Claudia Guzmán V.
Pocos personajes necesitan menos presentación; o más exposición. Caso único, en realidad. Con una carrera televisiva que ha escalado desde el modelaje hacia la lectura de noticias, la animación y la opinología, sumada a incursiones políticas y andanzas teatrales, Raquel Argandoña de la Fuente no sólo ha hecho de lo público un oficio. Lo ha transformado en su forma de vida, incluso a costa de su intimidad. Y el docurreality "Las Argandoña", estrenado anoche en TVN tras una inédita antesala de polémicas por su sueldo, lo vino a confirmar.
Tras los 50 minutos de telerrealidad exhibidos por la estatal queda claro que queda poco por conocer de esta celebridad. Genio y figura, claro está: es pícara al enfrentar las protestas en su contra a la salida del canal; y realmente insuperable al sentarse victoriosa frente al televisor para gozar cómo el resto de las emisoras comentan su performance . Su cazurro manejo de los medios es quizás la última confirmación que quedaba por observar respecto de la reina madre de la farándula local. Porque todo el resto, incluso el cómo lleva su rol maternal frente a las cámaras de TV, es algo que hace años venía prodigando, personalmente o indirectamente en los espacios de prensa rosa, con el espectador de su vida (pública o privada, da igual).
Quizás lo que más atenta contra el impacto del capítulo de debut es que el leitmotiv elegido sea precisamente el sobreexpuesto efecto que tiene Pablo Schilling, novio de Kel Calderón, en la relación madre-hija. Narrado in media res , el episodio "Todo iba bien hasta que llegó Pablo" arranca en medio de una discusión donde la joven le reprocha a Argandoña el revelar la inminente llegada del modelo desde Perú, donde grababa un reality-show para otro canal. Tras un racconto de cuatro días donde se muestra una convivencia casi idealizada en ausencia del tercero, sobreviene la discusión y Raquel madre rompe a llorar cuando siente que vendrán a "robarle" a Kel. Desolada en medio de una impresionante colección de carteras Louis Vuitton, pañuelos Burberrys y Hermès, una de las mujeres más poderosas de los medios de comunicación locales sólo encuentra consuelo en Nico, su yorkshire toy.
Si entre las opciones que deja "Las Argandoña" está el reír cuando se ve llorar, algo queda trunco respecto de qué parte de su misión cumple TVN con este espacio de telerrealidad. Si el canal público viene a hacerse cargo del rol de suegra de uno de sus rostros femeninos más potentes, cuando concienzudamente ha tratado de esquivar el bulto durante meses por opción editorial, se esperaría algo más que una tragicómica -además de manida- alegoría de la "espera que desespera", construida sobre uno de los conflictos familiares más publicitados -y sobredimensionados- de la farándula local. Y para los capítulos venideros se anuncian créditos de la prensa del corazón como Pablo Schilling y Óscar "Lolo" Peña, además de locaciones impostadas, como casas en La Dehesa o viajes a Cancún. Artificio vestido de realidad.
Con un contenido añejo y ritmo irregular, que sólo repunta gracias a las salidas de Raquel Argandoña o a las reveladoras declaraciones de su octogenaria madre que muestran el origen de los combativos genes de la ex Quintrala, este estreno está lejos de alcanzar los niveles de profundidad que anteriores producciones del área de telerrealidad como "Esta es mi familia" o "Adopta un famoso" sí lograron rozar.
En su debut, "Las Argandoña", que tiene producción ejecutiva de Felipe Vera y dirección de Eduardo Ravanal, parece farrearse la oportunidad de acceder y acentuar una dimensión íntima, privada y desconocida de esta celebridad. Aunque quizás, una conclusión plausible, es que realmente en este caso no la hay.