-Oiga, patrón, la gallá está un poco alborotada. Andan conversando, se juntaron ayer en la casa del Peiro.
El patrón tira de las riendas, hace detenerse a la yegua alazana y mira con el ceño adusto a su empleado, quien también hace parar a su caballo negro con un movimiento imperceptible de la muñeca.
-¿En serio, Jacinto, y qué les pasa?
-...icen que la plata no le... alcanza. Quieren más paga.
El patrón toca apenas con los talones las ancas de la yegua y reanuda la marcha, ahora más lenta y sigue conversando.
-¿Y es cierto, Jacinto, les alcanza?
Jacinto apura el tranco y le contesta:
-Bueno, a algunos sí y a otros no.
-¿Cómo es eso, les alcanza o no?
-Bueno depende pus, patrón, a algunos sí y a otros no. Depende en qué se gastan la plata, qué custiones han comprado.
-Claro, tenís razón. Pero a lo mejor va a haber que darles unas lucas más a estos gallos. Mira que lo último que necesito ahora es una revuelta. Con todo el trigo que hemos sembrado.
-¿Y tiene más plata, patrón?
-Depende pus Jacinto, depende a cómo me pagan la cebada. Voy a saberlo la próxima semana. Pero puede que me alcance pa subirles un poco. No puedo mucho porque nunca habíamos tenido tanta gente. ¿Cuánto están pagando al frente, donde Vicuña? ¿Y pa'l otro lado de la carretera?
-Lo mesmo que acá.
-Ya, no es que estén mal pagados entonces. Oye pero quizás va a haber que aumentarles un poco. Y también pintarles las casas a los de acá, hay algunas que están harto feas. Tú sabes que a mí me gusta tenerles todo impecable.
-Mmm.
-¿Qué te pasa, Jacinto, por qué esa cara?
El patrón vuelve a detener su cabalgadura y mira a Jacinto.
-No nada, patrón, ¿encuentra usté que mi casa está mal cuidada?
-No pus hom... ¿cómo se te ocurre? Es que tu caso es distinto.
-Igualito a lo... otros nomás. Las pintaron el mesmo día. Fue hace un año patrón, después de las lluvias, ¿se acuerda?
-Tienes razón, pero igual a lo mejor es bueno pintarlas.
-La mía no patrón, por favor.
-Bueno ya, oye, pero volviendo a lo de la paga. ¿Les aumentamos?
-Eso es cosa suya, patrón.
-¿Pero qué harías tú?
-Si fuera por mí, ¿sabe qué haría?
-¿Qué cosa, Jacinto?
-Yo le arrendaría el potrero del bajo a don Vicuña que lo tiene botado, y lo sembraría con trigo. Dicen que va a estar bueno el precio. Y es grande el potrero, patrón, son casi 80 hectáreas. Eso sería bonito. ¿Se imagina todo el bajo sembrado de trigo?
El patrón mira hacia el bajo y pasea la vista por el potrero.
-Bonito se vería. ¿Y no les subirías el sueldo?
-Bueno las dos cosas con la misma plata no se puede, hasta onde llega mi entendimiento. Pero no importa, patrón, porque igual la gente va a estar mejor. Hay varios cabros que pueden trabajar. El Peiro tiene un hermano que no hace ni'una cosa, está echado en la casa espantando las moscas. Es que es muy cabro y no ha trabajado nunca. Fuentes también tiene un hermano. Hay varios muchachos en el pueblo que felices tomarían un trabajo de temporada, como dicen que no viene tan buena la cosa. Eso sería mejor patrón, todos salen ganando.
-Humm. ¿Pero se quedarían contentos con eso?
-Usté les explica pus, patrón. Pa eso habla bonito.
-No sé, Jacinto. Yo creo que tenís razón. Pero pa qué me meto en problemas. Mejor tirémosles unas luquitas.
-Cómo usté diga, patrón.
El patrón se empina un poco en los estribos, le cuesta meter la mano al bolsillo. Ha engordado un poco. Unas gotas de sudor caen por sus sienes y finalmente logra sacar la mano con un fajo de billetes y se los pasa a Jacinto.
-Tírales unas luquitas mejor, Jacinto.