En los días de cuarentena decretadas por el bicho, teníamos dos opciones si queríamos escapar del encierro: cavar un túnel o trepar al tragaluz. El túnel llevaba a viaductos oscuros y depresivos, y muchas veces desembocaban en el suicidio (a mí se me ahorcaron dos amigos poetas), y por el tragaluz se volaba directo a la creación.
Yo vi desde el comienzo de mi encierro que la literatura sería mi escalera para llegar al tragaluz. Y diariamente subía y me echaba a volar de madrugada, y no volvía al encierro sino hasta la noche, y a puro dormir.
En el año y medio que me tuvieron más encerrado que el Chapo Guzmán -no me dejaban ni sacar la basura- le di la última pulida a El secuestro de la hermana Tegualda y se lo entregué a la editorial. Y me embaracé de nuevo. Y no fue una sola historia la que fecundó el óvulo de la creación, pues resultaron trillizas. Tres novelas cortas. Como nacieron antes de tiempo, las tengo a las tres en incubadora. Mientras tanto he comenzado a trabajar en otra.
Si alguno me pregunta de donde me llegan tantas historias, si soy sincero debo decir, como decía un amigo que se las daba de educado: no tengo la más ramera idea.
Ahora mismo estoy revisando el guion de La contadora de películas, que al fin comenzarán a filmar en marzo del año próximo. Es una producción franco-española-chilena que me da mucha confianza. Soy un convencido de que saldrá una hermosa película. Por lo pronto, el guion, escrito por Rafa Russo y Walter Salles, está maravilloso. La dirección está a cargo de la danesa Lone Scherfig.
Por otra parte, la película que hicieron los brasileños con mi novela El Fantasista, titulada para el film como "El ultimo juego" y dirigida por Roberto Studart, estuvo exhibiéndose en Santiago en el Festigol, a principios de noviembre.
En tanto, Alfaguara, mi casa editora, está haciendo reediciones de mis novelas y con nuevas portadas. El artista a cargo de las ilustraciones de las nuevas cubiertas, que están quedando fantásticas, es Julio Valdés B. En cuanto a la fotografía de solapa del autor, sigue perteneciendo al ojo mágico del fotógrafo antofagastino Glenn Arcos.
Ah, y después de más de dos años, he comenzado a viajar para dar charlas en distintas ciudades. Ahora último estuve en Puerto Montt, una de mis ciudades favoritas.
Esas serían las últimas novedades de un sobreviviente a dos infartos y a más de dos años de pandemia (por no decir nada de la presencia del paracaidista, el cabrón inglés, míster Parkinson).