Heather Morris conoció en 2003 a Lale Sokolov, un anciano eslovaco sobreviviente de Auschwitz, quien la cautivó con su historia, casi inverosímil. Morris, que había hecho talleres de guiones, inició una serie de largas entrevistas con Sokolov, teniendo en mente crear un guion para cine. Luego, la escritura trocó a novela histórica biográfica, y fue publicada con el llamativo nombre de
El tatuador de Auschwitz. Y de ahí en adelante se convirtió en un éxito a nivel mundial, traducida a más de 20 idiomas, presente en las listas de los libros más vendidos durante meses y, vuelta de tuerca, adquiridos sus derechos para hacer una película con ella.
La historia está basada en lo que vivió Sokolov como tatuador en el campo de concentración. Haciendo su trabajo conoció a Gita Furman, también eslovaca, destinada a Birkenau. Lale se enamoró a primera vista, Gita otro tanto, y desde 1942 hasta 1945, sortearon todos los problemas que su situación les suponía para poder verse de vez en cuando, conversar, besarse, a pesar del peligro. La escritura de Morris es ágil, muy visual y el material da de sobra. Se lee fácil y muchas veces con sorpresa e incredulidad, por todo lo que Lale conseguía dentro del campo.
El libro se publicó después de la muerte del protagonista, por lo que, si había errores, no hubo cómo clarificarlos. Esto, porque la obra estuvo en medio de una polémica sobre si lo que contaba era cierto o no. Aun así, su éxito ha sido arrollador.
Existe mucha literatura en clave biográfica en torno a los campos de concentración. Este libro se podría complementar con El chico que siguió a su padre hasta Auschwitz, de Jeremy Dronfield, basado en los escritos de Gustav Kleimann, que incluye mucha investigación de Dronfield para sostener los datos que aporta el protagonista. / Soledad Ramírez
