Santiago de Chile.   Vie 19-04-2024
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Camila Bozán, la basquetbolista chilena que jugará en la liga universitaria más competitiva del mundo

Empezó en el básquetbol por una promesa que le hizo a su tío que murió de cáncer. Con 18 años, mide 1,89 metros y llamó la atención de inmediato de los técnicos, que la llevaron a Estados Unidos para hacer carrera. “Tuve que aprender a lavar mi ropa, ordenar y cocinar”, cuenta la canastera, que en junio se incorporará a la Robert Morris University, de la División I de la NCAA estadounidense.
Héctor Opazo M.09 de junio, 2023
No pasa inadvertida Camila Bozán. Su estatura (1,89 metros) llama de inmediato la atención y explica, en buena parte, por qué juega básquetbol.

Pero la jugadora es más que solo estatura. Luego de terminar su educación secundaria en la Downey Christian High School, de Orlando, recibió una oferta para incorporarse a la Robert Morris University, en Pensilvania, que juega en la División I de la NCAA, la liga universitaria más importante del mundo y principal surtidor de canasteras para la potente WNBA.

“No me lo imaginaba, no sé en qué momento todo salió tan bien para optar a estar en una universidad de División I. Es un premio a todo el sacrificio con mi coach (Luis Herrera), mi familia, el hecho de mudarme a otro país, aprender otro idioma...”, cuenta Bozán desde Orlando, tras disfrutar de unas breves vacaciones antes de viajar este viernes 16 a Pittsburgh, sede de su próxima casa de estudios.

Son apenas cinco las jugadoras nacionales que llegaron a División I, la última de las cuales fue Fernanda Ovalle, actual jugadora de Xavier University de la misma liga.

Las Colonials, como se les conoce, han ganado ocho veces la Horizon League, conferencia en la que juegan, y seis veces llegaron al Campeonato Nacional NCAA, aunque nunca pasaron la primera ronda.

Allí llegará Bozán, que llegó a Florida sin hablar inglés, aunque hoy ya ocupa palabras como “so” en medio de una conversación.

“Me vine con 16 años a Estados Unidos, a una escuela muy chiquitita en Miami, invitada por Latinos Básquetbol y por la academia del coach Herrera, con quien entrenaba”, relata Bozán, hoy con 18.

—No debe haber sido fácil dejar la casa familiar a esa edad.

“Fue complicado, sobre todo el primer año, porque no sabía inglés y, como era hija única, tuve que aprender a lavarme la ropa, a cocinar, a ordenar mi pieza. Cuando estaba triste no estaban mi mamá ni mis amigos, pero me ayudó mucho a crecer, a independizarme como persona”.

—¿Cómo empezó en el básquetbol? ¿Desde muy pequeña?

“Empecé a jugar por una promesa que le hice a mi tío, que tenía cáncer. Me dijo que jugara básquetbol por mi altura, pero no pudo llegar a mi primer partido, porque murió tres días antes. Empecé en Paine, luego en Brisas, también llegué a la federación gracias al programa Gigantes para Chile y hablé con el head coach Warren (Espinosa) y quedé en la preselección, pero desgraciadamente llegó la pandemia y no pudimos trabajar como se quería. Entonces, empecé a entrenar con Elite Básquetbol, con el coach Herrera. Me levantaba a hacer pesas, ir a la cancha, correr, almorzar, volver a la cancha, otra vez pesas... Fue agotador, pero pudimos viajar a Estados Unidos, conseguí la beca en Miami, pero luego me fui a Orlando. Tuve una muy buena temporada y empecé a jugar en un equipo de verano de Jalen Suggs, jugador de la NBA, y comparto con su hermana. Allí había un entrenador que me estaba mirando y se pudo concretar mi beca para jugar en División I”.

—Un sueño.

“Nunca me lo esperé, o sea, tenía como el presentimiento de llegar a División I, pero era como un sueño, porque nunca conocí a alguien que llegara a este nivel, salvo a Fernanda (Ovalle), pero salió bien y se pudo concretar”.

Bozán juega en la selección de su high school, pero también integra el equipo de Latinos Basketball.

—¿Cuánto puede significar en su carrera jugar en esta división? ¿Se ve jugando más allá de los cuatro años de universidad, viviendo del deporte?

“Obviamente acá es diferente a lo que tenemos en Chile, si quiero puedo optar a seguir en el básquetbol, se hacen contactos, so tenemos más facilidad para seguir en ese mundo. Pero mi plan es estudiar, sacar mi título y, a la vez, jugar en un nivel profesional, tener ese esfuerzo doble de estudiar y jugar”.

—¿Qué va a estudiar?

“Neuropsicología”.

—¡¿Neuropsicología?!

“Sí, siempre me gustó la psicología y este último año en mi high school vimos muchos temas y me gustó el tema del cerebro, de cómo la química pueda afectar el comportamiento o tus emociones. Además, es entretenido saber cómo funciona el cerebro de un deportista en comparación con alguien que no hace deporte... Pensé en estudiar psicología deportiva, pero me gusta más lo clínico”.

—Deja Florida, donde se habla más español, para ir a Pensilvania. ¿Cómo está ese inglés?

“Al principio era desafiante, aunque estaba en Miami no es lo mismo que estar en un país en el que se habla español. Ahora puedo comprar pan, jajaja. Lo más complicado era que al principio no entendía muchas instrucciones, pero ahora ya entiendo bien el inglés. Y me voy ahora a Pittsburgh, porque como estoy en primer año, tengo que conseguir que mis ramos no topen con los entrenamientos, so empiezo a adelantar clases. No tuve muchas vacaciones y me maté entrenando”.

—¿Está la selección chilena en su horizonte?

“Yo creo que no, por el momento estoy muy enfocada en mi carrera en Estados Unidos. Poder representar a mi país es uno de mis mayores sueños, pero no lo veo tan posible por el momento”.
Héctor Opazo M.

es coordinador de Deportes El Mercurio. Periodista de la Universidad de Chile, participó en la cobertura de los Juegos Panamericanos de Toronto 2015 y en los JJ.OO. de Río 2016, entre otros eventos.

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