Cuando yo era un niño, el castigo más cruel que existía era que a uno lo dejaran sin televisión por una tarde, o por un día completo. O, si el estropicio causado era mayor, a uno le proscribían la pantalla chica por una semana.
Por eso, la mayoría de nosotros entendemos cómo se sienten los precandidatos presidenciales que no están participando en las primarias.
MEO, Parisi, Sfeir, Claude, Jocelyn-Holt y Roxana Miranda, la dirigenta de Andha Chile, no han participado en los debates ni tampoco tienen derecho a formar parte de la franja política televisiva. Han reclamado harto por eso; ante el Tribunal Constitucional, que terminó por autorizar una franja sin ellos, y ante los propios canales de TV, a los que han hecho sentir culpables por ignorarlos.
He visto a estos cuasi candidatos merodear por las estaciones televisivas. A veces pidiendo audiencias con ejecutivos. Otras, simplemente los he visto pararse afuera de los canales, al lado de las colegialas que se dan plantones esperando ver pasar a algún famoso para sacarse una foto o para pedirles un autógrafo.
Estos "otros candidatos" han sufrido la humillación de ser "casi" reconocidos en la calle. Mucha gente los mira y les pregunta: "¿De dónde lo conozco yo a usted?". Porque como que les falta la chaucha para el peso. Son casi famosos, casi candidatos, casi celebridades.
Estos "otros" tienen que manejar sus propios autos, pagar las cuentas, hacer la cola.
En cambio, a "los seis de las primarias" todo el mundo los invita, aparecen en los medios, son reconocidos y andan con escolta policial.
"Los otros", en cambio, miran de lejos, como un niñito pobre de cuento que observa desde la vereda a las familias felices comiendo un suculento pavo de Navidad.
Pero no se preocupen, ustedes, "los otros".
Solo falta una semana para que su suerte cambie. A partir del 1 de julio van a ser ustedes los protagonistas. Cuatro de los "seis magníficos" van a quedar en el camino y les va a llegar a ustedes, los postergados, el momento de gloria. Si hacen las cosas bien, van a tener una franja todavía más larga, debates televisivos más enjundiosos y páginas y páginas de periódicos.
Aprovechen estos días para arreglarse los dientes, para modernizar el peinado, para comprarse corbatas bien rojas, para bajar unos kilos. Ensayen sus discursos y acostúmbrense a improvisar. Erradiquen de sus léxicos las palabras "paso", "abuso", "desigualdad", "centro", "yo", "chócale", porque ya están gastadas y no tienen gusto.
Junten plata, porque la van a necesitar. Cierren las cuentas que tengan en el exterior, reconcíliense con sus "ex", hagan que sus hijos se porten bien, vendan los autos lujosos que tengan en su casa, tengan a mano su certificado de inscripción electoral (por si les pregunta algún pajarón si votaron o no en el plebiscito), arrienden una casa ondera en el barrio Italia para instalar su comando y abran cuenta en Twitter, para que puedan decir por ahí las cosas que no se atrevan a decir en público.
En fin, hagan la pega. Porque se acercan sus 15 minutos de fama.
Bienvenidos a la arena electoral.