Paulina Vega: “Soy la mejor tenimesista de la historia de Chile”
Desde Portugal, la deportista que se define como una “trotamundos” y adopta la resiliencia como un estilo de vida prepara su participación en París 2024, los terceros Juegos Olímpicos de carrera. Y no se achica: dice que las jugadoras asiáticas no son invencibles y que anhela ser la primera chilena en su disciplina en lograr dos triunfos olímpicos. También relata su vida en el extranjero y sus mayores éxitos y tristezas en una conversación que se puede escuchar íntegramente en el pódcast Estación París de “El Mercurio”.
La palabra preferida de Paulina Vega (31 años) es “resiliencia”. La lleva tatuada en la piel y grabada a fuego desde que a los 13 años voló del nido familiar en San Pedro de la Paz hasta Santiago en busca de sus sueños. Porque Vega tuvo la bendición de saber muy temprano que el tenis de mesa sería su norte y su destino. Y también tuvo tempranamente su recompensa porque debutó a los 20 años en los Juegos Olímpicos (JJ.OO.), en los dobles de Atenas 2004 junto a Berta Rodríguez.
La tenimesista nunca imaginó que pasarían tres lustros para volver a competir en unos Juegos, incluida la frustración de quedar eliminada de Londres 2012 cuando tuvo todo para clasificar.
Pero una vez más, la resiliencia permitió que ese fracaso espoleara su voluntad y coraje. En Tokio recuperó su cartón olímpico emulando a Jaqueline Díaz, la única tenimesista chilena que había ganado un partido olímpico.
— ¿Intentará superar el registro y lograr por primera vez dos triunfos olímpicos para Chile?
“Ha sido una historia larga con sacrificio y trabajo, así que obviamente intentaré emular e incluso mejorar lo que hice en Tokio. Siempre quiero más, pero también sé que llegar a una cita olímpica, donde están las mejores 64 del orbe, ya es un gran triunfo”.
— ¿Es imposible ganarle a una tenimesista china o japonesa de mejor ranking?
“No es imposible, pero es muy difícil. Las apuestas siempre serán favorables a las asiáticas, por supuesto, pero hace pocas semanas, después de clasificar en el Preolímpico de Perú, jugué el Contender en Río con una jugadora de China Taipéi mejor rankeada que yo y le gané. En el siguiente torneo, ella llegó a la final. Recién ahí dimensioné que podía ganarle a una jugadora top 20 o top 50”.
— O sea, imposible no es, pero es altamente improbable.
“De hecho, en ese mismo torneo enfrenté a la N°5 del mundo y por más bien que jugué, ahí sí era imposible”.
— ¿Qué marca la diferencia con ese tipo de jugadoras?
“Parte por la base de que en los países asiáticos el tenis de mesa es un deporte nacional con muchas personas que lo practican. En China, la N°100 a lo mejor puede ser igual de buena que la N°1 del mundo. Eso ya marca muchos escalafones de diferencia pero también influye cómo entrenan desde pequeñas. La disciplina es increíble: los papás los dejan a los cinco o seis años tirados para que tengan una carrera deportiva y entremedio estudien pero el 90 por ciento del día entrenan”.
— ¿Le parece sano que una niña de cinco años entrene con esos niveles de exigencia?
“Creo que el deporte, más allá de cualquier cosa, debería ser un juego. Cuando una niña de cinco años está en un régimen casi militar, deja de estar en un contexto de deporte y juego. Para mí fue muy fuerte ver que les ganaba un set y les pegaran, no era fácil de ver. No estamos acostumbrados a eso y no me parece la mejor forma. Obviamente para ellos sí, porque son campeones del mundo, pero eso va de la mano con la cantidad de personas que juegan. En China, sí o sí va a salir alguna jugadora buena y nosotros casi que llegamos a la elite por suerte o porque se dieron las cosas”.
— ¿Ha postergado cosas importantes en su vida por el tenis de mesa?
“Claramente, sí. A los trece años dejé de ver a mi familia y compartir los cumpleaños, años nuevos, navidades y fechas importantes. A mi familia la dejé de ver y de compartir cumpleaños, año nuevo, navidades y todas las fechas importantes. También está la maternidad. Pero son cosas que asumí al ser deportista de alto rendimiento. Es el camino que elegí y me hace feliz. Yo soy kinesióloga y lo postergué un ratito, trabajé tres años en Chile en una clínica neurológica y luego decidí hacerme un poquito más profesional”.
— Usted estudió en la Universidad Andrés Bello y el mérito de seguir perfeccionando su deporte es doble.
“Por un lado, cuando los deportistas entramos a estudiar tenemos la ventaja de que, al ser tan porfiados y nos guste dar lo mejor, sí o sí vas a sacar la carrera. Pero es muy difícil, son pocos los que pueden hacer doble carrera y mantenerse en el alto rendimiento”.
— Usted se fue muy joven a Europa, a España, Austria y Alemania, entre otros países. ¿Se siente el desarraigo?
“Sí, soy una trotamundos, me siento como la rosa de los vientos. Pero donde estoy ahora mismo, en Portugal, después de tantos años viajando más madura y perfeccionando el tenis de mesa, creo que por fin encontré mi hogar. Llevo un par de años en un centro de entrenamiento en Mirandela, un pueblo pequeño, y me siento muy bien: tengo mi departamento, mis cositas, y cada vez que viajo, incluso a Chile, echo de menos estar en mi casa”.
— ¿Qué otro lugar le ha gustado?
“En España estuve muy bien, pero no sentía que estaba dando el máximo en los entrenamientos. Sigo jugando la superdivisión española y ha sido una de las mejores decisiones que he tomado. Ya fiché para jugar el próximo año en el mismo equipo, el Reus de Barcelona. Para entrenar no era tan bueno pero el nivel de la competencia sí lo es. En Alemania, pese a que me pilló la pandemia y fue bastante duro, me sentía afortunada porque estaba en un centro de entrenamiento donde tenía para dormir, entrenar y comer. Lo único que hacía era eso: dormir, entrenar y comer. Eso me dio un plus para llegar más preparada a Tokio. Yo jugaba en la Bundesliga de Austria, pero vivía en Alemania. Y ahora vivo en Portugal y siento que es mi hogar, es lo más parecido que he encontrado a Chile, la gente es muy cariñosa y me siento muy acogida”.
— ¿Quién es la mejor tenimesista de la historia de Chile?
“Soy yo. Sorry por sonar autorreferente pero mira... A ver, hay varias: Berta Rodríguez estuvo en varios JJ.OO., Sofija Tepes era más referente incluso para mí porque era zurda y siempre tuve la imagen de ser como ella o mejor y Jaqueline Díaz fue medallista panamericana y ganó un partido en los JJ.OO.”.
— ¿No clasificar a Londres 2012 fue el mayor dolor de su carrera?
“Fue mi mayor dolor. Terminé el partido abrazada con mi rival, la venezolana Fabiola Ramos que estaba clasificando a sus quintos JJ.OO. y era digna de admirar. Fue muy doloroso y tuve que vivir el duelo después sin tener tiempo para recuperarme porque a la semana tenía que ir a competir al Mundial y no quería, lloraba y decía 'no puedo'. Al final fui y logramos subir de la tercera división a la segunda. Fue súper gratificante y pude botar un poco todo porque todavía tenia ese dolor de haber estado a un punto de Londres. Pero eso fue lo que me dio alas. Sufrí muchos dolores en mi carrera, por ejemplo en diciembre me fracturé la muñeca y todo el mundo decía que se me escapaba la oportunidad pero para mí, eso era lo que me iba a impulsar”.
— ¿Y la mayor alegría?
“Los Juegos de Tokio 2020 y sobre todo los Panamericanos, no puedo explicar cómo fue sacar tres medallas después de 20 años”.
— ¿La maternidad es un tema?
“No es un tema porque lo decidí así. De hecho, tengo óvulos congelados porque quiero tener la tranquilidad de poder optar a ser mamá si el día de mañana quiero. Es el camino que elegí y soy súper feliz. A lo mejor puedo dar el amor que tengo, no de mamá, a mi sobrino. Creo que puedo encontrar algo que me llene y quizás la maternidad no es el camino. Por eso siempre he tenido la duda de si quiero ser mamá, lo tengo postergado”.
— ¿Existen los amigos en la alta competencia?
“Yo creo que sí. Obviamente cuando una entra a la cancha no existe nada ni nadie y tengo amigas, muy amigas, a quienes no puedo mirar en los partidos y solo puedo enfocarme en lo que es: gritar y luchar. Pero cuando sales sigue todo normal, se hacen bonitos lazos y no solo con gente chilena, sino que también con otros países”.
— ¿Usted es “picada”?
“Más que ser picada, siempre quiero más y cuando veo que está la chance y se me escapa por detalles, obvio que me pico pero más conmigo misma y la situación. Me duele más que me 'pica' y luego trato de 'despicarme' y sacarme esa emoción para poder hacer algo mejor después”.
— ¿Qué medalla es más gratificante: la individual, de dobles, dobles mixto o por equipo?
“Obviamente la individual es muy bonita, es algo tuyo nomás y una recompensa por tu esfuerzo. El 90 por ciento del tiempo una entrena sola, cuando entreno con una pareja nos juntamos un poquito antes y preparamos los partidos. Por ejemplo, a mí me encanta jugar con 'Nico' (Burgos), es un jugador distinto con muchas habilidades y además es talentoso. Siento es es como un baile y cuando bailas bien, te diviertes”.
— En Atenas 2004 usted fue testigo de una gesta inolvidable: las dos medallas de oro del tenis chileno. ¿Cómo la recuerda?
“Fue súper lindo, hay momentos de ese partido que no se van a olvidar. Por ejemplo, estaba todo el Team Chile y llegó Sebastián Piñera y nos pidió prestada la bandera. Se la pasamos, pero le pedimos que la devuelva y no la devolvió nunca. Después, cuando 'Nico' (Massú) jugó la final... Al pobre lo esperamos en la sala médica a las tres de la mañana y llegó destrozado, pero igual celebramos con él con unas bebidas. Amaneció a las seis de la mañana y salimos a tomar desayuno todos juntos, fue muy lindo”.
— Y logró sacarse una foto con Roger Federer, su ídolo.
“Sí, lo logré. Está en mi cuenta de Instagram”.
— ¿A qué otro deporte se podría haber dedicado?
“Cuando era pequeña no existía, pero sería muy buena en el pádel. Lo juego cada vez que puedo para divertirme y salir un poco de la rutina, me gusta. También jugaba a la pelota con mis hermanos, en el colegio practicaba vóleibol, de todo, hasta básquetbol y eso que mido 1 metro medio. Habría encontrado mi deporte igual, si no era el tenis de mesa”.

Felipe Vial
es el Editor de Deportes. Fue redactor en los diarios El Mercurio y La Época, en las revistas don Balón y El Gráfico; columnista de T13 Radio y Premio Nacional de Periodismo Deportivo 2014.