Primer acto: No grita. Segundo acto: no se mueve frenéticamente sobre el escenario. Y tercer acto: con sus intervenciones logra hilar un discurso, dándole ritmo a las frases y a cada palabra correcta pronunciación. ¿Quién es? Antonio Vodanovic, una especie de animador que combate la extinción.
Con la conocida fórmula de utilizar rutinas de humoristas de distinta estopa para lograr rating estelar, CHV estrenó el domingo y anoche "Hazme reír", espacio de competición entre comediantes que poco aporta respecto a antecesores como "El rey del show" (CHV), "Circo romano" (Mega) o segmentos de otros concursos de talento. A números reconocidos como la imitadora Natalia Cuevas o el dúo Dinamita Show, se agregan aspirantes que van desde el humor musical hasta la ventriloquia, pasando por cierto por los chistes cortos y el doble sentido desplegado en todas las tonalidades que permite hoy la televisión: refinamiento o procacidad, lo mismo da.
Pero en medio de ese manoseado recurso programático -apenas remozado por un formato de duelos y galas, además de perjudicado por una gruesa edición de imágenes- reaparece un figura del ayer que viene a demostrar la naturaleza cíclica de la TV. Antonio Vodanovic, el mismo que desapareció cuando los escenarios comenzaron a ser tomados por jóvenes talentos llenos de cercanía y espontaneidad, regresa tras una década de aislamiento para demostrar que su antigua empaquetadura hoy puede ser entendida -y agradecida- como contención.
Sin necesidad de correr de un lado a otro, de vociferar al público o de bromear con el equipo tras las cámaras, Vodanovic establece una cálida conexión con el telespectador y con el artista que le toca presentar. Incluso se divierte genuinamente con las bromas hechas a costa de su edad, más si éstas vienen de personajes televisivos -como el lúcido pero incorrecto lagarto Murdock- que no soñaban con existir cuando Vodanovic ya se comenzaba a despedir. Vaya chiste en realidad.