Insólito. Incómodo. Extraño. Pero negocios son negocios. Lionel Messi podría convertirse en el rostro planetario más bombástico de la candidatura de Arabia Saudita para el Mundial 2030, que evalúa presentar junto a Egipto y Grecia, desatando un eventual conflicto de interés con la promoción de la Copa del Mundo del Centenario que pretenden conseguir Uruguay, Argentina, Paraguay y Chile.

Como si fuese una estudiada maniobra estratégica, los sauditas suscribieron en mayo pasado un millonario contrato con Messi como promotor turístico. Parecía un negocio más de “La Pulga”, como los que tiene como rostro de Adidas, Louis Vuitton o Pepsi.

Coincidentemente, la campaña turística que reportará unos US$30 millones a Messi (cinco veces más que el contrato que rechazó Cristiano Ronaldo), lleva por nombre “Visión 2030”, y contempla spots publicitarios que ya han sido emitidos y en que el “10” argentino invita a descubrir lo “inimaginado”.

Tampoco parece casual que el príncipe heredo del reino saudí, Mohammen bin Salman, cancelara un viaje a Japón para presenciar el partido inaugural de Qatar 2022 en el palco oficial junto a Gianni Infantino, presidente de la FIFA.

Arabia Saudita y sus petrodólares —que ya han llevado la Supercopa de España 2020 y 2022 a sus tierras, así como tienen fechas de la Fórmula 1, los Juegos Asiáticos de Invierno 2029, el Rally Dakar y el circuito de golf LIV— es la última irrupción de candidatos para la Copa del Mundo de fútbol de 2030.

El anuncio golpea, otra vez, la romántica idea sudamericana de festejar los 100 años del primer Mundial, el de Uruguay 1930, precisamente en la nación oriental junto a Argentina, Chile y Paraguay: en octubre pasado, la poderosa candidatura de España y Portugal sumó oficialmente como organizador del evento a Ucrania.