"Salve", se saludan en Italia. "Que estés bien". Parece un sortilegio para espantar los malos augurios. Siempre optimistas, casi hasta la exageración, por estos días los italianos se ven abatidos. Abrumados por el peso de la debacle económica que los tiene luchando contra la recesión. En esta crisis, la tradicional dolce vita ha sido reemplazada por una austeridad que en la península no es bien acogida.
Con una deuda pública que supera al PIB, un crecimiento negativo y una cesantía en alza, los empleados tienen miedo a perder sus trabajos, los empresarios luchan para salvar sus negocios y todos deben ahorrar. Eso se nota en las calles y el comercio. En las típicas tavole calde y trattorie la clientela no falta, pero consume menos. En las tiendas, con menos compradores que los habituales, no es raro ver ofertas y precios rebajados.
La economía maltrecha no es lo único que ha golpeado por estos días el ánimo de los italianos. El terremoto de Emilia Romagna, una zona donde no hubo actividad sísmica en siglos, tiene a 16 mil personas durmiendo en refugios y carpas, aterradas por las réplicas; dejó 26 muertos y decenas de edificios patrimoniales destruidos.
En el ámbito político, después del desprestigiado Silvio Berlusconi, dicen que Mario Monti, el tecnócrata que debía salvarlos, tampoco ha estado a la altura. Desde un lado lo critican por no enfrentar los intereses creados (de funcionarios públicos, sindicatos o empresarios) y ser incapaz de aplicar las medidas que necesita con urgencia la economía italiana para ser más competitiva y lograr el esquivo crecimiento (apenas 0,75 por ciento promedio en los últimos 15 años) que podría sacarlos del hoyo financiero. Desde el otro, por pedir sacrificios a quienes menos tienen.
Los italianos católicos están golpeados también por las filtraciones en el Vaticano, los VatiLeaks , que según el vocero del Papa no son una amenaza, sino un "chantaje".
Y como si todo esto fuera poco, el fútbol, el gran refugio de las masas populares y de parte de la élite, ha dado un espectáculo lamentable con el Calcioscomesse , el escándalo de apuestas ilegales y compra y venta de partidos. La corrupción no es novedad en Italia, y tampoco es primera vez que hay "arreglines" en el resultado de los partidos. Lo nuevo, quizás, es que están involucrados mafiosos extranjeros y que la intriga se maneje desde Singapur. Lo doloroso, para muchos, es que estén implicados clubes importantes y que ídolos de la pelota, como Gianluigi Buffon, "San Gigi", también cayeran en prácticas prohibidas, como las apuestas. A tanto llegó esto, que Monti sugirió que se suspendan las actividades futboleras por dos o tres años.
Se necesitará, creo, más que el mágico saludo " salve " para que los italianos salgan a flote, recuperen la confianza en sí mismos y la alegría para vivir la dolce vita otra vez.