En uno de los peores momentos de la pandemia se encuentra Japón. Ya son más de 1.500 los contagios diarios solo en Tokio y los números en otras regiones obligaron a extender el estado de emergencia en diversos puntos del territorio.

Por lo mismo —y considerando que el rechazo de la gente de organizar los Juegos Olímpicos en estas condiciones bordea el 75% según las encuestas más recientes—, ya se analiza la posibilidad de cancelar definitivamente la cita deportiva, que fue pospuesta debido a la pandemia el año pasado.

“Necesitamos hacer todo lo mejor que podamos para organizar los Juegos, pero la decisión puede cambiar y podría ocurrir cualquier cosa”, admitió Taro Kono, ministro de reforma administrativa de Japón.

El COI ya advirtió que los Juegos no pueden volver a postergarse y si no arrancan el 23 de julio, como está planificado, no se harán, lo que se traduciría en pérdidas millonarias para el gobierno japonés, para la ciudad de Tokio y para el deporte en general.

“Todo es posible, pero como anfitriones de los Juegos tenemos que hacer todo lo que podamos, para que cuando haya un escenario definitivo, podamos tener unos buenos Juegos Olímpicos”, añadió Kono.

En el mundo olímpico siguen con atención las palabras de las autoridades, aunque el pasado martes, el presidente del Comité Organizador de los Juegos, Toshiro Muto, envió un mensaje relativamente tranquilizador a los miembros del COI: “Es falso que los Juegos se vayan a cancelar en febrero, aunque sí se analizará la difícil decisión de que se realicen sin público”, informó.