Lo han bautizado de "megaproyecto". Y lo es, porque lo que plantea es un remezón contundente a una de las instituciones menos transparentes que existe en nuestra sociedad y que tiene la singularidad de que "mete su cola" en las actividades más cotidianas de cada uno de los que la conformamos.
Me refiero a la ley que "moderniza" notarías, conservadores de bienes raíces y archiveros judiciales, y la novedad con que me he encontrado es que finalmente existe un buen ambiente político para hincarles el diente. Una sorpresa, tratándose de una iniciativa nacida del actual gobierno, y más aún cuando toca a un gremio que goza de uno de los lobbies políticos más poderosos del país (junto con el lobby de las telecomunicaciones, me precisan los entendidos). Si Sebastián Piñera-senador fue el primero en ponerle el cascabel al gato en los años 90 y fracasó, podría ser que Piñera-Presidente saliera adelante con una reforma, para él, emblemática.
Llegó al Congreso el primer martes de noviembre, y lo que me comentan es que el ministro Teodoro Ribera se ha movido bien socializando y buscando acuerdos y aliados aquí y allá, como buen parlamentario que fue (la Comisión de Constitución recibió el proyecto de sus propias manos antes de que fuera presentado; "no fuimos sorprendidos"). También se ha reunido con la directiva de los notarios, que estarían de acuerdo, o hechos a la idea de que el cambio, que apunta sobre todo a prácticas poco claras pero profundamente asentadas, viene.
Con un toque de humildad y realismo, el ministro dice que el proyecto tiene la medida de lo posible , adelantándose a las críticas de los que quisieran que el sistema de notarios entrara al libre mercado con sus reglas de competencia y que hasta se liberara de los abogados, como era por lo demás la iniciativa de Piñera-senador.
Conversé con el ministro en vísperas de un viaje a España, llevando en su comitiva a parlamentarios y supremos para estudiar el procedimiento civil allá. Y es precisamente el sistema español de notarías el que lo inspiró para los cambios que habrían de venir acá. Cambios que revolucionan el sistema "pero no lo pulverizan", y que reconocen en estos auxiliares de la justicia su condición de "ministros de fe".
El sistema de designaciones de los notarios es el primer blanco. Por increíble que parezca en estos días, siguen existiendo las ternas confeccionadas por las cortes de Apelaciones que finalmente van a dar al ministro de Justicia de turno. "Su decisión soberana -comenta Ribera- es capaz de transformar a alguien en un eventual millonario".
El encargo de Piñera, precisa el ministro, es imponer la meritocracia.
"El sistema de hoy es opaco; la gente más vinculada y con mejores relaciones tiene más posibilidades de acceder a los cargos. La propuesta es que los aspirantes que cumplen los requisitos legales se sometan a un examen tipo PSU, que rendirán ante la Academia Judicial, que permita acceder a los mejores, y que los malos no entren jamás".
Y esto valdría también para cambiar, ascender y hasta para permanecer en el sistema.
"Hoy no existen exigencias de actualización, de forma de asegurarnos que quienes ejercen cargos de notario estén al día en los conocimientos jurídicos. El proyecto incluye una prueba de suficiencia que se rendiría cada tres años, y aquellos que la reprobaran en forma reiterada tendrían que dejar la actividad".
La amenaza de abrir las notarías a los no abogados, en cambio, se disipa.
"Personalmente, estoy convencido -sostiene el ministro- de que el sistema latino -en que los notarios son auxiliares de la administración de justicia- resguarda mejor la fe pública. En Chile hay notarios buenos y malos, ágiles y lentos, pero no hay corrupción".
Lo que sí hay, y clama al cielo, son malas prácticas como la subrogancia -sin mayor trámite un notario se ausenta y deja en su lugar a un pariente para que firme y cobre-, y lo que es más escandaloso, las permutas.
Para los que no saben, los notarios pueden hacer "enroques" o permutas cuando por cualquier motivo -familiar por ejemplo- quieren cambiar de ciudad. Entonces aquel que renuncia a una notaría más lucrativa para irse a una menos rentable, acuerda con su partner un pago interno por un determinado tiempo, correspondiente a la diferencia de ingresos de una y otra notaría.
"Todo eso termina con esta reforma", me explica el ministro. "Habrá un sistema para los reemplazos y para los cambios de ciudad. Se acabó el turismo judicial ".
Si se va a requerir la condición de abogado para notarios y conservadores, se les pedirá algo más que certificar días y horas de comparecencia.
"Su contribución a la fe pública tiene que ser mayor, y su responsabilidad por faltar a ella, también mayor. Si quieren que las notarías y conservadores sean privativos de los abogados, tienen que comprometerse con la legalidad del acto que van a certificar. Queremos que los notarios efectivamente verifiquen si una persona entiende los actos que firma. Evitar el bullying que existe cuando llevan a un abuelito a firmar un arriendo y lo que está autorizando es la venta de su propiedad. Mínimo es que les explique a las partes el acto jurídico que están celebrando y que certifique que las firmas sean las que se estampan, cosa que hoy no siempre ocurre".
Notarías industriales califica el ministro a muchas de las que existen hoy. Y dice que a lo que se aspira es que el de notario, en cambio, sea un oficio que lo involucre personalmente. Me cuenta de un caso en España en que a un notario que autorizó mil firmas en el día, lo sacaron del sistema por la imposibilidad de que hubiera comprobado mil identidades.
Recuperar la respetabilidad del sistema es clave para el ministro autor del proyecto. Es una de las "zanahorias" que contiene, junto con otras que proponen incluso el traspaso de ciertas funciones muy puntuales que hoy se ven en los tribunales de justicia. Eso a cambio de transparencia, de introducir tecnología, de invertir, de someterse al Sernac, de abrir esa mina de oro que es el Conservador de Bienes Raíces de Santiago a la posibilidad de dividirse y multiplicarse, lo que está inexplicablemente vedado hoy.
Me comentan que la orden presidencial es dar sí o sí el primer paso en la revolución de las notarías en lo que queda del gobierno . Y que es una de las metas que se ha impuesto el ministro, desde el momento en que decidió no postular al Parlamento.
La sensación es que los "afectados" no darían la pelea, conscientes de que su disyuntiva es modernizarse o desaparecer. Igual como varios diputados opositores ya son aliados en este proyecto que también trató sin éxito de abordar Bachelet.
Así como distintas conversaciones me llevan a pensar que hay "agua en la piscina" para estas transformaciones estructurales, no me atrevo a hacer pronósticos respecto del otro proyecto que se vincula al poder de los notarios y que esparte de las iniciativas pro emprendimiento del Ministerio de Economía.
Dicen que el lobby notarial se ha descargado con todo sobre la Cámara de Diputados para impedir que se liberalice el trámite de constitución de sociedades. La propuesta es que se pueda constituir sociedades comerciales por una vía exprés: gratis, en internet, en un día y bajo administración de Estado. Es decir, saltándose trámites, pagos en las notarías... y también las formalidades.
La oposición le ha dado una pelea frontal a la iniciativa, en una cruzada que, me dicen, ha estado liderada por diputados DC con Ricardo Rincón a la cabeza. Por el camino cayeron en un paso poco feliz y que no "le hizo honor a la calidad de la política", como fue el fallido requerimiento ante el Tribunal Constitucional para que examinara la medida. Algo tuvo que haber pasado para que de las más de treinta firmas que presentaron se desistieran a lo menos cinco, con lo cual dejó de existir el quórum requerido para ir al TC.
Algunos hablan de ponerle un límite al capital de las sociedades que se puedan constituir por esta vía exprés , pero lo que no parece probable es que, en esta batalla para agilizar los emprendimientos, el ministro Longueira se vaya a dar por derrotado.