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El asesor de la U

Cuesta creer que los directivos de Azul Azul no dimensionaran el impacto que provocaría la incorporación del directivo serenense (Mauricio Etcheverry). Su inaudita convocatoria no la explica la torpeza, la ignorancia, ni el descriterio. Parece un acto deliberado, planificado justamente para generar la tormenta que desató.
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Felipe Vial17 de agosto, 2022
El grupo que controla Azul Azul (Sartor) se empeña todas las semanas en embadurnar un poco más su gestión, marcada por los errores no forzados, por la invisibilidad de sus autoridades y por el personalismo de sus decisiones: desde el fracasado “proyecto refundacional” que encabezó Luis Roggiero, y que duró lo que duran las convicciones de los jefes directivos de la sociedad universitaria; hasta la inverosímil contratación, como asesor, de quien fuera el brazo derecho y principal consejero de Sergio Jadue durante su convulso mandato en el fútbol chileno: el desprestigiado directivo Mauricio Etcheverry, quien además de terminar su días en Quilín acusado de formar una asociación para defraudar dineros de la ANFP, es también expresidente y accionista de La Serena, uno de los rivales directos de la U en su cuarta temporada consecutiva batallando por no bajar a la B.

Cuesta creer que los directivos de Azul Azul no dimensionaran el impacto que provocaría la incorporación del directivo serenense. Su inaudita convocatoria no la explica la torpeza, la ignorancia, ni el descriterio. Parece un acto deliberado, planificado justamente para generar la tormenta que desató. La pregunta brota espontánea: cuál es el objetivo que persigue semejante iniciativa, ¿acaso los actuales administradores pretenden reventar la U, o como dijo un reconocido columnista en estas páginas, desguazarla sin escrúpulos para rematar hasta su nombre?

Las interpretaciones son válidas, porque los dirigentes azules no explican las decisiones que adoptan y se parapetan en un silencio sepulcral que eleva el escepticismo y las dudas sobre todo lo que rodea a la U, partiendo por la desconocida identidad de sus propietarios, también ocultos en una trama societaria infranqueable y muy bien construida.

Los excelentes reportajes de “El Mercurio” y de CIPER sobre las relaciones cruzadas entre los propietarios de los clubes chilenos pudieron revelar el modus operandi —que en el caso de “San Luis de La Calera” descubre capítulos como sacados de una novela de Moliere por lo absurdos e hilarantes—; pero todavía nadie ha podido desentrañar a los verdaderos dueños de la U. Lo que dobla la responsabilidad de quien les traspasó el poder de la compañía, Carlos Heller. Y más aún cuando en un primer momento rehusó liquidar el 63,07% de sus acciones por temor a que Azul Azul cayera en las manos de agentes de jugadores y/o prestamistas. El problema es que a los pocos meses vendió igual a un fondo de inversión privado. Y ni él supo a quién.

Ese momento, el 8 de marzo de 2021, fue determinante, porque se produjo el quiebre y se agudizó el proceso de descomposición que se había advertido durante el último tercio de la administración anterior. Es relevante apuntar el hito para encontrar las causas del opaco presente y del incierto porvenir de Universidad de Chile. No es necesario ir tan lejos en el tiempo y menos glorificar la época en que el club, amén de los logros deportivos que todo lo cubren, pagaba los sueldos de sus jugadores con fórceps, campeaba la corrupción con asesores que cortaban comisiones millonarias en las transferencias de jugadores y también directivos sin escrúpulos que protagonizaron estafas escandalosas utilizando el timbre de la U.

No necesariamente todo tiempo pasado fue mejor, aunque el grupo Sartor se esfuerce todas las semanas en desmentir la vieja máxima...

Felipe Vial

es el Editor de Deportes. Fue redactor en los diarios El Mercurio y La Época, en las revistas don Balón y El Gráfico; columnista de T13 Radio y Premio Nacional de Periodismo Deportivo 2014.

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