-¿Qué libro cambió su vida?
"Nunca me lo había planteado en esos términos. Pienso que más que uno que me haya cambiado de una vez y para siempre, los libros han ido acompañando e impactando mi existencia poco a poco, en cada etapa de la vida. Ahora bien, creo que son los de mi infancia los que tuvieron un efecto transformador más evidente, porque gatillaron en mí el amor por la lectura. Mujercitas y Las crónicas de Narnia fueron esos libros en que viví por primera vez la experiencia de pasar días enteros sin hacer otra cosa que leer. Como esa imagen de Enriqueta de Liniers en un sillón que, a medida que avanza el día, va variando a las posturas más insólitas, sin nunca abandonar su lectura.
-¿Cuál fue el último gran libro que leyó?
"El primer tomo de En busca del tiempo perdido de Proust. Una obra que tenía pendiente y que, por influencia de un buen amigo, logré al fin (después de varios intentos fracasados) empezar. Me pregunto si no tendrá que ver con el hecho de estar ya un poco más vieja, y entonces ese primer tomo que te sume en la experiencia del recuerdo, la memoria y la nostalgia, empieza a hacer más sentido".
-¿Cuál es el libro que más ha regalado?
"No me repito mucho, porque suelo elegir más en función de la persona que del libro mismo. Aunque los rusos son en general para mí una carta segura".
-¿Clásicos o novedades?
"Clásicos, sin duda. Mi corazón de historiadora supongo que explica algo de esa preferencia. Siento además que es un criterio que me ayuda a buscar y seleccionar en un mar infinito y a veces abrumador de posibilidades".
-¿Prefiere la ficción o la no ficción?
"La ficción, aunque leo más del segundo grupo, al menos el último tiempo. Creo que tiene que ver con el hecho de que fue con la ficción que entré al mundo de los libros. Y entonces, hasta hoy, cada vez que empiezo uno nuevo, vuelvo a experimentar esa misma sensación, expectante e ilusionada".
-¿Raya los libros? ¿Dobla las páginas? ¿Usa marcalibros? ¿Dónde lee? ¿Cómo?
"Los he empezado a rayar con el tiempo, y partí haciéndolo sobre todo con los libros de trabajo y estudio. Pero la práctica se ha ido extendiendo y ahora cuando leo novelas suelo andar también con un lápiz. Supongo que se debe al hecho de estar más dedicada a escribir y el lápiz te asegura marcar referencias que puedan servir en el futuro. También anoto en cada uno de mis libros mi nombre y, siguiendo una práctica enseñada por una profesora muy querida, anoto siempre el lugar en que lo compré o me lo regalaron. ¿Páginas dobladas? Solo el Todo Mafalda, que terminó con cada una de sus hojas dobladas, porque en cada relectura descubría nuevas tiras favoritas, así que la herramienta de selección no me sirvió de mucho. Marcalibros uso a veces, aunque dejé de hacerlo regularmente cuando descubrí que mi hermana los colecciona y empecé a guardarlos para ella. Me gusta leer en las noches, al acostarme, y también en el jardín de mis padres. Y siempre en silencio, si se puede. Idealmente en un sillón que me permita, como Enriqueta y yo misma en mi infancia, ir moviéndome junto con las páginas".
-Si pudiera conocer a un personaje literario, ¿cuál sería?
"¿Tengo que elegir uno? Si me dejas dos de un mismo libro: Kitty y Levin de Ana Karenina, con la historia de amor que más me marcó de todos los libros que leí en mi adolescencia".
-¿Qué libro siempre relee?
"No soy muy de releer. Pero El señor de los anillos, en su momento, me lo repetí cinco veces, durante cinco veranos. Y bueno, aunque no es propiamente un libro, Mafalda está permanentemente en mi velador, es mi texto de cabecera. Entre libro y libro siempre vuelvo a él".
-¿Qué le ha enseñado la literatura?
"Que la realidad es sobreabundante de significado y belleza. Y que lo libros son un espacio privilegiado para descubrirlo y experimentarlo en primera persona".
-¿Cuál es el próximo libro que leerá?
"El siguiente tomo de En busca del tiempo perdido, a ver si esta vez entro definitivamente en su ritmo".
