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La inquebrantable Köbrich cierra en Tokio su exitosa carrera olímpica

Aprendió a nadar a los 4 años y a los 14 ya no tenía rivales en Chile: vencía hasta a los hombres en 800 y 1.500 metros. Tuvieron que inscribirla en clubes argentinos y brasileños para que compitiera, hasta que se radicó en Córdoba. Si su organismo es privilegiado, su carácter, duro y fuerte, cierra el círculo. Acá, la historia de la mejor nadadora chilena de todos los tiempos, que prepara el adiós en los JJ.OO., contada por sus primeros entrenadores.
Antonio Valencia26 de julio, 2021
Fue en la piscina municipal Rolf Nathan donde el agua se convirtió en parte de su vida. “Kristel no llegó a nadar porque yo fui nadadora. Fue por sus dos hermanas mayores. Yo no tenía donde dejarla y ellas la cuidaban. Nadaba en el bordecito de la piscina y luego hacia las cuerdas. Se fue metiendo hasta llegar más lejos de a poquito. Flotó sola. Fue innato. Nunca tuvo clases regulares de natación”, cuenta su madre, Silvia Schimpl, argentina radicada en Chile y aún profesora en la piscina del Estadio Nacional.

Kristel Köbrich tenía 4 años cuando aprendió a desplazarse en el agua. “Ella era feliz en eso. Nadie la presionaba. En el Colegio Alemán también hacía atletismo, las 'profes' la llamaban para que hiciera atletismo y compitió en la posta 8x50, pero ella sola prefirió y eligió seguir la natación”.

A los 6 años tuvo su primera competencia en la piscina del estadio Italiano: una carrera de 25 metros. “Yo la esperaba al otro lado con la toalla, en la llegada, para que me viera y estuviera tranquila. Así empezó todo”, recuerda la madre.

Ella tiene un talento natural. Y las buenas eran las hermanas: la mayor era técnicamente perfecta y la del medio era pura potencia y garra. Kristel es una mezcla de sus dos hermanasGabriel Torresprimer entrenador de Kobrich


Casi tres décadas más tarde, la mejor nadadora chilena de todos los tiempos suma cinco Juegos Olímpicos (Atenas, Beijing, Londres, Rio de Janeiro y Tokio), títulos panamericanos, sudamericanos y récords.

Este lunes, de hecho, logró el 14° lugar en los 1.500 metros libres, y se prepara para cerrar su carrera olímpica el jueves, en los 800 metros.

“Mostró nivel internacional a los 12-13 años. Ganó su primera medalla con 14 años siendo tercera en un torneo sudamericano en Vitoria, Brasil, en los 400 metros en estilo crol. Ahí fue su despegue. Después los sudamericanos, Odesur y el bronce Panamericano del 2003 y clasifica a Atenas 2004”, resume Gabriel Torres, el primer entrenador de Kobrich en el club Manquehue y en el club Metropolitano de Natación.

“Ella tiene un talento natural. Y las buenas eran las hermanas: la mayor era técnicamente perfecta y la del medio era pura potencia y garra: siendo juvenil compitió en un sudamericano adulto en Venezuela '97. Kristel es una mezcla de sus dos hermanas”, comenta Torres.

Nadie me dijo que no se podía... pero nadie hace lo que yo hagoKristel Kobrichnadadora


Kobrich fue la única que se dedicó por completo a competir: su hermana mayor es profesora y la otra es doctora.

Y se acostumbró a nadar con dos cosas en la cabeza: la canción que escuchó en la mañana al levantarse y se le quedó pegada, y la tranquilidad mental que le otorga el yoga, disciplina que practica con su entrenador desde hace 17 años, el argentino Daniel Garimaldi.

Desde los 18 años vive en Córdoba en la casa, precisamente, de los Garimaldi. “Es una más. De hecho, cuando ella llegó allá había nacido recién el cuarto hijo de Daniel. Lo vio crecer y eran súper apegados. Ahora hasta llegó un nieto. Allá está su segunda familia”, dice la madre, quien también la entrenó en sus primeros años junto a Torres. “Como hasta los 12. Era mejor separar roles”, aclara.

La madre de Köbrich nació en Buenos Aires. Y algo de eso explica su carácter y también su elección por Argentina como segunda casa. “Me llama la atención la dedicación y la mentalidad. Son arrogantes y han llegado tan lejos justamente por eso. Al decir somos los mejores nadie les pasa por encima y eso los ha llevado a ser campeones del mundo en muchas cosas”, dijo “La Cobra” en 2005.

“Áy, ella repite las palabras de su madre!!”, dice riendo Silvia Schimpl. “Es cierto, la mentalidad es distinta y ella me lo comentó cuando llevaba un par de años allá en Córdoba”.

A Córdoba, Kobrich llegó por dos razones: se cansó de ser gitana entrenando en distintas piscinas de Santiago, pero fundamentalmente buscando competencia.

Torres recuerda. “En Chile no le quedaba otra que competir contra hombres, y le ganaba a todos los varones en 800 y 1.500 metros. En damas, a los 14 años ya no tuvo rivales y debimos buscar en el exterior campeonatos nacionales en Argentina y Brasil. Allá había competencia de mejor nivel. La inscribíamos en clubes de allá y uno de esos clubes era de Córdoba, de Daniel Garimaldi”.

Sus dos primeros entrenadores, Silvia Shimpl y Torres, aclaran un punto clave considerando lo que viene: Kristel no se ha lesionado nunca.

Lo más grave, el colapso en aguas abiertas en los JJ.OO. de Beijing 2008, ocurrió por no hidratarse lo suficiente. “Fue duro. Estábamos viendo la carrera en un computador y de repente no apareció más y nos olvidamos: bah, se debió quedar atrás. Al otro día prendo la TV donde hablar de la tragedia en aguas abiertas y la veo a ella en camilla y con Neven Ilic corriendo detrás. Terrible. Yo no podía ni hablar con lo que estaba viendo. ¡Me enteré de todo mirando por la TV!. Por suerte salió todo bien. Todos los exámenes salieron bien, pero ella no se acuerda de nada, ni de cuándo la llevaron a la orilla ni cómo la sacaron del agua ni nada. Se desmayó y la salvaron. Fue fuerte”.

La resistencia en distancias largas, apunta Torres, tiene una explicación. “Su cuerpo, sus músculos tienen más fibras rojas que blancas: las blancas sirven para la velocidad y se agotan rápido, las rojas son para fondistas. Y siempre nos sorprendimos y generaba admiración en sus compañeros porque naturalmente arrojaba muy poco lactato, que es lo que produce el cuerpo cuando el músculo se agota por falta de oxígeno. Impresionante. Kristel es un organismo privilegiado”, grafica su exentrenador.

Por lo mismo, su prueba favorita es 1.500 metros libres. Ya había competido en dicha prueba en cinco campeonatos mundiales. A Tokio clasificó en 2019 y la pandemia golpeó. “Nadar los 1.500 en unos Juegos Olímpicos era la culminación. Pero le tocó duro”, reseña su madre.

En pandemia, Köbrich se quedó sin entrenar, sin tocar el agua, solo con trabajo físico en tierra. Hasta que consiguieron fondos con autoridades chilenas para temperar en invierno la alberca de los Garimaldi. “Y ahí volvió al agua en una piscina de 8 metros”, cuenta la madre.

“Ella fue desde niña disciplinada al 100 por 100. Nunca faltó a un entrenamiento. La clave más importante es la responsabilidad que asumió. Profesional y seria. Y estuvo dispuesta a pagar el precio para cumplir el objetivo”, explica Torres.

Como dijo hace poco no sabe si la mente va a ir a la par del físico, pero para ella no es tema.¿Santiago 2023? Tendrá 38 años, no es un tema menor… pero aprendimos que cada año ella no se proyecta más allá que al que viene. ¿Qué pasará el 2022? No sabemosSilvia SchimplMadre y primera entrenadora de Kobrich

Además del yoga, Kobrich tomó cursos de gastronomía y de Pedagogía en Inglés. Su foco principal es el nado. Años levantándose a las 3:45 AM para entrenar mañana y tarde. Por sus horarios, hasta hablar con su familia en Chile se dificulta.

En agosto Köbrich cumple 36 años “Como dijo hace poco no sabe si la mente va a ir a la par del físico, pero para ella no es tema.¿Santiago 2023? Tendrá 38 años, no es un tema menor… pero aprendimos que cada año ella no se proyecta más allá que al que viene. ¿Qué pasará el 2022? No sabemos”.

“No la veo frustrada por lo que pasó ahora en los 1.500, la prueba que siempre quiso nadar en JJ.OO”, afirma Torres. Y concluye: “Su leit motiv es seguir luchando. Nunca abandonar. En Santiago 2023 aún la veo compitiendo como si fuera su primer Panamericano. Yo creo que llega y quizás sea el momento de decir adiós en su patria. Por que ella ES la natación chilena. Es muy fuerte, muy dura de carácter. Ella es inquebrantable”.

Silvia Schimpl, su mamá y primera profesora se remite al último mensaje en Instagram de su hija, que dice: "Nadie me dijo que no se podía...pero nadie hace lo que yo hago..."
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