Me temo que en el país aún no hemos aquilatado del todo que Chile haya sido invitado a participar en la cumbre del G20, que se celebrará en junio próximo en Los Cabos, México. El foro económico reúne a los principales países industrializados del mundo y a estados emergentes como Brasil, China y la India. Este año México preside el G20 y le está imprimiendo un sello propio, en el cual se advierte, entre otros acentos, la voluntad de brindar tribuna a países que no integran el grupo, pero cuya voz y experiencia pueden ser relevantes no sólo para los 20, sino también para las estrategias destinadas a reactivar la economía mundial.
Chile fue invitado por México, que es socio y aliado clave de nuestro país, y con el cual mantenemos excelentes relaciones. Con México nos unen además un exitoso Tratado de Libre Comercio, un Acuerdo de Asociación Estratégica, valores y visiones comunes en política internacional, y acuerdos en los ámbitos de cooperación, cultura, educación, ciencia y tecnología, y seguridad. Probablemente la distinción se debe a que por años el país ha sido exitoso en el manejo de la economía y la lucha contra la pobreza, la creación de una agricultura moderna y exportadora, y la adaptación a la economía global. Entre los temas en Los Cabos figurarán, fuera de la crisis mundial, el desarrollo de infraestructura, la seguridad alimentaria y el crecimiento verde y sustentable. Como numerosas potencias están en crisis, hoy la voz de países que siguen creciendo es escuchada con más atención que en el pasado.
Es curioso que aún no resaltemos nuestra asistencia a una liga mayor a nivel planetario, toda vez que prestamos gran atención a los juicios del extranjero sobre nosotros. Además, lo que se está reconociendo es el hecho de que aquí se han hecho bien las tareas durante decenios. La fluida situación económica internacional, la consolidación de países emergentes -como Brasil, India y China-, y la pérdida de hegemonía por parte de EE.UU. están permitiendo la aparición de articulaciones regionales que buscan más integración y cooperación. Chile, país de 17 millones de habitantes y una de las economías más abiertas del mundo, requiere para su crecimiento mercados libres, acuerdos de libre comercio, foros e integración. La invitación al G20 puede brindar nuevos roles al país y abrir otras puertas, lo cual redunda a la larga en prestigio nacional, detección de nuevas oportunidades y creación de puestos de trabajo.
México, por su parte, sigue intensificando su proyección global al invitar a naciones de todos los continentes a este diálogo con el G20. Su objetivo es que en Los Cabos se analicen asuntos como el crecimiento sustentable, el inquietante aumento de los precios de los alimentos y el estancamiento de negociaciones comerciales, sin que esto implique sustituir a las organizaciones especializadas. Gracias al tamaño de su economía y población, a su condición geográfica y al tradicional peso de su política exterior, México es multi-dimensional: es latinoamericano, pero integra América del Norte y mantiene estrechos lazos con Estados Unidos y Canadá; dispone de una poderosa proyección hacia el Caribe, ejerce influencia económica, política y cultural en Centroamérica; tiene socios muy importantes en América del Sur y Europa, y se proyecta hacia el Pacífico y Asia. México sabe impulsar esquemas multilaterales: Tratado de Tlatelolco, Contadora, Grupo de Río, la reciente Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), que Chile preside este año. Ahora, en tiempos de crisis mundial, promueve la aproximación entre el G20 y "los otros", oportunidad que Chile ha de saber valorar y aprovechar. No todos los días se tiene acceso a las grandes ligas.