“A Tokio, a Tokioooo….”, cantan las chilenas sobre el césped del complejo Arslan Zeki Demirci de Antalya, el centro de entrenamientos del Emir Hotel del balneario turco que acogió de emergencia la definición por el último cupo del fútbol femenino a los Juegos Olímpicos.

No pudo ser en Chile, no pudo ser con público, no pudo ser en casa, pero la emoción brota como si estuvieran en la patria, como si los 13 mil kilómetros de distancia no importaran. El llanto se mezcla con las risas, con los abrazos tan reducidos y cuestionados en pandemia, con saltitos y cánticos que interrumpen entrevistas, fotos oficiales y más.

Qué importa.

El equipo de una de las tres mejores arqueras del mundo, Christiane Endler; de la “Jefa” Carla Guerrero, de Karen Araya, de Yessenia López, la “Paloma”, de la “Cote” Urrutia, de José Letelier y de todos los chilenos irá a los Juegos Olímpicos por primera vez en la historia del fútbol femenino.

Luego de un proceso que partió con miras a la Copa América de 2018, con el “Pulpo” asumiendo como técnico en 2016, después de un exitoso paso por Colo Colo, los hitos se fueron acumulando: segundo lugar en la Copa América, clasificación inédita a un Mundial adulto, primer triunfo en una cita planetaria y, ahora, el pasaje a los Juegos Olímpicos por el que tanto soñaron, corrieron y lloraron.

Ahí estarán. Por primera vez habrá un equipo femenino chileno marchando bajo los acordes del himno olímpico. Por primera vez habrá más mujeres que hombres en una delegación nacional. La selección de las primeras veces lo volvió a conseguir y nadie podrá discutirle nada.

“Ojalá no nos quedemos en esto, queremos que Chile siempre esté clasificando a los Mundiales y a los Juegos Olímpicos”, declaró Karen Araya en medio de los festejos.

El camino ya lo recorrieron ellas. Y lo dejaron marcado.

“Estoy feliz, emocionada, contenta. Estamos orgullosas de ser el primer equipo colectivo femenino que clasifica a unos Juegos Olímpicos y espero que sirva como impulso para que otras deportistas puedan llegar, que puedan tener una preparación tan buena como la que hemos tenido nosotras”, se sinceró Endler en la cancha.

“Uy, la verdad es que estoy muy feliz, no me cabe en el corazón. Estamos muy muy felices, todo lo que corrimos, todo lo que nos sacrificamos ahora ni siquiera lo siento, porque lo importante es que se logró el objetivo”, admitió Karen Araya, una de las que más corrió durante el partido.

Pero el mensaje no es solo futbolístico.

“Probamos que la mujer chilena es fuerte, capaz y que puede lograr todo lo que se propone”, lanzó Endler.

Y vaya qué razón tiene.

Con la desventaja luego de la derrota en el partido de ida, era lógico que Camerún buscara presionar más a Chile y tratar de inclinar la cancha hacia la portería de Christiane Endler.

Así fue y Chile soportó bien los embates africanos, que salvo por un par de remates de distancia que se fueron desviados o que controló la cuidavallas nacional, no hubo sustos en la primera mitad.

En la segunda parte el ritmo se intensificó y las grietas empezaron a aparecer, sobre todo por el sector diestro de la zaga. Ajara Nchout tuvo un remate que mordió el vertical y Endler tuvo que trabajar más; mientras que los ataques de Chile empezaron a ser cada vez más esporádicos, más allá de un par de balones detenidos.

Todo parecía mejorar con la expulsión de Brigitte Omboudou promediando la segunda parte, pero nada: el plan siguió igual, el partido se siguió jugando en el campo chileno y salvo por un cabezazo de Yessenia López desviado, no hubo grandes sustos para la zaga de las “Leonas Indomables”.

“Sabíamos que iba a ser un partido muy complejo. Nos costó mucho aguantar, pero las chicas corrieron mucho, siempre mantuvieron el orden defensivo y pudimos tener la pelota durante varios pasajes del partido”, comentó José Letelier, el guía del equipo en el último lustro.

El reloj se puso de parte de Chile, que aguantó los minutos finales sin mayores sobresaltos, hasta el pitazo final que desató el carnaval, los abrazos, las lágrimas y el pasaje histórico.

Imborrable.