Santiago de Chile.   Vie 18-04-2025
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Mary Dee Vargas: “Una se acostumbra al dolor que conlleva el judo”

La judoca va por sus segundos Juegos Olímpicos tras superar las dificultades y lesiones propias de la rudeza de su disciplina. Desde España, muestra su lado más íntimo: la postergación de la maternidad, los trastornos alimenticios de algunos deportistas, lo que más extraña de Chile, las carencias de su deporte y su frustración por no lograr una medalla en Santiago 2023, entre otros temas que se pueden escuchar en el pódcast Estación París de “El Mercurio”.
ERNESTO ZELADA / XPRESS MEDIA
Felipe Vial20 de julio, 2024
Mary Dee Vargas (27 años) se dedica al judo, un deporte de origen oriental enraizado en el Jiu-Jitsu japonés que significa camino a la flexibilidad corporal, mental y espiritual y por eso, más que una actividad física, es una filosofía de vida.

La judoca y estudiante de arquitectura de la Pontificia Universidad Católica (PUC) fue la primera capaz de clasificar a unos Juegos Olímpicos (JJ.OO.) en Tokio 2020 y la primera en ganar un combate olímpico, más encima en Japón, la tierra madre de su disciplina.

— ¿Por qué se llama Mary Dee? No es nombre común.

“Es un nombre que viene desde Estados Unidos, donde mi papá conoció a una persona que lo apoyó y acompañó mucho y justamente se llamaba Mary Dee. En honor a ella, me bautizó así”.

— Usted entró a estudiar arquitectura en la PUC e intentó convalidar con la Universidad Politécnica de Valencia.

“Así es, efectivamente. Hace varios meses estoy haciendo mi preparación en Valencia, donde estudié algunos cursos para convalidarlos en la PUC así que en algún momento tengo que volver a Chile a terminar mi carrera. Me queda muy poquito y me entusiasma bastante. Pero la realidad es que París 2024 se nos puso entremedio y hay que abordar los objetivos de a uno, así que la arquitectura está pendiente”.

— ¿Qué sería para usted una buena actuación en París?

“Mucha gente me pregunta cuál es la diferencia entre Tokio 2020 y París 2024. Esta vez me siento más preparada, el camino sin duda ha sido mucho más empinado con momentos donde estuve muy abajo, muy negros y oscuros, de mucha decepción pero también muchos momentos alegres y bonitos para celebrar y ver que íbamos bien. Una buena expectativa en estos Juegos es simplemente dar mi cien por ciento y mostrar todo lo que he aprendido y lo que conozco sobre el judo y obviamente tratar de superar mis resultados anteriores de Tokio. Pero no pierdo la esperanza de poder llegar a estar entre las mejores: ése siempre ha sido mi objetivo”.

— Su salida de Tokio fue polémica, por una palanca en el hombro que para muchos debió ser sancionada pero los árbitros no lo vieron así. ¿Son seres intocables los árbitros?

“Jaja, sí, a veces”.

— ¿Cómo lo recuerda?

“Cada vez se ha tecnologizado más el arbitraje. Ya tenemos un VAR como el del fútbol donde se puede observar nuevamente los videos y hacer un chequeo. El arbitraje está muy ligado a cuidar al deportista porque hoy en día hay muchas acciones lesivas. Se recalca mucho el estar pendiente de que no caigamos de cabeza o no haya luxaciones de articulaciones donde no debería. En Tokio, lamentablemente quedó a criterio de ellos y fue polémico. La persona que competía conmigo era muy hábil en ese tipo de cosas, en el trabajo de suelo, y muchas veces la balanza se inclina por ese tipo de datos. Terminar así fue triste y decepcionante”.

— En Tokio usted logró ganar un combate, imagino que ahora el desafío sería ganar por lo menos dos.

“Claro... A ver, eso nunca es asegurable. El judo es un deporte muy complejo y todas las que estamos ahí tenemos un nivel base, con ninguna es llegar y ganarle fácil. Depende mucho del sorteo y de otros factores externos como el peso, los nervios y cómo afrontas el combate. En ese sentido estoy más madura, tranquila y mejor preparada. Como dices, podría mejorar lo que hice en Tokio”.


— ¿Dolió no repetir la medalla de bronce panamericana en Santiago 2023? ¿Qué pasó ahí?

“Yo misma me puse un objetivo desafiante de decir: ‘Pasé tantas cosas después de Tokio, perdimos a nuestro entrenador, tuve que irme a vivir a España en 2021 para preparar estos JJ.OO., pasaron cosas a nivel emocional y familiar y voy a demostrar que lo estoy haciendo bien, que vale la pena, cerrándolo con una medalla de oro panamericana en Santiago 2023’. Un mes antes de ese evento competí en el Panamericano específico, un torneo con muchas más dificultades, y gané la medalla de oro. Me sentía bien, cómoda, pero no fui capaz de autogestionar la presión. Llevé a mi entrenador y un equipo nuevo de España y al final estaba debutando en un escenario después de haber tardado todo ese tiempo en reconstruirme. Eso me pasó la cuenta más de lo que fui consciente. Fue una caída porque yo me esperaba ganar el oro, no menos, y jamás pensé quedarme sin medalla. Fue un golpe duro pero me ayudó a despertar y decir: ‘Oye, vamos bien pero no lo hemos hecho todo, no somos las reinas y amas de esto todavía y hay que seguir trabajando’”.

— ¿Fue la derrota que más le dolió?

“Yo creo que sí”.


— ¿Y la levantada que más le enorgullece?
“Sí, salir de eso. Fue una competencia que me marcó y a partir de ella empecé a trabajar de una manera diferente que me hace ser una persona resiliente ante ese tipo de cosas y decir: ‘Esto se me escapó una vez y no se me va a volver a escapar’”.

— Ustedes han hecho este ciclo olímpico sin Head Coach.

“Hemos tenido ese drama, ese problema latente y ha sido difícil de aguantar”.

— Pero curiosamente, por primera vez en la historia de los JJ.OO. Chile tendrá dos judocas usted y Thomas Briceño compitiendo. ¿El mérito personal es doble?

“Yo creo que son dos cosas diferentes. En el ciclo pasado a Tokio terminamos el proceso juntos y pensamos que íbamos a clasificar los dos, teníamos la ilusión hasta el último momento y nos preparamos para eso. El entrenador que teníamos, un francés muy bien capacitado (Jerome Henric), nos entrenó y puso esa semillita. Fue súper triste y decepcionante para nosotros saber que iba a ir solo uno. Fue entonces cuando tomé el cupo y fui a Tokio, pero como equipo, entre nosotros, siempre quedó esa idea. Esta vez creo que se cargó un poco más la balanza en mí porque sabíamos que si hacía bien la pega, teníamos asegurado tener dos clasificados chilenos. Por eso era tan importante clasificar por ranking y no por cuota continental, eso es lo que te abre las puertas a tener dos clasificados”.

— Pero esa carencia de un Head Coach eventualmente puede cobrar factura.

“Efectivamente, pero no solo para nosotros, que ya somos deportistas con la capacidad de seguir aprendiendo y más maduros en su preparación, sino que más en los que vienen. Eso es lo que se está perdiendo y se están haciendo las gestiones pero en el alto rendimiento no se pueden hacer las cosas lo mejor que se puede, se tienen que hacer bien”.

— ¿A qué atribuye que las cosas no se hagan bien?

“Es un tema de gestión que está muy por debajo del nivel de exigencia de lo que se quiere lograr pero lentamente se van ordenando las cosas. No digo que todo lo que se ha hecho ha sido malo, al contrario, hemos avanzado en algunas cosas. Pero justo en esto, en tener un entrenador a la cabeza, un líder, hemos fallado. Actualmente la dinámica podría cambiar porque ya llegó una persona (el sensei japonés Yoshiki Ito) que supuestamente va a ordenar y está calificada para el cargo pero no la conozco así que no podría hablar mucho más”.

— Usted practica un deporte de altísimo impacto. ¿Cuál ha sido la lesión más dura que ha sufrido?

“Me pilló en el escenario donde quizás tuve mis mejores logros: los Juegos Suramericanos de Asunción 2022, donde gané la medalla de oro. Venía llegando de un Mundial donde había sido quinta, es decir, había perdido el bronce. Tres semanas antes sufrí una lesión muy grave en el hombro tipo rotura de labrum, ligamentosy no me quise enterar qué era porque pensé que no iba a poder competir así que dije: ‘Vamos, competimos y luego lo arreglamos’. Resultó que tenía que operarme y era algo bastante delicado a nivel médico. Consulté con varios doctores y en eso, tenía que regresar a Europa, donde no tenía la posibilidad de tratarme como si estuviera en Chile. Acá, tengo que hacer como que no me duele nada, ese era el escenario complejo”.


— Ustedes conviven con el dolor.

“Efectivamente una se acostumbra no solo al dolor de una lesión, sino que al dolor físico y corporal diario que conlleva este deporte y que también forja el espíritu. Una aprende a vivir con esas cosas... Como decimos en el judo: ‘a vendarlo y ponerle un poquito de scotch’”.

— También tienen la amenaza de los trastornos alimenticios cuando tienen que cumplir con ciertos kilos, en tu caso, menos de 48.

“Ese es un tema que me encantaría abordar en detalle porque no se discute mucho hasta que terminas tu carrera deportiva y mientras tanto puedes sufrirlo en silencio. Al final, no solo entras en una categoría de peso que te restringe, sino que también en un perfil de decir: ‘Tú deberías tener este cuerpo y estar en esta forma física, independiente de tu rendimiento’. Es una dinámica que puede ser muy dañina en la medida que no aprendas a controlarla bien. Finalmente no tenemos una relación tan sana con la comida como quisiéramos, es decir, si te quitan el agua y la comida por tres días, ya no miras las cosas de la misma forma. Es responsabilidad de cada deportista y equipo pero en la medida que lo aprendes a abordar, puede ser llevado de forma positiva y de lo contrario, se da algo negativo que resta a tu performance”.

— ¿Usted sufrió algún trastorno alimenticio?

“No, personalmente siempre lo he llevado muy bien. Trato de restringirme a lo que me enseñaron en mi casa: no comer alimentos procesados o cosas preparadas fuera de la casa, tratar siempre de preparar mi propia comida y no excederme con los aceites, sales y azúcares. Pero sin duda alguna, es difícil”.

— Igual, me imagino que de repente “peca”.

“Por supuesto. Yo creo que tiene que ver con que el deportista de alto rendimiento busca poner a su máquina al cien por ciento en cada entrenamiento y si esa máquina no tiene el combustible adecuado, no funciona. Yo puedo ir y comerme una pizza antes de entrenar y nadie me va a decir que no, el problema es que cuando esté entrenando no me va a servir de nada, el cuerpo no lo agradece, lo rechaza. Y así, cíclicamente: si entrenas dos veces por día tienes que desayunar, almorzar y cenar bien y estar preparada y tener el cuerpo recuperado al otro día. Eso lo logras únicamente a través de la suplementación y la buena alimentación”.

— Cuando usted estaba en el colegio dejó el judo por un tiempo.

“Sí, cuando pequeña tuve un tema de cansarme un poco del deporte debido principalmente a una lesión que me llevó a retirarme. Tenía mucho dolor en la espalda y se tornó un poco insostenible. Dije: ‘Me gusta mucho este deporte, pero lo hago más por un compromiso con mi entorno, mi grupo’. Llevaba muchos años y consideré que era el momento para dar un paso al lado y prepararme a nivel educacional. Me desentendí un poco del judo por unos cuantos años”.

— ¿Fue una casualidad volver o algo planeado?

“Fueron varias cosas. Cuando terminé mi etapa escolar no sabía qué estudiar, estaba súper perdida”.

— ¿No será que los entrenamientos eran son muy rudos? Insisto, por el tema de las lesiones.

“A ver, yo creo que a nivel amateur todo deporte es recomendable y de hecho, el judo está calificado como uno de los mejores deportes para los niños no solamente por los valores que entrega sino que también por las dinámicas que ofrece y porque a nivel físico es muy completo. Son datos que la gente no conoce”.

— ¿Cuál es la mejor edad para un judoca en la alta competencia?

“Depende mucho de dónde estás ubicada en el radar. En Europa, las mejores edades son entre los 20 y los 25 años. Nosotros, los latinos, vamos un poquito más atrasados y estamos entre los 25 y los 30. En general, un judoca puede llegar hasta los 35 años o más compitiendo por lo mismo que comentamos: es tan lesivo que tu cuerpo no te permite continuar y además conlleva bajas de peso, competiciones constantes y las lesiones terminan mermando tu carrera. Por ejemplo, el tenis de mesa tendrá sus propias lesiones de muñeca, desgaste y esas cosas pero no es tan nocivo en todo el cuerpo y quizás te permite tener una carrera mucho más longeva. Nosotros derechamente a los 35 años tenemos que colgar voluntariamente el traje judogi porque ya no nos da”.

— ¿Piensa en el tema de la maternidad?

“En este momento estoy cien por ciento volcada a mi trabajo de deportista y no me he propuesto ni cuestionado tener una vida más volcada a tener una pareja o una vida más matrimonial. Pero sí lo veo en el futuro, obviamente. De hecho, el judo me ha ayudado a descubrir que me encantan los niños y trabajar con ellos es algo ideal, muy bonito y llenador. Así que no lo descarto, en absoluto, pero es algo que en este momento no está en mi horizonte ni me preocupa”.


— ¿Qué es lo que más extraña de Chile?

“Lo que más extraño de Chile sin duda alguna es la comida. Y eso que aquí se come muy bien, pero comer en casa no tiene precio. Disfruto mucho estar con mi gente y cada vez que me reúno con mis amigos es para comer”.

— ¿Y lo que menos extraña?

“Lo que menos extraño es esa idiosincrasia de decir ‘no pasa nada si llego un poco tarde o si no hacemos el último ejercicio’. Y no es algo solamente de Chile, es muy del continente. Aquí también me topo con latinos y se ríen y dicen: ‘Tú eres una latina que llega a la hora, no llegas tarde’. Yo digo ‘ya, pero no somos todos iguales’. Esas cositas que quizás nos merman y nos afectan en el deporte”.

— ¿Qué pasa si llega tarde al entrenamiento?

“En mi trabajo hay requisitos base como nunca faltar o llegar tarde al entrenamiento. Obviamente te puede pasar por un incidente, pero no por un error propio”.

— Todo es severo, como en la cultura japonesa.

“Es severo, pero no tiene que ver con castigar al otro, sino que con quién quiere más. Al final el castigo te lo pones tú porque te da vergüenza llegar tarde y sabes que estás trabajando menos que el resto. Tiene que ver mucho con la automedición, el autocontrol y la autogestión. Eso es algo que aprendí aquí y me llama mucho la atención porque al final nadie te dice que hagas más, la gente voluntariamente hace más. El que quiere ganar, trabaja”.

— ¿Está bien que Antonia Abraham y Nicolás Jarry sean los abanderados? ¿Qué otros deportistas tenían los méritos para serlo?

“Está muy buen que sean ellos dos, son personas que han trabajado y han luchado para estar ahí. Ambos clasificaron a estos JJ.OO. y son grandes representantes de Chile. A todos nos puede tocar, a mí me gusta mucho, por ejemplo, la Kristel (Köbrich) que es un ícono deportivo, pero ella ya fue. Me gusta que Chile lleve un equipo contundente y grande”.

— ¿Es imposible pensar en una medalla del Team Chile?

“Chile lleva trabajando muchos años en el tema y no tenemos medallas olímpicas hace rato, pero no creo que sea imposible”.

— ¿A quién le pondría fichas?

“En Tokio, el que estuvo muy cerca fue Yasmani (Acosta), yo apostaría por él. También están los chicos del golf (Joaquín Niemann y Guillermo Pereira), a quienes les fue muy bien. En el resto de los deportes no estoy muy enterada de cuál es el panorama porque una cosa es el nivel panamericano, pero otra cosa es a nivel mundial. Sé que las hermanas del remo, Melita y Antonia (Abraham), van muy bien, pero no sabría decir en qué escenario están. Nosotros nos enteramos de esas cosas cuando estamos allá, todos juntos y revueltos y conversamos, porque antes no nos vemos”.
Felipe Vial

es el Editor de Deportes. Fue redactor en los diarios El Mercurio y La Época, en las revistas don Balón y El Gráfico; columnista de T13 Radio y Premio Nacional de Periodismo Deportivo 2014.

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