Un concurso, una exhibición colectiva y una individual reúnen, principiando 2013, la obra variada de nuevos artistas menores de 40 años. Empecemos con la exposición unipersonal de Daniela Fuchslocher. Una vez más su temática figurativa está dedicada a nuestro campo sureño. Así satura Galería La Sala con una imaginería siempre cara a las artes plásticas: el caballo. Son 19 acrílicos en tres formatos distintos, bien pintados y de nivel atractivo parejo. Más allá de la impecable factura y de la hermosura natural del animal, el temperamento peculiar de éste se halla retratado con inhabitual hondura. Cada protagonista, pues, con las orejas levantadas como antenas nos transmite su mirada inteligente, alerta, inquisidora. Desfilan en La Sala las diferentes coloraciones del esforzado y robusto corcel chileno: bayos, mulatos, rosillos, alazanes, también negros. Por otra parte, cuando se muestra acompañado, la composición sabe establecer la jerarquía entre sus personajes. Basta observar, por ejemplo, las telas N° 1 y 5. Pero los equinos se muestran, además, dentro del entorno que más conviene y donde se sintetizan con fluidez los arbolados y el exuberante verdor austral.
Galería Gabriela Mistral nos entrega un grupo de autores desconocidos del público y seleccionados entre más de 150 aspirantes. Globalmente, domina el concepto muy nacional de improvisación, como manera de llegar a puerto más o menos bien parado. Se nos presenta una interesante variedad de soluciones visuales. La instalación de Carlos Silva hidrata, así, el paisaje chileno mediante una larga manguera amarilla que recorre la sala y riega un arbolito en la calle, mientras en sus fotografías se movilizan acumulaciones de objetos con transportadores precarios. La electrónica, en cambio, resulta el personaje blanco de la ironía creativa de Rodrigo Araya. Hasta su disco de cintas magnéticas emerge como linda pintura. Entretanto, el aporte sobreviviente de Soledad Pinto pone en inminente equilibrio muy precario la cultura libresca. El conjunto constituido por R. Carmona, K. Mathey, R. Montero y P. Salas deja ver los resultados -espontáneos e ingenuos dibujos y entrevistas- del catastro antropológico a un barrio céntrico capitalino. Más vinculados a la propuesta general de la exhibición aparecen los tres brasileños participantes. Sobre todo las atrayentes diapositivas en colores de Cao Guimaräes. Emparejan ellas, al modo dadá, objetos cotidianos contradictorios entre sí o dispuestos en situaciones insólitas, inesperadas. Por momentos -militares de espaldas con partituras pequeñas- asoma el soplo surrealista. Hay ingenio y gracia formal en la totalidad de lo mostrado por el artista. Sus compatriotas de la presente cita son Iara Friberg y Jorge Bucksdricker.
Por lo visto, los concursos se niegan a desaparecer del todo. En el Museo de Artes Visuales asistimos a los logros del concurso convocado de nuevo por esta misma institución y por una compañía minera. Una vez más los nombres conocidos se han abstenido de participar. Más posibilidades tenemos, entonces, de hallar valores flamantes. Sin embargo, en general, tienden éstos a escasear. Tratemos de rescatarlos entre los 28 autores que se seleccionaron. Sin mayor orden de preferencias, comencemos con M. Constanza Bustos. Sus cuatro relicarios, vertidos a través de un rococó espeso, constituyen acumulaciones encantadoras de miniaturas triviales, de figurillas y adornos de gusto popular, unificada cada una por un color estridente. Su fantasía y personalidad auguran futuro. Leonardo Escobar -Tercer premio- lleva su ironía conceptual hasta confundir ladrillos y billete de banco. Las tres superpuestas mesitas de estilo que se aferran a la arquitectura del lugar, de Miguel Soto -Mención honrosa-, transfiguran un conflicto familiar. Aunque se trate de una imagen no vista por vez primera entre nosotros, mediante simple plasticina Valentina Soto alcanza a engendrar un par de monstruos escamosos, enigmáticos.
Al primer premio se hizo acreedor Javier González. No obstante, su heterogénea instalación mezcla fotografías, objetos y dibujos para comunicar un toque de humor dramático a una temática siempre actual: el amor romántico. Dentro de la obra, encontramos su ingrediente más interesante en la roja camiseta que se infla al ritmo de las intermitencias del corazón. Por el contrario, los trofeos de caza, de Stephanie Caica, metamorfosean con encanto vigoroso las prendas de vestir involucradas.
"Sangre chilena"Daniela Fuchslocher y sus figuraciones pictóricas para un particular protagonista sureño.
Lugar: Galería La Sala
Fecha: hasta el 31 de enero
"Ejercicios de posibilidades"Interesantes transfiguraciones plásticas de la característica improvisación nacional.
Lugar: Galería Gabriela Mistral del Ministerio de Educación
Fecha: hasta el 15 de enero
"Premio MAVI/Escondida: Arte joven contemporáneo"Los resultados de un concurso para autores menores de 35 años.
Lugar: Museo de Artes Visuales
Fecha: hasta el 24 de febrero