Amaya Álvez Marín, 40 años, cursa un doctorado en Osgoode Hall Law School de la Universidad de York, Canadá, al que ingresó en 2007; un tipo de programa general, en que la especialización está dada por la tesis doctoral.
Estudió Derecho en la Universidad de Concepción, ciudad en la que nació, aunque el primer año de la carrera lo hizo en la Universidad Católica. A comienzos de 1996 se fue a estudiar a Bélgica, donde cursó un Magíster en la Facultad de Derecho de la Universidad de Lieja.
Su proyecto de investigación versa sobre Derecho Constitucional y Teoría del Derecho, específicamente sobre el derecho de proporcionalidad, y conlleva un análisis de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional chileno en el período 2005-2010. La inició en septiembre de 2007, cursó todas las asignaturas los tres primeros años, y en la actualidad está dedicada totalmente a la redacción final de la tesis, que espera defender en julio de 2011.
En 1998 fue contratada por la Universidad de Concepción como profesora asistente del Departamento de Historia y Filosofía del Derecho de la Facultad, donde –destaca– siempre los han impulsado a “investigar y escribir sin fronteras intelectuales”. Un viaje al Congreso Mundial de Filosofía Jurídica y Social en Granada, España, en 2005, le mostraría “la necesidad urgente” de hacer un doctorado en Derecho.
En 2006 viajó con su marido y sus tres hijos a Canadá, con la tranquilidad de que la universidad le mantenía su puesto y su sueldo. En ese momento estudió un magíster en Derecho (LL.M.) en la Universidad de Toronto.
“Me considero muy afortunada porque la certeza de tener un trabajo académico en Chile me ha dado la tranquilidad para dedicarme totalmente a mi tesis doctoral”, dice. Y agrega que, además, la Universidad de York ofrece a todas las personas admitidas al programa de doctorado una beca, que sirve principalmente para pagar la matrícula.
Desde su llegada a Toronto le llamó la atención la relevancia que tienen los tribunales de justicia, la importancia de los denominados ‘casos símbolos’ y el estudio del rol de los jueces en una democracia, lo que, asegura, contrasta fuertemente con la cultura legal chilena. Ello fue lo que la decidió a enfocar sus estudios doctorales en esas materias.
¿Por qué Canadá? Porque sus estudios de posgrado los quería cursar en un país de habla inglesa: “La opción era esa o Estados Unidos. Canadá nos ofreció mejores oportunidades de trabajo para mi esposo, y de estudio para mí, con una multiplicidad de oportunidades académicas y un entorno multicultural. Así Toronto se transformó en nuestra primera opción”.
El cambio de la Universidad de Toronto a la de York se debió primordialmente a la presencia de más investigadores enfocados en el ámbito latinoamericano, entre ellos su profesor guía Shin Imai, además de un prestigioso centro de investigación multidisciplinario sobre Latinoamerica llamado CERLAC, cuenta.
“Canadá ha sido considerada una ‘potencia constitucional’ por la relevancia de la adopción de la Carta de Derechos y Libertades Fundamentales en 1982, la calidad de sus jurisprudencia en materia de derechos humanos y la influencia de sus decisiones judiciales en otras jurisdicciones. Sin duda, el ordenamiento constitucional canadiense es uno de los sistemas legales más influyentes en materia constitucional en los últimos 50 años”, expone la profesional.
Cuando regrese a Chile tiene previsto reintegrarse a la Facultad de Derecho de la Universidad de Concepción. “Me hace mucha ilusión enseñar e investigar en temas relacionados con mi tesis doctoral. Me gustaría postular a Fondecyt el 2012 y también iniciar proyectos de investigación colaborativos con colegas trabajando en similares temas en otras facultades de la universidad, ojalá desde una perspectiva multi-disciplinaria con un énfasis práctico. Me gustaría también establecer una red de investigadores chilenos y extranjeros, y en esto el conocimiento de idiomas, principalmente el inglés, es fundamental”, sostiene.
|