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Vía crucis

Entramos a una temporada de dolor y tormento, ya cruzamos la primera estación, Bolivia 2 y Chile 1, y enfilamos el vía crucis del fútbol nacional y su equipo símbolo. No hay manera de salir de la ruta y saltarse las estaciones de 2024, están marcadas y no se moverán.
Foto: Photosport
Antonio Martínez14 de septiembre, 2024
Lo que viene será peor y, por lo tanto, lo apropiado es lo contrario: buscar lo mejor, encontrar los lados, formas de mirarlo y modos de salir adelante, para que la selección de Chile no se nos vaya al fondo. No de la tabla de posiciones, sino al fondo del infierno tan temido.

La hoguera tiene palos de sobra, los justos ocuparon las primeras filas, los indignados las segundas, los tristones la tercera y es un recinto abarrotado de asientos ocupados, hasta sentados de a dos y unos encima de los otros.

Una mitad lo vio venir hace meses.

Otra mitad lo dijo hace tiempo.

Otra mitad está formada por aquellos a los no les hicieron caso.

Una mitad estaba segura de que iba a suceder lo que ocurrió.

“El infierno tan temido” es un cuento de Juan Carlos Onetti donde todo puede ser peor, y el título viene de unos versos anónimos, poesía mística española del siglo XVI: “Soneto a Cristo crucificado”.

Entramos a una temporada de dolor y tormento, ya cruzamos la primera estación, Bolivia 2 y Chile 1, y enfilamos el vía crucis del fútbol nacional y su equipo símbolo. No hay manera de salir de la ruta y saltarse las estaciones de 2024, están marcadas y no se moverán.

Estación 2: Brasil en Santiago.

Estación 3: Colombia de visita.

Estación 4: Perú en Lima.

Estación 5: Venezuela en Santiago.

Tampoco se moverá el grueso de los protagonistas de nuestra dramática historia que son los siguientes, merecen preguntas y respuestas:

¿Qué son los jugadores? Son de los nuestros.

¿Qué es Ricardo Gareca y su equipo? Es lo que hay.

¿Qué es Pablo Milad y compañía? Lo que nos merecemos.

No necesitamos más verdugos ni centuriones, porque los hay de sobra.
Tampoco santones, bandidos oportunistas y doctores de la chueca ley.
Menos profetas apocalípticos y predicadores terminales.

El resto son los demás: compatriotas más o menos creyentes, feligreses intermitentes, devotos ocasionales y es la familia del fútbol que un día cree y al otro no, y así van pasando los partidos, la vida y los mundiales.

Los demás son la mayoría bulliciosa que debe poner la esperanza, el hombro y el ánimo, según ciertas normas por seguir. Un manual de estilo.

No perder la cabeza en las estaciones que se aproximan y que los resultados, cualquieras sean, no arrastren donde ya sabemos: al infierno.

No huir de lo que viene, ni correr en redondo ni taparse los ojos en blanco.

No rasgarse la ropa entre chillidos de espanto que solo sirven como efectos sonoros.

No hacerse el inocente ni vestirse de ángel impoluto.

Desde que el ganador saca tres puntos en un partido, en el fútbol y en las tablas, pasan muchas cosas.

Cuatro estaciones faltan en lo que resta de año y el 2025, en marzo, corresponde la sexta que es Paraguay de visita, y la séptima: Ecuador en Santiago. Esa es la fotografía entera, es la manera de entenderlo y soportarlo: estamos en un vía crucis. No es un partido de 90 minutos o 180 o 360. Es mucho más que eso, hay un calvario por delante y es el camino que nos tocó.

Antonio Martínez

es periodista y crítico de cine; fue editor de Cultura de “La Época”, jefe de redacción de “Hoy” y director editorial de Alfaguara. Fue corresponsal, desde España, de “Estadio”, y columnista de “Don Balón”. Autor de “Soy de Everton, y de Viña del Mar” (2016), y junto a Ascanio Cavallo, de “Cien años claves del Cine” (1995) y “Chile en el cine” (2012).

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