Un final épico, con un diluvio arreciando sobre la cancha y los actores en Valdebebas. El Real Madrid con el pecho inflado, sacando lo mejor de la estirpe que lo engalana. Le ganó el clásico a Barcelona, repitiendo el golpe del Camp Nou (3-1 fue entonces para los blancos) y se posicionó transitoriamente en la cima de la Liga a la espera del juego del Atlético de Madrid en el fortín del Betis.

Semana perfecta para los de Zinedine Zidane, porque tras triturar al Liverpool desinflan a un equipo blaugrana, que venía intratable durante 2021 (invicto en la Liga, con 95% de rendimiento y una diferencia de 30 goles a favor). Y lo hizo con argumentos irrebatibles, mezclando dulzura y overol.

Los automatismos blancos hicieron la diferencia en el primer tiempo. Acertó Zidane, otra vez, alineando a Valverde, que dominó el carril derecho a su antojo hasta el descanso, restando brillo a Jordi Alba y gestionando el primer gol, que timbró Karim Benzema con una sutileza de potrero (14’), metiendo el taco ante la marca de Ronald Araujo después de un centro de Lucas Vázquez. El uruguayo incluso remató a un poste que pudo ser el 3-0 parcial.

El resto de los ajustes fueron obra del tridente de volantes blancos, allí donde Casemiro domina e intimida solo con su presencia como aquellos guardaespaldas con estampa de violentos. Luka Modric y Toni Kroos completan un bloque difícil de superar, porque juegan, presionan y siempre tienen el mapa certero del partido. Saben cuándo defender en bloque bajo y tienen el pie para filtrar pases en los últimos metros. Rentabilidad pura para una tesorería que acostumbra a tentarse con inversiones galácticas y desorbitadas, porque estos tres volantes costaron 66 millones de euros en total.

La fortuna tampoco ayudó al conjunto “culé”. Kroos puso el 2-0 pateando un tiro libre que rebotó en Dest y luego Jordi Alba fue incapaz de sacar en la línea de sentencia con un cabezazo (28’). Allí las piezas se ordenaron a favor del Madrid, porque el Barça adelantó líneas y Vinícius Junior quedó con metros para desatar su velocidad.

Ronald Koeman atinó a cambiar la suerte con Griezmann (salió Dest y se reordenó con línea de cuatro atrás), ante un rival que acumuló piernas cerca del arco de Courtois y se agazapó bajo un aguacero que incluyó viento y frío. Incluso la transmisión mostró al propio Lionel Messi (completó siete derbis sin anotar) incómodamente tembloroso antes de cambiar sus prendas empapadas en pleno partido.

El descuento de Mingueza, con un canillazo tras centro de Alba (60’), puso en jaque la jornada. Zidane agregó más suspenso, porque pensando en la revancha en Anfield retiró a Benzema, Kroos y Vinícius, dejando un bloque rocoso para aguantar el resultado.

“Físicamente el equipo está al límite, por eso los cambios, no podemos hacer tonterías. Tuvimos que sufrir, porque el Barcelona es un muy buen equipo. pero controlamos y merecimos la victoria”, justificó el técnico galo.

El final, como buen clásico, deparaba la discusión infinita: Mendy tomó en el área al ingresado Braithwaite, pero el juez Gil Manzano ignoró el penal. “Fue clarísimo, tenemos que aceptarlo y callarnos. No quiero decir que hemos perdido por el árbitro, pero sí hay jugadas que nos afectaron”, gimió Koeman. Casemiro pegó dos patadas en el epílogo y se fue expulsado y en la última jugada, en el cuarto minuto de agregado, el canterano Ilaix Moriba pegó un zapatazo al travesaño “merengue”. Épica blanca y llanto catalán. Así gana el Madrid.