Al asumir su segundo interinato, lo primero que hizo Sebastián Miranda fue subirles el ego a sus jugadores: les subrayó que estaban en la U por sus condiciones y que no cualquiera llegaba al Centro Deportivo Azul (CDA). Posteriormente, puso en marcha un plan de trabajo que partió con charlas diarias buscando reforzar las confianzas individuales y colectivas.

“Nos motivó un poco más y por eso estamos enfocados en lo que quiere (Miranda). Por ahí, quizás, pasa el cambio”, dijo Lucas Assadi luego de la victoria sobre Palestino, la primera en mucho tiempo que coincidió con el reestreno del exlateral en el timón técnico azul.

En lo que no profundizó el promisorio mediocampista fue en la metodología que implementó Miranda en el búnker azul de La Cisterna. En su minuta, el estratega apostó por retomar un trabajo directo y permanente de la psicóloga Carolina Delmónaco con el plantel, y por sostener conversaciones individuales y colectivas, dentro y fuera de los entrenamientos, algo que, comparán en el CDA, “jamás ocurrió con (Diego) López, quien siempre fue más distante con los futbolistas”.

“Yo soy cercano a los jugadores, así siento el fútbol y esa es mi forma”, reconoció el propio Miranda antes de su segunda experiencia en el primer equipo. Sin embargo, en el CDA no solo reconocen que la motivación y el trabajo psicológico que impulsa el entrenador es un punto distinto en el repunte de la escuadra universitaria: “Sebastián cree en la intensidad y en la repetición de los trabajos que se realizan en los entrenamientos. Antes de entrar a jugar te pide llevar a la cancha lo que entrenamos, que si lo hacemos vamos a estar muy cerca de ganar. Y le creemos”, comentan en el plantel.

Asimismo, agregan que el estratega les entrega conceptos claros de lo que pretende, a través de un discurso sencillo y directo, el que “ahora es entendible”, otra vez comparando con el cesado López, a quien le costaba más la comunicación con sus dirigidos: “Quizás era por la mezcla de idiomas, porque como él se formó en Italia, mezclaba conceptos con el italiano y perdía el hilo de lo que estaba diciendo”, confiesa un expupilo del entrenador uruguayo en la U.

Miranda, dicen los futbolistas, también les entregó otra premisa clara al plantel: la U debía ser protagonista y pensaba jugar con un diez y dos delanteros, lo que fue valorado por el grupo, pues aseguran que el 4-2-3-1 que implementó López no les acomodaba, ya que los obligaba a jugar al pelotazo buscando al único delantero nominal: Ronnie Fernández.

El peso del capitán Felipe Seymour en el camarín también fue otro punto que Miranda tomó en cuenta, pues las filtraciones de la pareja del volante, quien es comentarista de televisión y dijo en “on” que los jugadores ya no le creían a Diego López, provocando mucha tensión en ese momento.

“Había una pérdida de confianza con lo que proponía López y eso genera un desconcierto en el equipo. Sebastián (Miranda) habló con los jugadores, entendieron el rol que tienen y se retomaron las confianzas. Este equipo siempre corrió, pero ahora sabe cómo hacerlo. La función de un entrenador es potenciar cada rendimiento y eso es lo que hizo el nuevo técnico. Los jugadores evalúan esas cosas y se está notando en la cancha. Por ejemplo, liberó a Assadi de funciones defensivas, ya no baja 60 metros para defender y le da el protagonismo que necesita por sus condiciones. Sebastián hizo un equipo lógico, de acuerdo a las características de sus jugadores”, opina César Vaccia, técnico bicampeón con los azules en 1999 y 2000.

Miranda sonríe: ha dirigido seis partidos, contando su primer interinato en mayo, sumando cuatro triunfos y dos derrotas, con un 66,66% de rendimiento.