En Estados Unidos la carrera presidencial a la Casa Blanca empieza a entrar en tierra derecha con las recientes primarias del Partido Republicano de Iowa y New Hampshire, y la próxima de Carolina del Sur, que se celebrará el 21 de enero. Si Mitt Romney gana también en este estado, podría convertirse en el presidenciable opositor. Parece ser el rival más complejo para Barack Obama en la elección del 6 de noviembre, cuando el demócrata puede perder y comprobar que fue mejor candidato que presidente. Pero aunque Romney sea un desafío para Obama, el resultado de la presidencial lo definirá la perspectiva de la economía nacional.
La fluidez de la política y la economía internacionales, así como la emergencia a nivel global de una ciudadanía empoderada e impaciente, representan un desafío adicional para todos los mandatarios. La globalización obliga además a muchos de ellos a pagar la cuenta por platos no quebrados en casa sino en la del vecino. Obama encabeza una administración que inició el retiro de las tropas de Irak, asestó golpes contundentes al terrorismo islámico -como a Osama bin Laden-, respaldó la primavera árabe, aportó al derrocamiento del dictador Moammar Jaddafi sin desembarcar tropas en Libia, e impulsa medidas en favor de los hispanos. Y si bien para la reelección de George W. Bush la seguridad nacional fue el tema decisivo, esta vez lo serán los resultados económicos que exhiba Obama. De convencer a la población de que el país atisba una recuperación que no debe verse amenazada, Obama permanecerá en la Casa Blanca otro período.
Romney es un empresario exitoso, ex gobernador de Massachusetts y mormón, opción religiosa que digieren con dificultad republicanos conservadores, quienes lo consideran a la vez liberal. Es por esto y por el hecho de que adversarios dentro de su partido lo sitúan cerca de los demócratas en materia de inmigración, salud y previsión, que Romney ha tardado en convertirse en el favorito de su partido (hasta ahora ha sido sólo el "second best") y que tiene mejor chance de derrotar a Obama. Además, muchos creen que en tiempos críticos el país necesita un empresario y no un abogado o político tradicional en la Casa Blanca. ¿Otras ventajas? Al ser visto como liberal capta votos de centro, esencial para golpear a Obama. Y si bien Romney no es el hombre ideal de los republicanos conservadores, crece entre estos la convicción de que es la mejor carta de triunfo.
Y puede serlo. Es el candidato republicano más sólido y consistente y el que menos errores ha cometido en debates. Sus competidores, por el contrario, ascienden y luego caen: el ejecutivo afroamericano Herman Cain abandonó la carrera tras ser acusado de acoso sexual a mujeres; Rick Perry, gobernador de Texas, vio mermada su popularidad por bochornos como olvidar en un debate el nombre de la tercera agencia estatal que consideraba urgente clausurar; Newt Gingrich cayó en las encuestas al ser vinculado con el lobbysmo, y el millonario Ron Paul, si bien popular en sectores del partido, no encuentra eco nacional por un discurso que propone cerrar la Reserva Federal, y reducir drásticamente el ejército y el aparato estatal.
Si Romney gana ahora la primaria de Carolina del Sur, muchos creen que habrá obtenido la nominación. Romney es un político más bien frío, como Obama, pero carece del carisma de éste. Su fortaleza radica en su experiencia como político y empresario, la debilidad de sus adversarios y la sensación térmica de que Obama fue mejor candidato que presidente. Sin embargo, toda su estrategia estará condenada al fracaso si Obama consolida los tímidos pero esperanzadores brotes económicos recientes y se proyecta como un líder en la lucha contra el terrorismo.