Un tiempo antes del inicio del largo y tortuoso proceso de elección de fiscal nacional, que concluyó hace pocos días atrás, uno de los temas que generó expectación y algo de debate era si sería electa por primera vez una mujer. Se especulaba incluso que el Ejecutivo tenía una fuerte preferencia en esa dirección, lo que facilitaría que esto se concretara.
Como es conocidos por todos, finalmente un hombre resultó electo (Ángel Valencia), aun cuando hubo la posibilidad de que fuera una postulante en la segunda propuesta realizada por el Presidente de la República al Senado, la que finalmente no fue aprobada por el
quorum de dos tercios requerido.
Uno de los temas en el que se planteaban dudas era si el proceso favorecía o perjudicaba la postulación de candidatas, especialmente en la primera etapa ante la Corte Suprema, en la que se realiza la selección que acota el universo de personas elegibles. Procesos previos mostraban que las postulantes habían tenido pocas posibilidades de integrar las quinas elaboradas por el máximo tribunal y eso era una parte de la preocupación en esta elección.
En efecto, en la primera elección no hubo mujeres en la quina de la Corte, en la segunda una y en la tercera tampoco hubo. En consecuencia, sumando todos los procesos previos de elección de fiscal nacional, de 15 postulantes seleccionados por la Corte solo una de ellas había sido mujer (un 6,7% del total).
En esta columna me propongo entregar algunos datos básicos de este último proceso llevado ante la Corte Suprema, que permitirán al lector sacar sus propias conclusiones en esta materia. Más que hacer juicios personales, mi interés es contribuir con evidencia para nutrir una conversación sobre este aspecto.
Partamos con algunos datos generales del proceso. Se presentaron al concurso que convocó la Corte Suprema 17 personas de los cuales seis, es decir, un 35,3%, correspondió a mujeres. Como es sabido, la Corte confeccionó una primera lista de cinco postulantes (7 de noviembre de 2022) y luego la tuvo que completar en dos ocasiones (6 y 27 de diciembre de 2022), producto de los rechazos a las propuestas del Presidente de parte del Senado. En un caso, además, por renuncia de un postulante ya seleccionado. Finalmente, se trató de ocho personas propuestas en las listas elaboradas por la Corte de los 17 postulantes originales. De ellas, tres fueron mujeres, es decir, un 37,5% del total, superando así por un pequeño margen su proporción en relación con el porcentaje total de postulantes. Esto significó que un 50% de las mujeres que postularon integraron en algún momento la lista de cinco nombres sobre la que el Presidente pudo elegir, allí donde sus pares masculinos se trató de un 45,4%.
El análisis de cada una de las tres partes del proceso por separado muestra algunas variaciones relevantes. En su primera conformación, solo una mujer integró la quina (20%). En la segunda y en la tercera se trató de dos (40%).
Además de estos datos generales, resulta interesante analizar el comportamiento de los votos emitidos en la Corte Suprema. Nuevamente, parto con datos agregados y luego analizo por separado cada votación. El total de votos emitidos en las tres votaciones fue de 114, de los cuales 53, es decir, un 46,5%, fue para postulantes mujeres, superando ahora por un margen más holgado a la proporción inicial de postulantes. De esos 114 votos, 69 fueron realizados por ministros de la Corte (60,5% del total) y 45 por ministras (39,5%). Para entender estos votos recordemos que en la primera votación cada ministro dispuso de tres votos (20 votantes), en la segunda de dos (18 votantes) y en la última de uno (18 votantes). Una cuestión para destacar, a diferencia de procesos anteriores, es que el voto de magistradas tuvo una presencia importante, llegando a casi un 40% del total. Esto va de la mano del proceso paulatino de incremento del número de ministras que integran la Corte que se ha producido en estos años y que hace que por primera vez en la historia el máximo tribunal esté cerca de tener una integración paritaria.
Los votos de los ministros de la Corte se distribuyeron de la siguiente forma: 35 (50,7%) fueron para postulantes mujeres y 34 (49,2%) para hombres. Los de las ministras de la Corte fueron 18 (40%) para postulantes mujeres y 27 (60%) para hombres. En consecuencia, hubo una tendencia de voto cruzado en materia de género: hombres prefiriendo levemente a postulantes mujeres y votantes femeninas prefiriendo por una mayoría importante a las postulaciones masculinas. Esto queda más claro en la siguiente tabla de resumen:

Cuando se analiza cada parte del proceso por separado se notan algunas diferencias. En la primera conformación de la quina el cuerpo electoral estuvo integrado por un 60% (12) de votantes hombres y un 40% mujeres (8). En este proceso solo un 26,7% de los votos fue para postulantes mujeres y tanto ministros como ministras de la Corte se inclinaron muy mayoritariamente por las postulaciones masculinas (75% y 70,8%, respectivamente). Esto explica que en esta primera conformación solo una postulante haya integrado la quina, aún cuando tres de ellas estuvieron a un voto de igualar a quien ocupó el quinto puesto de la misma.
En la segunda y tercera votación para complementar la lista de cinco nombres se repitieron los porcentajes por género. En ambos casos votaron 11 ministros (61,1%) y 7 (38,9%) ministras de la Corte. Hay diferencias importantes en cómo distribuyeron sus votos, eso sí, en cada votación.
En la segunda votación, un 72,7% (16) de las preferencias de los ministros fueron para postulantes mujeres. Las ministras entregaron un 64,3% (9) de sus votos a postulantes mujeres. En promedio, entonces, las mujeres obtuvieron un 69,4% (25) de los votos y los hombres un 30,6% (11). Como se puede apreciar, se produjo una inversión en la distribución en comparación con el primer proceso, pero con una tendencia similar entre los votos de los ministros y ministras, aun cuando con mayor proporción de votos de hombres en favor de mujeres y viceversa.
En la tercera votación, en cambio, se produce una diferenciación. En esta ocasión el 90,9% (10) de las preferencias de los ministros de la Corte fue para una postulante mujer y el 71,4% (5) de los votos de las ministras fue, en cambio, para un hombre. Se produce un fenómeno de apoyo cruzado entre votantes y postulantes de sexo opuesto con mayorías muy significativas.
Las diferencias entre cada votación se resumen en la siguiente tabla que ayudará a visualizar lo que he explicado en los párrafos previos:

Me parece que esta breve presentación de datos puede ser complementada con distintos elementos cuantitativos adicionales y otros de tipo cualitativo que permitan comprender mejor el comportamiento de los votantes y los votos obtenidos por los postulantes de distinto sexo. También el análisis podría extenderse a las votaciones en el Senado.
Con todo, creo que en su estado actual arroja una primera imagen del proceso en un tema que fue objeto de preocupación en su inicio y que luego perdió algo de protagonismo en presencia de los enormes problemas que enfrentó esta elección en algunas cuestiones básicas de su desarrollo. Espero, entonces, contribuir con elementos que ayuden a retomar una mirada de este tema en procesos tan importantes como es la elección de fiscal nacional.