El segundo aniversario del accidente aéreo ocurrido en el archipiélago de Juan Fernández, en el que fallecieron figuras de gran conocimiento público, ha estado marcado no solo por el recuerdo emotivo de quienes perdieron la vida ese día, sino también por peticiones de respeto a su vida privada. En una carta enviada a este diario, titulada
"El halcón y la hora de los buitres", la familia del fallecido conductor de Televisión Nacional Felipe Camiroaga pidió respeto por la privacidad del comunicador, en respuesta a la cobertura que diversos programas televisivos han realizado sobre sus supuestas relaciones afectivas y por la publicación de al menos dos biografías sobre su vida. En igual sentido, una de las hijas de Felipe Cubillos reclamó la necesidad de resguardar la intimidad para quienes "ya no pueden defenderse".
Con motivo de los homenajes en que se recordó la trayectoria del animador, tanto en la estación en que trabajó como en Villa Alegre, localidad donde nació, sus más cercanos han manifestado su malestar por la oleada de rumores sobre su vida, lo que su familia ha calificado de "circo mediático", reclamando que se ha faltado a su derecho a la intimidad en virtud de la dignidad de las personas.
En innumerables resoluciones, el Consejo de Ética de los Medios de Comunicación ha instado al resguardo de la vida privada, aquel núcleo personal que alguien, aunque sea un personaje público -como lo fue sin duda Felipe Camiroaga-, no desea compartir con otros. Este ámbito incluye todas aquellas actividades que realiza en reserva; entre otros aspectos, su vida íntima. La intrusión en esas áreas constituye una transgresión al derecho a la intimidad o a la vida privada de las personas.
El natural interés que despiertan en la opinión pública informaciones referidas a personas de tan alto conocimiento y estima como lo fue el referido conductor televisivo plantean a los medios de comunicación exigencias aún más severas de autorregulación en estas materias de tanta connotación ética. Naturalmente, las propias familias afectadas por comentarios indeseados han de cuidar que ninguno de sus actos se preste, por paradoja, para estimularlos.
Este nuevo aniversario del trágico accidente es, más bien, oportunidad para recordar la trayectoria y la entrega de quienes emprendieron ese vuelo empeñados en impulsar proyectos de gran impacto social. El llamado de la familia de Felipe Camiroaga constituye un legítimo esfuerzo por preservar en la memoria colectiva el sentido de entrega que marcó su vida profesional -precisamente aquella faceta que el propio animador quiso que la opinión pública conociera-.