El viernes 29 de enero de 1813, Jane Austen le escribe a su hermana Cassandra que "el miércoles" ha recibido su "querido hijo de Londres", el primer ejemplar de "Orgullo y Prejuicio", la novela que la ha mantenido por 200 años entre las autoras más exitosas de la literatura inglesa... hasta que apareció E.L. James, quien en 18 meses vendió 60 millones de copias de "Cincuenta Sombras de Grey".
¿Cuál es el secreto del éxito de dos novelas tan distintas en apariencia pero que han capturado el interés de masas de lectores (lectoras, en realidad) que se pasan la voz sobre las peripecias de sus heroínas? Lo de siempre: el romance, el sueño del amor total, la aventura con final feliz.
"Orgullo y Prejuicio" es una novela romántica, nada de ingenua, tal como el libro de la James, que por supuesto no tiene ni la finura ni el estilo delicado de la Austen.
Elizabeth Bennet es de los personajes femeninos más entrañables por su sinceridad, ingenio, humor y rectitud. Es inteligente y sensata. Tiene una mirada sagaz sobre la sociedad de Meryton, el pueblo donde vive, un juicio agudo sobre las debilidades humanas, y al mismo tiempo es compasiva y leal. "La considero la criatura más deliciosa que ha aparecido jamás impresa, y no sé si seré capaz de tolerar a los que no les guste", advertía la autora a Cassandra. La evolución de sus sentimientos por Darcy, ese enigmático caballero que parece pedante y presuntuoso, es el eje central de la trama, y, con diálogos chispeantes, el gancho que mantiene la atención hasta la última página (recomiendo ver a Colin Firth como Darcy, en BBC, 1995).
Anastasia Steele, la protagonista de "Cincuenta Sombras de Grey", también es una joven perspicaz, sensible y decidida. Tiene opiniones categóricas, pero ante el amor queda desarmada. Se involucra temerariamente en una relación compleja y peligrosa. Christian Grey -joven, guapo, rico, dominante y con tendencias sádicas- juega con las cartas abiertas, pero ella intuye un secreto. Anastasia representa la figura de la mujer redentora del hombre que ama.
Sospecho que el libro de E.L. James, que tiene más de un guiño a la obra de Jane Austen, podrá ser hoy un best seller , pero difícilmente lo será en 200 años más. La escritura es tosca, se nota que lo escribió rápido (dice que en el tren de vuelta a casa), los personajes no tienen gran profundidad sicológica. Pero la autora se atreve a narrar sin pudor, y creo que de ahí deriva su inaudito éxito, las escenas de tórrido erotismo desde lo más profundo de la sensualidad femenina. El suspenso que mantiene a lo largo de los tres tomos es difícil de encontrar incluso en los thrillers más valorados. Aun así, pienso que en poco tiempo olvidaremos a Grey y sus sombras y seguiremos releyendo "Orgullo y Prejuicio" y las otras magníficas novelas de Jane Austen. Porque como dijo Virgina Woolf, ella "siempre estimula a sus lectores a aportar lo que no está".