No hubo caso: Colo Colo terminó entre lágrimas
Lo que debía terminar en abrazos concluyó en lamentos.
El mundo al revés. Porque ayer debía imperativamente ganar, pero empezó perdiendo temprano con un mazazo al mentón: marcó Tobías Figueroa desde los doce pasos antes de los cinco minutos.
Mundo al revés porque la jugada del gol nació justamente por el sector, el izquierdo, por donde mejor arma ataques el forastero vía Gil, Suazo y Solari. Pero la perdió el “Pibe” atacando y salió el balonazo de Nieto que terminó en la cabeza y la mano que regaló Zaldivia para el penal del “9” nortino.
Y mundo al revés porque los albos eran visita, pero el estadio casi por completo era blanco: la grada era una olla a presión que desbordó el alambrado para festejar lo infestejable: el empate de Carlo Villanueva fue anulado por offside de Solari.
Y como las tragedias no llegan solas, a cinco del final del primer lapso fue Solari, en el asedio constante, el que perdió el duelo con Nieto que, calcado al primer tanto, lanzó una pelota para Figueroa que cortó Carabalí con un choque fuera del área. Roja directa tres minutos después de que, en Sausalito, el exalbo Julio Barroso desatara la euforia cruzada con un autogol.
Con diez en la cancha, el Cacique siguió atacando ya sin Bolados en el campo —salió para el ingreso del portero de emergencia, Julio Fierro— y anotó de nuevo en offside antes de irse al descanso.
No había caso.
La historia del partido estuvo marcada más por errores propios, tal como fue la historia del campeonato perdido: Colo Colo se descuidó como ningún otro club con el covid-19 y pagó las consecuencias. Perdió dos partidos obligado a jugar con juveniles, y para el duelo con los “Pumas” lamentó seis bajas por la plaga, tres titulares fijos.
No fue lo único, porque después del triunfo sobre la UC en el clásico, el equipo empezó a caer por el barranco. “Desde ahí no tuvimos el juego de antes. Estamos tristes, con mucho dolor, pero en el balance hay más cosas positivas que negativas”, diría ayer el ayudante técnico albo, Leandro Stillitano.
Un tiro en el poste del infatigable Solari y otra pelota en el larguero “Puma”, tras cabezazo de Zaldivia, aumentaban el dolor. Iván Morales salió llorando de la cancha, sustituido a diez del final. Las lágrimas en la cara de Gil y de Joan Cruz completaban el cuadro triste de un torneo que, como la pandemia misma, se les fue de las manos.