Claudia Guzmán V.
Tras el fallido estreno de ese espacio de farándula encubierto de telerrealidad llamado "Las Argandoña", TVN apostaba buena parte de su capital con "Cabaret Burlesque", un reality de competición, que en el papel amenazaba con convertirse en un programa de baile erótico tiznado de glamour . Pero no. Al menos por lo visto en el primer capítulo, el espacio resulta ser una bien elaborada propuesta de entretención a partir de un grupo de mujeres anónimas que son incentivadas y capacitadas para explotar su sensualidad.
Con una emisión dedicada al proceso de casting y selección de las participantes, además del registro de las primeras clases y seguimiento de un par de concursantes hasta su hogar, el espacio -que cuenta con la producción ejecutiva de Verónica Saquel- parece no escatimar recursos económicos y televisivos para construir un mundo de fantasía en torno a la seducción. Desde los nexos que introducen cada segmento, el actor y animador Cristián de la Fuente aporta con su cuidado físico y bien pronunciado español el contrapeso de masculinidad. En la academia, una especie de coordinador y asistente llamado Anthony Ortega reinterpreta al MC del clásico musical "Cabaret" en forma amanerada pero no poco varonil, y con bastante más elegancia que el estridente personaje teatral. Jesús Codina, realizador escénico a cargo de la versión local de esa obra que se dio en 2011, lidera el cuerpo de calificados profesores de la academia instalada en un reacondicionado Palacio Concha, y las cámaras se despliegan por los variados teatros, autos, limusinas y domicilios de quienes llegan a competir buscando fama, reafirmar autoestima o simplemente convertir un sueño en realidad.
Aunque el exuberante nivel de producción a veces se traduce en exceso de entrevistas -llegando hasta el error en la identificación escrita de quien habla-, demasiado brillo o sobreactuación, lo que resulta innegable en este capítulo es que "Cabaret Burlesque" parece apostar fuertemente por cuidar la dignidad de cada una de las mujeres que compite por llegar a ser una estilizada versión de la criolla vedette. Ninguna de ellas, ni la menos agraciada ni la con evidente sobrepeso ni la que debió tomar la decisión décadas atrás, llega a verse risible; menos aún cercana al patetismo o ridículo que otros reality shows suelen explotar. Esta desusada cualidad de respeto a la dignidad de las personas ya la había mostrado TVN con el espacio de canto "El mejor de Chile", y ahora la viene a confirmar.
Destacable la búsqueda de la red pública por hacer que la telerrealidad tenga un sentido más profundo a la hora de cruzarse con el área de la entretención. Pero también criticable que ese esfuerzo a nivel de contenidos se menoscabe incluyendo avisaje del tipo placement tan poco sutil, como el que llegó a hacer una actriz del canal que promocionaba, casi a modo de confidencia, un producto para prevenir las várices y la hinchazón.