Las personas están participando crecientemente en la vida política, aunque en las elecciones voten menos. Actuando directamente, a través de redes sociales o de agrupamientos espontáneos y diversos, se hacen presentes con una frecuencia y una insistencia desconocida hasta ahora. De aquí la importancia que ha ido tomando el Servicio Nacional del Consumidor. Numerosas situaciones, de las cuales la de La Polar ha sido la más importante por el número de afectados y por la complejidad del problema, le han ido dando una trascendencia notable para canalizar la participación ciudadana.
Su labor se ha planteado como la defensa de los derechos "del consumidor". En realidad, se debe decir "los consumidores", pues en singular es una expresión del estructuralismo socialista que transforma a las personas en entelequias. Sin embargo, su misión no debe identificarse con un grupo determinado en oposición a otros, como serían en este caso las empresas productoras o proveedoras de bienes y servicios, que son la contraparte de los consumidores. Porque la misión del Estado no consiste en defender a unos de otros, como si se tratara de una lucha de clases: planteamiento erróneo y fracasado que esterilizó anteriormente los esfuerzos del país, empobreciéndolo.
La misión del Sernac no puede ser otra que velar por la rectitud de todos al participar en el mercado. Atributos esenciales de éste son la transparencia, la libertad, la información y la buena fe. Cuando algún consumidor falta a ellas, normalmente es acusado ante un tribunal como delincuente. De aquí que se subentienda que otro organismo debería observar el buen comportamiento de las empresas.
Custodiar al mercado no significa aumentar las regulaciones debido a la presión de casos bullados. Ya se sabe que éstas afectan la libre competencia, por cuanto significan barreras de entrada que limitan la cantidad de partícipes y que, además, entorpecen gravemente la vida de las empresas pequeñas. Esto último disminuye la competencia e incrementa la tentación de acuerdos oscuros con diversos niveles de autoridades: una gran posibilidad para los que pretenden burlar al mercado.
El hecho de que el Sernac deba concurrir a los tribunales de justicia lo diferencia claramente de las superintendencias, que configuran un sistema judicial-administrativo que no cuadra bien con la división de poderes de la democracia. El objetivo final es que empresas y consumidores participen y aporten lo que les es propio para beneficio del país.