La Eurocopa arrancó con desgracias para Turquía, que jugó contra Italia en el Olímpico de Roma.

Se jugaba el minuto 52 y Domenico Berardi, por el carril del wing derecho, encaró a Umut Meras. El lateral se resbaló, dejándole el campo abierto al atacante del Sassuolo, quien lanzó un potente centro al área rival.

No fue todo. Merih Demiral, en su afán por bloquear la pelota, terminó ubicándola en la portería de su compañero Ugurcan Çakir. Feo para ser primer gol de un torneo, pero igualmente válido: Italia conseguía la anhelada ventaja.

Hasta ahí, Turquía resistía como podía, pero resistía. Varias veces estuvo al borde del gol en contra, porque la Azzurra no solo tenía el balón, sino que además se creaba opciones para anotar. Lorenzo Insigne (tras recibir una pared de Berardi disparó desviado), Giorgio Chiellini (cabezazo que el meta rival mandó al córner) y Ciro Immobile (testazo desviado) tuvieron el primer grito.

Pero Turquía, sin problemas en plantearse cerca de su área y defender con 10, aguantaba el cero.

Eso, hasta la seguidilla de infortunios. Llegó el accidente de Demiral y el equipo de Roberto Mancini jugó a placer.

El segundo gol fue una demostración de qué hacer cuando el enemigo cierra todos los caminos. Nicolò Barella alargó para Berardi, quien observando que en el área había muchas piernas optó por cambiar de frente donde aparecía Leonardo Espinazola. El lateral de la Roma, jugando a perfil cambiado, entró por la izquierda para rematar de derecha. El arquero Çakir, que ya había salvado en varias a su equipo, evitó el tanto, pero le dejó el balón servido a Immobile, quien marcó.

Al momento del 2-0, seis jugadores de Italia estaban en el área de Turquía.

El 3-0 de Insigne tomó a Turquía ya desmejorada: un error en la salida generó varios toques hasta la preciosa asistencia de Immobile.

La Azzurra arrancó con las luces encendidas. Presión alta, fútbol a un toque y goles. Tres, una cifra que marcó un hito: Italia había participado en nueve ediciones de la Eurocopa y jamás había anotado tantas veces en un mismo juego.

El Olímpico de Roma, que contó con un aforo del 25% de su capacidad, fue testigo de la historia. Hubo 12.916 espectadores controlados.

El técnico de Italia estaba contento con el rendimiento de su equipo. “Hicimos un buen partido, incluso en la primera parte, aunque no pudimos marcar. No fue fácil, estábamos debutando. Hubo mucha ayuda de la multitud, el equipo jugó muy bien. Había más presión de la habitual”, fue su primer análisis. “Tuvimos el mérito de no dejar jugar a Turquía al seguir presionándolo. Los muchachos tuvieron paciencia, incluso la defensa estuvo muy bien. Los partidos no se ganan por casualidad, todos deben afrontarse de la forma correcta. Hemos crecido mucho pero todavía podemos mejorar”, agregó.

“Era crucial mover el balón rápido para llegar a la portería contraria con el hombre libre. Era importante empezar bien, aquí en Roma, y creo que es una satisfacción para todos, para el público y para todos los italianos. Fue una jornada hermosa, espero que se repitan. ¿Primer paso hacia Wembley? Todavía es largo, todavía quedan seis partidos más”, dijo, a propósito de la opción de disputar la finalísima en Londres.

Entre los jugadores la alegría era total. “Fue una velada perfecta; cumplimos con nuestro deber, porque queríamos empezar bien y lo hicimos. Ver a la afición regocijarse es aún más bonito, a ellos les dedicamos esta victoria, a los que todavía están luchando por este maldito virus”, sostuvo el artillero Immobile.

Leonardo Bonucci estaba feliz, pero no quiere perder la calma. “Cuando comienzas esta aventura debe haber algo de emoción. Lo imaginé así. Este es el camino que hemos tomado. Es el primero de un largo viaje. Ahora, con los pies en la tierra, pero entusiasmo, sí. Y mucha humildad. Los equipos nos conocerán cada vez más. Teníamos que tener la cabeza liviana y un corazón caliente. Tomemos las cosas positivas y eliminemos todo lo demás”, reflexionó.

Después de no clasificar al Mundial, Italia luce una cara renovada. No solo tiene potencia ofensiva, sino que conserva su clásica solidez: lleva 28 partidos sin perder y 9 victorias consecutivas, todas ellas sin conceder un tanto.

Este sábado habrá tres partidos: Gales y Suiza cierran la primera fecha del grupo A, en tanto Dinamarca-Finlandia y Bélgica-Rusia le darán vida al grupo B.

El equipo de Roberto Martínez, que se clasificó después de ganar los diez partidos disputados, anotar 40 goles y recibir solo tres, será la principal atracción de la jornada. Mantiene el 3-4-3 como esquema madre. Ni siquiera el difícil presente de Eden Hazard, una de sus estrellas, complica al estratega español.

“Estoy convencido de que veremos su mejor versión. Eden siempre ha tenido un buen rendimiento con nosotros y desempeña un papel importante; jamás decepciona. Le he visto con hambre en las últimas semanas. Ha recuperado la sonrisa. No ha jugado mucho, lo cual puede ser una ventaja. Se incorporará al equipo como un jugador nuevo y joven”, anunció Martínez.

Kevin de Bruyne, quien sufrió dos fracturas en el rostro en la final de la Champions League, no estará en el estreno. Tampoco jugará el centrocampista Axel Witsel, quien no actúa desde el pasado mes de enero debido a una rotura del tendón de Aquiles.

Ni siquiera eso perturba a Martínez. “Estamos muy felices con los progresos de ambos jugadores. ¿Si somos favoritos? Tenemos más experiencia. No creo que vayamos a sufrir por las expectativas creadas. Estamos muy bien preparados”, aseguró el DT.

Y si en Bélgica todo es paz, en Rusia, el enemigo, la historia es distinta: Andrey Mostovoy, extremo del Zenit, se perderá la Eurocopa, pues dio positivo al examen del covid-19. Fue reemplazado por Roman Evgeniev.