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Lasarte, lo mejor de Chile

El uruguayo es preclaro tácticamente, sereno en su discurso, prudente en el conflicto, maduro en el oficio y respetado por moros y cristianos. Un técnico sin aspavientos, con un carácter que se impone sin estridencias. La percepción es que después de mucho tiempo —quizás desde la época de Marcelo Bielsa— manda el entrenador y no los jugadores en Pinto Durán.
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Felipe Vial10 de junio, 2021
Acaso si lo más valioso que cosechó la selección en la última fecha doble de las clasificatorias fue la constatación de que Martín Lasarte era el entrenador indicado para reemplazar a Reinaldo Rueda, ahora jefe técnico de Colombia.

El uruguayo es preclaro tácticamente, sereno en su discurso, prudente en el conflicto, maduro en el oficio y respetado por moros y cristianos. Un técnico sin aspavientos, con un carácter que se impone sin estridencias. La percepción es que después de mucho tiempo —quizás desde la época de Marcelo Bielsa— manda el entrenador y no los jugadores en Pinto Durán.

Se rodaron varias historias sobre cómo se gestó la llegada de Lasarte al representativo —básicamente porque algunas versiones oficiales fueron irrisorias, cantinflescas y contradictorias—, pero lo que cuenta es que llegó. Y es justo apuntarlo al haber de la ANFP.

Es cierto: Chile sumó apenas dos puntos de seis posibles en la última fecha doble de las clasificatorias y la Roja quedó peor posicionada de como estaba antes de que el uruguayo se sentara en el banco de los calvarios. También es verdad que las eliminatorias siguen muy empinadas para la escuadra nacional y que Qatar se ve más lejos que en el mapa.

Eso triplica el mérito de Lasarte, porque aun en un escenario tan adverso, logró lo que parecía perdido: renovó la confianza y la fe en la selección nacional luego de los partidos contra Argentina (1-1) y Bolivia (1-1), en los que la Roja alcanzó cotas de rendimiento que hicieron revivir los momentos más brillantes de la incomparable “Generación Dorada”.

Ni siquiera la amargura y la impotencia que provocó el inmerecido empate con la selección boliviana nubló la vista. Hubo coincidencia en el análisis: Chile se paseó en San Carlos de Apoquindo, sometió a su rival durante prácticamente todo el encuentro y en el resumen fue una farra que sirvió para volver a desnudar dos cosas. Y ahora de manera descarnada: el severo problema de finiquito que desde hace mucho rato padece el equipo nacional y que Guillermo Maripán —no tanto por sus dos penales como por su rendimiento— decrece jugando por la selección.

¿Qué se le puede reprochar a Lasarte en el desperdicio contra los bolivianos? Nada, salvo la responsabilidad de mando por haber empatado un partido que no tenía por qué igualar. Sí se le puede pedir (y cobrar después) que acentúe la mirada en la búsqueda del gol que su escuadra necesita con urgencia y también encontrar la seguridad defensiva que aún no sostiene con Maripán, quien aporta mucho en el rechazo defensivo y ofensivo, pero es muy lento en la vuelta de juego.
La Copa América es una buena oportunidad para seguir ensayando. Tal como lo anunció el entrenador, Chile se presenta con una mixtura de consagrados y de valores emergentes que en un par de años deben tomar el testimonio en la selección. Las expectativas son altas, por el aludido nivel que enseñó el equipo en sus dos últimas presentaciones, por el notorio repunte de los rendimientos individuales y porque la impresión generalizada es que la selección está en buenas manos, en las de Lasarte.

Felipe Vial

es el Editor de Deportes. Fue redactor en los diarios El Mercurio y La Época, en las revistas don Balón y El Gráfico; columnista de T13 Radio y Premio Nacional de Periodismo Deportivo 2014.

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