Luis Larraín
Al término de la jornada de hoy Eduardo Frei será proclamado vencedor de las primarias de la Concertación. Derrotará por más de 20 puntos a José Antonio Gómez, poniendo así fin a este proceso. Las primarias son un mecanismo para elegir a un candidato de una coalición o partido que tiene más de un aspirante competitivo y sirven habitualmente para fortalecer al candidato ganador, como consecuencia de la movilización de sus adherentes, del interés que despierta en la ciudadanía la discusión de ideas y del atractivo de una elección competitiva. Todos tenemos en la retina las primarias mediante las cuales, impensadamente, Barack Obama se convirtió en el candidato demócrata a Presidente de Estados Unidos.
Pero esta primaria ha diferido un poco de aquella. Veamos: primero, no ha sido competitiva, pues jamás ha estado en duda quién va a ganar, lo que quedó determinado en el mismo momento en que sólo se inscribieron Frei y Gómez, este último, militante del partido más débil de la Concertación. Al renunciar consecutivamente Lagos e Insulza, las dos cartas fuertes del socialismo, la primaria perdió todo interés. Tanto es así que se han hecho todos los esfuerzos por acortar lo más posible el proceso, primero presionando a Gómez para que se baje, luego limitando las primarias a dos regiones y estableciendo la regla de que se proclama ganador a quien obtenga una diferencia de 20 puntos, suspendiendo las primarias en otras regiones.
En segundo lugar, la primaria tampoco ha sido decisiva para consolidar a un candidato de la Concertación, pues siguen en carrera al menos tres socialistas: Navarro y Arrate, quienes renunciaron al partido, y Marco Enríquez-Ominami, quien no se ha tomado la molestia de hacerlo. Esto da cuenta de un problema al interior del socialismo: que no es capaz de hacer prevalecer la institucionalidad en sus filas, pero también de la debilidad de Frei como candidato, pues no entusiasma a los socialistas y debe seguir disputando los votos con cualquiera que se le pare al frente.
En tercer lugar, la primaria no ha servido para confrontar ideas. El debate, que habitualmente permite a los electores contrastar las posiciones y programas de los candidatos, ha sido intervenido de tal manera por las candidaturas, en particular la de Frei, que pareciera que tuvieran miedo de que su abanderado sea evaluado por la gente. Se utilizó un formato que no permite la discusión, se restringió su difusión televisiva a las regiones sexta y séptima y se impidió su transmisión por internet. Por último, el debate careció de interés, aunque Gómez intentó, en algunos temas, tironear a Frei hacia la izquierda (es habitual que ello suceda en las primarias). Eso le puede hacer perder votos después a Frei cuando deba enfrentarse con Piñera, pues allí lo que da puntos es la moderación; pero habitualmente ese, el de extremar las posiciones, es un costo que debe pagarse para obtener el beneficio del entusiasmo y movilización que provoca una primaria.
¿Y cómo anduvieron el entusiasmo y la capacidad de movilización? Bueno, aquí no hay dos opiniones. Ya el restringir la primaria a dos regiones atentó contra su impacto geográfico; no hubo actividades en los lugares donde vive más del 90% de los votantes. Cuantitativamente, sin conocer los datos de cuánta gente finalmente votó, presumo que será mucho menos que la de la primaria de 1993 donde Frei le ganó a Lagos (en un proceso que por el diseño del padrón no podía perder). En esa oportunidad votaron trescientas noventa mil personas. Luego, en la primaria de 1999 votaron un millón cuatrocientas mil. Hoy, pese a que hay novecientos cincuenta mil inscritos en los registros electorales serían cerca de cien mil, más parecido al número de votantes requeridos para determinar la altura de los edificios en Vitacura que para elegir un candidato a la Presidencia de la República.
En definitiva, las primarias de la Concertación, más que una actividad que fortalece a su triunfador, se han asemejado a un circo pobre, dando cuenta de la decadencia de la coalición que nos ha gobernado desde 1990. Además, dado que estaba predeterminado el ganador, pueden calificarse como primarias “mula” (si no entiende pregúntele a su hijo o hija) contradiciendo la demanda por transparencia y renovación que hay en la sociedad chilena. La gran fiesta de la democracia y de participación ciudadana que prometían ser las primarias; herederas de las movilizaciones a favor del NO en el plebiscito, del eslogan “la alegría ya viene”, se ha transformado en una fiesta de pueblo, animada por Frei.
Así, como Pirro luego de vencer a los romanos el año 279 AC en Heraclea, el candidato oficial de la Concertación debe estar pensando: “Otra victoria como ésta y estará todo perdido”.