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Santiago de Chile.   Sáb 20-04-2024
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Yo leo
Personalidades del acontecer nacional responden sobre sus lecturas
Claudio di Girolamo
10 de Septiembre del 2020

Desde que llegó a Chile, cuando tenía unos veinte años, Claudio di Girolamo (Roma, 1929) ha contribuido a nuestra escena cultural desde distintos frentes. Es actor, dramaturgo y pintor. Pero además jugó un rol relevante en la producción audiovisual chilena (Ictus TV), y fue fundador y director de la Escuela de Cine de la Universidad Arcis. También formó parte de los cimientos de la institucionalidad cultural nacional, siendo jefe de la división de cultura del Ministerio de Educación entre 1997 y 2003. Ahora es asesor del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, específicamente para el trabajo con los Centros de Creación (Cecrea), impulsados para promover la imaginación y creatividad infantil a lo largo del país.
-Qué libro cambió su vida?
“El Evangelio. Cuando lo leí, a los veintitantos años, pasé de ser un católico a ser un católico de verdad. También me sirvió mucho para entender bastantes cosas. Encontré a Cristo en el pobre, me metí en aquello y eso no me soltó nunca más. Fue algo formativo, que me cambió la vida”. 
-¿Cuál fue el último gran libro que leyó?
“En pandemia, tuve la suerte de encontrarme con Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez. Leí las 500 páginas en tres días. Hay que meterse de cabeza y no parar hasta terminarlo. Me fascinó. Aunque no voy a hacer una crítica profunda del libro, diría que juega con el verbo y los tiempos de una manera increíble. Él tiene una intuición tremenda frente al tiempo circular. Por todo eso, me parece que estamos equivocados al decir realismo mágico, ¡es magia realista!”. 
-¿Cuál es el libro que más ha regalado?
“No tengo libros especiales para regalar. Los elijo según lo último que he leído y según cómo les pueden servir a las personas. Uno regala pensando en el receptor, pero al final es lo que le gusta a uno. Ahora, si lo pienso un poco más, podría ser El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry. Es de esos libros que parecen para niños, pero que son para todos, porque van a los huesos de la parte afectiva, a los sentimientos más relevantes del ser humano”. 
-¿Clásicos o novedades?
“No tengo preferencia. Me baso en la curiosidad que me da. Por ejemplo, durante un tiempo me dio por leer a Yasunari Kawabata y a todos los japoneses; son maravillosos. A veces, eso sí, sufro con las traducciones. Por eso, yo mismo traduje a Alessandro Baricco (Sin sangre)”. 
 -¿Prefiere la ficción o la no ficción?
“Lo que sea. Por mi trabajo como asesor del Ministerio de las Culturas y el Patrimonio, tengo que leer de todo. Me encanta leer. Me encanta el libro físico. Más todavía los ejemplares usados, cuando tienen frases subrayadas o páginas dobladas. Les pasa lo mismo que a una herramienta ferretera cuando se usa: se ponen lustrosos”. 
-¿Raya los libros? ¿Dobla las páginas? ¿Usa marcalibros? ¿Dónde lee? ¿Cómo?
“Todo eso. Subrayo con lo que tengo a mano, hasta con un lápiz pasta. No lo hago pensando en borrarlo después. Leo donde me pille la lectura. Antes, cuando no tenía auto, lo hacía en la micro. Me acostumbré a leer con la mano temblorosa. Si no, no podía hacerlo. Y con esta pandemia he tenido tiempo para leer, así que eso, al menos, lo he gozado”. 
-Si pudiera conocer a un personaje literario, ¿cuál sería?
“A cualquiera de los Buendía. Repiten el sino de la familia. Al final, da lo mismo el nombre. García Márquez nos dice, con esto, que la vida repite los mismos hechos y acontecimientos. Lo que hace la diferencia es como uno se los toma”. 
-¿Qué libro siempre relee?
“He releído mucho a Teilhard de Chardin. Lo hago hace tiempo y siento que es un autor que me ha formado mucho desde el punto de vista más profundo y filosófico. Todos los ecologistas debieran leer su Himno a la materia. Es una plegaria maravillosa, que se mete de cabeza en la ciencia. Eso me hizo pensar en cómo unir ciencia y arte. Me parece que eso instala un estado de equilibrio”. 
-¿Qué le ha enseñado la literatura?
“A vivir, porque puso en palabra y en concepto la intuición que uno tiene desde que nace sobre cómo vivir en este mundo. No como espectador, sino participando en su construcción”. 
-¿Cuál es el próximo libro que leerá?
“No lo sé. Tomaré el que me llame la atención”. 

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