérpretes y ha desconcertado a las audiencias por su dura pulcritud. Los vientos de la Sinfónica y Rettig hicieron aquí un notable trabajo. El acorde recurrente sonó siempre bien y equilibrado en los bronces, y la cantilena de la flauta (Hernán Jara) con el bonito contrapunto del clarinete (Alejandro Ortiz) estuvieron perfectos en el protagonismo de los únicos momentos de dulzura que aparecen sobre una intencionada aridez.
Luego, el estreno mundial de "Dal-al, Punto y Línea" del chileno Antonio Carvallo (1972), obra que combina amplios y quedos tutti con gestos de puntillismo muy precisos, todo con una muy solvente orquestación. Dan ganas de escucharla de nuevo y también de saber más sobre esta pieza y su creador: se echó de menos un programa de mano.
El concierto terminó con la "Sinfonía de Guerra", para gran orquesta, del chileno residente en Australia Andrián Pertout (1963). Motivada por la invasión norteamericana a Irak en 2003, esta pieza declaradamente pacifista se estructura en dos movimientos: "L'assaut sur la raison", que explota el intervalo y el ritmo de un motivo de tres notas hasta agotarlo en repeticiones al final previsibles, y la mucho más atractiva "Bénédiction d'un conquérant"; aquí la Sinfónica tuvo la oportunidad de desplegarse en un generoso material temático, desarrollado dentro de una estructura compleja y con genuinos y potentes hallazgos sonoros. El público premió la obra y a sus intérpretes con entusiasmo.