Hace veinte años, el musicólogo Álvaro Menanteau publicó Historia del jazz en Chile, un documento pormenorizado sobre una historia no revelada, que abrió distintas ventanas a la apreciación musical. Hoy, el académico porteño Pablo Cabello Kanisius toma el capítulo primero de esa misma cronología centenaria para revelar nuevos aspectos de los orígenes del jazz en nuestro país, las prácticas y los efectos que esta música tuvo en la sociedad. El relato se sumerge en esas dos décadas tan fundamentales en la transformación hacia una modernidad, los años 20 y 30, cuando tras la Primera Guerra Mundial -dice el autor-, Chile comenzó a cambiar los referentes culturales desde Europa a Estados Unidos. “El jazz estaba siendo el sonido de la modernidad”, explica, no sin identificar una paradoja: el jazz era una música en la que convivían las raíces de lo africano y el progresismo de las nuevas ciudades. Valparaíso tenía también esa contradicción: “lo primitivo estaba en la vida en los cerros y la idea de una ciudad moderna se encontraba en el plan”, señala. Sin referencias fonográficas de aquellos tiempos, Pablo Cabello Kanisius se pregunta si los músicos porteños realmente tocaban el jazz o intentaban tocarlo, y en sus páginas también se huele el aroma de la época, en un puerto que iba a venirse a pique muy pronto debido a la contracción económica que dejó la apertura del Canal de Panamá.

La investigación da cuenta de las orquestas de jazz que ocuparon los locales nocturnos, salones de té y espacios porteños, como la de Pablo Garrido, de 1924, la primera de todas, junto con las de Ernesto Davagnino, Armando Carrera, Goñi & Moreno o Juan Santiago Garrido, “el mejor pianista de Chile”, que era hermano del primero de ellos en esta lista. / Iñigo Díaz B.