Esteban Bustos: “El caballo es lo más salvaje del pentatlón”
El deportista y Licenciado en Matemáticas va por sus terceros Juegos Olímpicos, posiblemente los últimos de su carrera y una revancha para su accidentada actuación en Tokio 2020. Su historia, la inspiración de su hermano Cristián y su vida fuera del deporte en una conversación que puedes escuchar íntegramente en el podcast Estación París de “El Mercurio”.
El pentatlón moderno es una de las pruebas insignes de los Juegos Olímpicos (JJ.OO.): fue creado por el mismísimo Pierre de Coubertin en 1909, para diferenciarlo del tradicional pentatlón grecorromano y adaptarlo a los ideales militares de fines del siglo XIX.
En París habrá un chileno en esa disputa: Esteban Bustos, quien a los 31 años espera sorprender y superar el 18° lugar con que remató en Londres 2012 con solo 19 años. Sin venir del mundo militar, Bustos tuvo la mejor actuación olímpica histórica de un pentatleta chileno.
—¿Puede superar su actuación en Londres 2012, Esteban?
"Esperemos que sí y estamos trabajando para eso. Tengo 31 años y van a ser mis terceros JJ.OO. En Londres 2012 era el atleta más joven y entrenaba todos los días para ser top 20, ese era mi objetivo. En Río 2016, una lesión me dejó fuera del circuito y no pude clasificar. Y en Tokio 2020... yo estaba muy fuerte, era sexto en el ranking mundial y fui con una expectativa bastante alta; quería estar peleando medallas y la realidad estuvo muy lejos de eso. En la prueba de hípica son 20 minutos para conocer el caballo y cuatro saltos de pruebas y se cortó la rienda. Intentamos apelar y fui eliminado. Iba muy bien hasta ese momento. Ahora, con 31 años y más experiencia, quiero ir a disfrutar estos JJ.OO., porque probablemente sean mis últimos. Y eso no quiere decir que no me importe el resultado, sino que quiero disfrutar la competencia en cada punto de la esgrima, cada salto, cada tiro y también corriendo. Ese va a ser mi enfoque y el resultado va a llegar".
—¿Se atreve a jugársela por un lugar?
"No, esta vez, a diferencia de todos mi otros JJ.OO., voy a ir a disfrutarlo y el resultado va a llegar. Lo que está claro es que en la cancha voy a dar lo mejor y pelearé cada segundo".
—¿Cuál de las pruebas es la que más le acomoda? ¿y la que menos?
"La que menos me acomoda y ha sido así durante toda mi historia es la natación. Es cierto: partí nadando a los cinco años y siempre lo agradezco, porque de otro modo habría sido un asco en la natación. Pero me cuesta mucho y tengo que entrenar bastante en el agua para mantenerme antes de la línea media y llegar en esos tiempos al cuarto final. Siempre ha sido una prueba débil, pero para mi suerte, en el pentatlón la natación es un deporte que pondera menos puntaje. Eso me ha permitido estar en el alto nivel y clasificar a París. Y mi fuerte históricamente, por lejos, ha sido la prueba combinada, sobre todo el correr. Siempre he estado en los primeros lugares, pero más por la carrera. El tiro lo he ido mejorando en la última fase de mi carrera deportiva. Y ahora —con tantas lesiones y el cambio de formato, donde acortaron la distancia y los jóvenes están corriendo cada vez más fuerte— mi prueba fuerte ha transmutado a la esgrima, donde estoy bastante sólido. La experiencia me ha dado una buena capacidad de enfrentar la esgrima, una competencia que es muy dura en el pentatlón porque es un toque contra cada participante y a veces puedes entrar en un bucle de derrota o de victoria y hay que saber gestionarse emocionalmente. En la equitación también estoy muy fuerte, es algo que logré consolidar al final de mi carrera para Tokio, la entrené mucho y confío en mí".
—A propósito de la equitación, ¿el caballo es indómito?
"Es lo más salvaje que hay en el pentatlón. De hecho, tú le hablas a cualquier equitador y lo encuentra una locura. Nosotros no conocemos al caballo, lo único que puedes hacer es verlo el día anterior y constatar que efectivamente salta el recorrido y no te están pasando un burro. Pero la diferencia es que ese recorrido lo hacen los jinetes que conocen al caballo hace años, entonces uno los graba a todos y después con el entrenador de equitación te puedes hacer un panorama de cómo son los caballos. Después, en el día de la competencia, recién una hora antes de partir sabes cuál es tu caballo y a qué hora tienes que subirte a montar. Tú miras el video y dices, por ejemplo: 'Este caballo tuvo tanta fatiga en tal lugar, este no sale bien de atrás o no sale bien de adelante'. Te lo pasan 20 minutos de prueba, para dar máximo cuatro saltos,y entras a un recorrido al que ahora, después de Tokio, le bajaron un poco la altura y complejidad por la dificultad de la equitación. Ahora está en un 1,10 metros. Dependiendo de cómo pases el recorrido, tus faltas, rehúses, etc., te dan un puntaje que se traduce en el pentatlón. Es una prueba muy desafiante y hay que reconocerlo: hay un factor suerte porque hay caballos que son mejores que otros. También hay que ser muy inteligente para adaptarte a cualquier tipo de caballo".
—Es al azar, es suerte.
"Es al azar. Literalmente, el que va ganando la competencia va a una tómbola y saca un número con el caballo".
—¿Tiene resuelto que estos sean sus últimos Juegos?
"Sí. No me voy a retirar del deporte pero si será mi último ciclo olímpico".
—Este deporte, como es hoy día, no va a seguir en los próximos Juegos. Se acaba la prueba ecuestre y se cambia por el "Ninja Warrior", una carrera de obstáculos en una especie de "laberinto", ¿está de acuerdo con el cambio?
"Efectivamente, ahora estará el 'Ninja Warrior" que básicamente es pasar por unas trepas, saltar unas cuerdas y obstáculos arriba y abajo. Ni siquiera he visto la cancha de obstáculos porque estoy enfocado en París. Para que la gente entienda: de los cinco deportes se mantienen cuatro y la equitación se cambia por esta cancha de obstáculos. La razón fue que en Tokio hubo muy malas canchas, rehúses, caídas y la polémica de un entrenador de una alemana que le pegó a un caballo, salió a la palestra lo que es el maltrato".
—A usted se le cortaron las riendas en Tokio.
"Se me cortaron las riendas y fue algo bastante injusto, porque uno no le puede cambiar la cabezada al caballo y las riendas obviamente estaban bien, no eran riendas de campo que estuvieran todas quemadas. La Unión Internacional de Pentatlón Moderno, que es como la Federación Internacional, decidió este cambio y yo, más que estar o no de acuerdo, creo que si el pentatlón estaba en peligro de seguir en los JJ.OO y sacar la equitación era la opción, la apoyo. Pero efectivamente va a ser otro deporte y pierde un poco la mística, la elegancia y la clase de la equitación".
—¿Qué dicen los otros pentatletas respecto de estos cambios?
"Lo miran con recelo, porque el pentatlón partió en 1902 en los JJ.OO. y la equitación lleva más de cien años. Cambiaron el deporte y muchos pentatletas no están de acuerdo, ¿qué pasa por ejemplo con los que tienen 27 años y se ven obligados a un retiro forzado? Porque habrá chicos de 21 años que ya estarán entrenando obstáculos hace años y en el alto nivel tú no puedes regalar nada. Es complicado y en la interna es polémico".
—¿Su hermano Cristián fue su inspiración?
"Sí, por supuesto. Yo partí viendo pentatlón a los 12 años y él era mi ídolo, yo quería ser como él. Y bueno, la relación de hermanos es muy competitiva y competíamos en todo, hasta en quién comía más rápido. Algo que él me enseñó y es un valor tremendo que te entrega el deporte, es que tú en la cancha te quieres matar. Nosotros en la esgrima teníamos combates a muerte y si teníamos que quitar el punto lo hacíamos, pero después nos sacábamos la careta y éramos los mismos hermanos de siempre. Nos íbamos en auto 'cagados' de la risa contándonos los entrenamientos. Uno aprende que en la cancha hay que ser duro y rudo, pero eso no se extrapola afuera del deporte. Yo aprendí con él y fue fácil, porque en Chile, siendo tan pocos pentatletas, tenía a mi hermano cerca. Fue él quien clasificó a Beijing 2008 y yo sabía que para ir a Londres tenía que ganarle a mi hermano, entonces veía mi objetivo todos los días. Él es 10 años mayor que yo, y en el ciclo a Londres era el favorito por la edad y la experiencia, pero yo entrenaba pensando en ganarle y, entre comillas, era más fácil. Ves a tu referente nadando, corriendo y analizas su esgrima y te sirve mucho. Hasta el día de hoy es algo vital en mi carrera".
—Usted es Licenciado en Matemáticas de la Universidad de Chile y maneja muy bien los números, imagino.
"También estoy estudiando un Máster en Análisis Económico en la Facultad de Economía y Negocios (FEN), que me ayuda mucho. Me apasiona la carrera dual del deporte, siempre me imaginé contribuyendo al país con eso porque estamos muy atrasados en tener un plan integral del deportista que se puede retirar a los 30 o 31 años y tiene que desenvolverse en la sociedad. Fue difícil, entré a la universidad en 2013 desde un deporte raro y ya había ido a unos JJ.OO. y no entraba en ninguna cláusula, porque el pentatlón no es un deporte universitario. Entonces, decían: '¿Qué hacemos con este tipo que finalmente está haciendo deporte y no tenemos cómo ayudarlo?'. Finamente entré con una beca de 50 por ciento. Yo sabía que no era mucho, porque para ser deportista de alto rendimiento tenía que tomar una carga académica más baja, era la única forma de compatibilizar mis horarios de entrenamiento con los estudios. Pero tampoco me podía dar el lujo, con lo cara que es la Universidad de Chile, de aplazar mi carrera y estar pagando aranceles anuales que no me podía permitir. Lo que hice fue conversar y exponer que soy un deportista profesional —aunque no lo soy, porque finalmente no se me paga por esto, pero da lo mismo— con muchas obligaciones y que representa a Chile. Eso fue bien recibido por algunos y mal recibido por otros. En Chile pasa mucho que finalmente el profesor es dueño del ramo: la universidad puede querer ayudarte, pero cuando iba a plantear mi semestre para poder tomar un ramo, muchos profesores se reían de mi en la cara. Pero yo no me hacía problemas, no tomaba el ramo y esperaba hasta el próximo año con otro profesor, así me fui acostumbrando. Tuve que gestionarlo mucho y la beca del cien por ciento fue vital. Los ramos que tomaba los pasaba bien y eso me permitía hacer deportes. Pero no hay una política de Estado, hay muchas cosas que fallan. Fue un desafío, pero a mí me gusta, la matemática siempre la vi como un juego: a mí me encanta demostrar cosas, estar en la pizarra dos o tres horas. Nunca lo vi como 'uy, tengo que sacar mi carrera', lo veía entre comillas como mi hobby, aunque suena feo".
—Su crítica, en el fondo, apunta a que lo que pasa con los deportistas de elite no puede quedar al arbitrio de los profesores, sino que tiene que haber una política de Estado.
"Lo que pasa es que los deportistas terminan yendo solamente a carreras de Educación Física en universidades privadas como la Andrés Bello, que te da muchas facilidades. Finalmente nuestra oferta académica es muy reducida, te dirigen a un nicho y la mayoría termina estudiando Educación Física o Kinesiología pero no necesariamente porque quieran".
—Por el origen prusiano de su deporte, ¿nunca le llamó la atención entrar a la Escuela Militar?
"En mi vida, jamás. Mi hermano entró, estuvo tres años y se retiró. Mi papá es suboficial de ejército".
—¿Por ahí se explica el pentatlón en ustedes?
"Para nada, cero. Partimos en una rama de natación y un entrenador tuvo la idea de hacer pentatlón. Llegó mi hermano y llegué yo por coincidencias de la vida. Hoy en día, de hecho, tampoco hay una federación de pentatlón, y el Comité Olímpico de Chile (COCh) se comunica directamente con nosotros. Nunca hubo un proyecto como país para hacer una federación o una escuela formativa, nada. Y no: por mi personalidad, jamás podría haber estado en la Escuela Militar, jaja, nunca me lo planteé en la vida".
—¿Usted pololea? Por su oficio, uno piensa que debe ser difícil mantener una relación.
"No. Yo creo que en la vida uno tiene que ser una persona integral y no sesgarse u obsesionarse con las cosas. Mira, yo pololeé nueve años y después, otros cuatro años. Ahora estoy soltero hace poco. Una de las cosas que hay que entender es hay un estilo de vida del deportista —no salir de fiesta, acostarse temprano, vacaciones reducidas y mucho viaje— pero si encuentras una persona que te apoya, no hay ningún problema. Finalmente es un trabajo de pareja".
—¿Cómo es un día de entrenamiento normal para usted?
"Desde hace dos años estoy pasando mucho tiempo en España y es más fácil, porque estoy dedicado, vivo muy cerca del centro y los tiempos se optimizan. En el período que más entrenaba, en el ciclo pasado a Tokio, generalmente eran cuatro deportes al día: de base, natación y carrera; y después, dos técnicos más. A eso hay que agregarle una sesión de masajista, psicólogo, médico. Es todo el día dedicado a esto".
—¿Qué piensa hacer después de París?
"Obviamente voy a probar los obstáculos, tal vez haga una competencia a final de año. Voy a ver qué pasa pero también quiero ingresar al mundo laboral. Ahora, te puedo decir que estoy muy enfocado en París. Después lo veré con calma, me sentaré y analizaré las posibilidades que tengo".
Felipe Vial
es el Editor de Deportes. Fue redactor en los diarios El Mercurio y La Época, en las revistas don Balón y El Gráfico; columnista de T13 Radio y Premio Nacional de Periodismo Deportivo 2014.