Una olla de grillos se destapa cuando conocedores de los laberintos de la OEA acceden a revelar algunas de las guerras de poder que ahí dentro se dan, y que en este momento tienen a José Miguel Insulza atravesando uno de sus tragos más amargos.
Una larga historia de tensiones -con honores y sinsabores- han sido los años que lleva el "Pánzer" como secretario general por dos períodos. Lo que sorprende del capítulo actual -que no es el primero que da cuenta de que el chileno tiene enemigos- es que, justo a días de una elección norteamericana en que América Latina simplemente no fue tema, haya prosperado una iniciativa cargada de misiles contra Insulza desde el Comité de Relaciones Exteriores, del Senado de Estados Unidos.
¿El desenlace? Está en pleno desarrollo, pero quienes conocen al chileno descartan algo así como una deserción seguida de un regreso a Chile con la sensación de fracaso. "Ese no es Insulza; Insulza da la pelea", me dicen. Podría regresar antes del 2015, cuando termina su actual período, aseguran; pero de ninguna manera pronto, ni a raíz de este incidente.
El relato del teatro de guerra al interior de la OEA -de cuya artillería forma parte el demoledor documento de tres carillas con las críticas de los senadores norteamericanos al secretario general- me lo representaron personas que siguen de cerca esos movimientos estratégicos.
Sentimientos de molestia hacia actitudes latinoamericanas puntuales son los que llevan a Estados Unidos -republicanos y demócratas por igual- a indignarse contra la OEA, me aseguran. Y a acusar a José Miguel Insulza de no tener una visión estratégica.
Y qué es lo que más molesta: en primer lugar la relación de América Latina hacia Cuba, Venezuela y en general los países del Alba bolivariana. Estiman en Norteamérica que debería existir una política más dura contra ese bloque con el cual, estiman, muchos ya conviven de distintas maneras.
Todo un tema para Estados Unidos y que lo tensiona especialmente con México y El Salvador -uno con gobierno de derecha y otro de izquierda- es el de la política sobre drogas. Mandatada por los propios presidentes de la región a hacer un informe que prepara una comisión presidida por el ex embajador norteamericano en Chile, Paul Simon, la OEA ha quedado al centro del conflicto en que EE.UU. recibe acusaciones de doble estándar, ya que de una mano liberaliza la venta de marihuana en algunos Estados y por otra parte, en su política internacional de defensa, obliga a combatirla en otros países. Nadie se atreve mucho a anticipar hacia dónde va a apuntar el pronunciamiento de la Comisión Simon.
Pero son más los temas -dicen- en que EE.UU., y concretamente Hillary Clinton, quisiera una OEA más de su lado. Les molestan por ejemplo, las visitas de autoridades iraníes a países como Nicaragua, Bolivia y Venezuela.
"Detrás de estas molestias lo que uno ve es una mirada de sospecha sobre lo que ha sido una suerte de convivencia que se ha hecho realidad en América Latina al margen de EE.UU. y de los "bloques" o de las fronteras ideológicas, como podrían ser el Alba versus la Alianza del Pacífico", me comentan. En ese nuevo trato se mencionan como hitos: 1) la elección negociada de los tres miembros latinoamericanos al Consejo de Derechos Humanos de la ONU que incluyó a Venezuela; 2) la aceptación por parte de Colombia a conversar con las FARC en territorio cubano; 3) ese nuevo referente que es la Celac que preside Chile y que tiene entre sus miembros a Venezuela y Cuba.
No es casualidad que este golpe de los senadores norteamericanos sobre la OEA de Insulza haya irrumpido justamente cuando el jueves pasado se aprobó el presupuesto del organismo por 83,9 millones de dólares, un millón y medio de dólares menos que el año pasado, pero muy oneroso aún para los congresales, en esta era de crisis económica.
En esta operación presupuestaria, los que se sintieron más perjudicados habrían sido los países del Alba, por cuanto las platas para el Sistema Interamericano de Derechos Humanos no sólo no se recortaron, sino que se aumentaron.
Una de las batallas de poder emblemáticas es la que ha dado en este sistema Brasil. Una que dejó también a Insulza entre dos fuegos.
Dirigida por diez años por el argentino Santiago Cantón , la Comisión Interamericana de DD. HH. aplicó el año pasado medidas cautelares que paralizaron la construcción de la tercera central hidroeléctrica más grande del mundo en Brasil. Se trata de la represa Alto Monte, una de las nueve proyectadas en el Amazonas brasileño y peruano y que inunda mil 500 kilómetros de tierra en la selva. La reclamación de los indígenas del lugar con sus abogados y ONG frenó la construcción, que se ha debatido entre suspensiones y nuevas puestas en marcha... Pero hoy el sistema de las medidas cautelares tal como rigen en la Comisión de la OEA está en revisión y el director Cantón fue reemplazado por el mexicano Emiliano Álvarez , a quien, en todo caso, se define como un hombre muy pro derechos humanos.
Sobre Álvarez recae ahora la tarea de realizar los informes anuales sobre la observancia de los derechos humanos en América Latina, informes que reprueban año a año los países del Alba y Colombia. También monitorean a la relatora especial de Libertad de Expresión, otro frente de molestia entre los pases bolivarianos y del cual Chávez optó lisa y llanamente por retirarse.
Al ponerle nombres a la crítica de los parlamentarios norteamericanos en cuanto a que Insulza ha contratado a políticos de nivel senior y fichado a contratistas de altos honorarios, salta en primerísimo lugar Enrique Correa , un experto como observador de elecciones -una de las tareas más clave que desempeña la OEA-. Otro personaje de su confianza para esa tarea es el ex Presidente de Costa Rica, Óscar Arias . En estas misiones integra, además, a menudo a políticos chilenos de la Concertación. En Washington está a su lado su speechwriter Álvaro Briones . Su jefe de gabinete actualmente es peruano, luego del regreso de Pablo Gutiérrez y del traslado a otras funciones del ex ministro Carlos Mladinic. Otro senior que lo ha acompañado ha sido el argentino Dante Caputo , quien fue el segundo de a bordo.
"Así es como hierve la olla en la OEA ", me comentaba uno de mis interlocutores. Estados Unidos enciende una chispa, y del otro lado, del Alba atizan el fuego. Pero esas son las reglas y José Miguel, como buen pánzer, no se abate en esos juegos".