Muchos chilenos visitan nuestra embajada en México: empresarios, profesionales, intelectuales, académicos, artistas. Coinciden en manifestar asombro por las dimensiones del país, la vitalidad de su cultura, el afecto con que nos acoge. Y todos coinciden en algo más: lo poco que conocemos esta nación. Desde mi oficina observamos la gigantesca bandera que ondea sobre el Campo de Marte, el bosque de Chapultepec y la metrópolis más grande del mundo, una bandera que habla del modo en que México se vincula consigo mismo, una bandera ante la cual parece modesta la de nuestro Bicentenario. México es tan grande y variado, que sólo creemos conocerlo bien -afirman chilenos residentes, y advierten que urge explorarlo a fondo. Es cierto. México es una invitación y un desafío que va mucho más allá de Cancún o la Riviera Maya, y de la simpatía con que su gente nos recibe. Como su cultura -música, cine, literatura, pintura, comida- se proyecta poderosa más allá de sus fronteras, uno cree que conoce México. Sólo quien no lo conoce, afirma algo así, me dice un cineasta chileno, porque cuando crees haberlo captado todo, un nuevo ángulo te revela que sólo has alcanzado otro peldaño en el conocimiento del país, no su conocimiento definitivo. Y esto también es válido en el ámbito de las oportunidades que México brinda. En momentos en que la economía mundial vive una crisis y aumentan las tentaciones proteccionistas, México se opone a ellas y ofrece un universo aún poco explorado por chilenos. En la reunión de los ministros de relaciones exteriores de los países del G20, a la que Chile asistió como invitado, México criticó esta semana el resurgimiento del proteccionismo, llamó a respetar los acuerdos de libre comercio y subrayó su voluntad de mantener sus mercados abiertos. El llamado de atención vino de los anfitriones de la próxima cumbre G20, que tendrá lugar en Los Cabos, Baja California. Esto constituye una espléndida noticia para Chile, que observa con preocupación las tendencias proteccionistas que brotan en épocas difíciles. Chile necesita mercados abiertos y cree que ellos son esenciales para el repunte de la economía mundial. En una coyuntura en que asoman restricciones, México se vuelve una alternativa más atractiva aún. Pero no es atractiva sólo como salida de emergencia, sino como opción actual y de futuro. El comercio entre México y Chile crece. El intercambio bilateral se triplicó desde la firma del Tratado de Libre Comercio, y en 2011 creció 12 por ciento respecto del año anterior, con balanza favorable para México. Si bien Chile incursiona con éxito en mercados vecinos, en México, sin embargo, tomando en cuenta sus dimensiones, nuestras iniciativas se hallan en una etapa inicial. No hay que olvidar que hablamos de una de las principales economías del mundo: 110 millones de habitantes, 22 millones de turistas por año, crecimiento económico de cuatro por ciento en 2011, vecina de EE.UU. Además, en México la imagen de Chile y sus productos es muy positiva, y las relaciones bilaterales son excelentes. México importa más del 50 por ciento de sus alimentos, algo que no se revertirá en breve debido a una sequía atroz. Lo primero abre oportunidades a exportadores, lo segundo a la cooperación para la recuperación de suelos. En términos agrícolas somos, por lo demás, complementarios, pues nuestras estaciones son opuestas. Cuando uno empieza a conocer la vastedad de este país, entiende por qué es capaz de superar todos sus desafíos, por qué ha definido como ningún otro la identidad latinoamericana, y por qué ofrece oportunidades de las cuales aún no adquirimos conciencia plena. Cuando uno empieza a conocer la vastedad de este país, entiende por qué ofrece oportunidades de las cuales aún no adquirimos conciencia plena.