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Los problemas de identidad de La Calera

El elenco "cementero" tiene opciones reales de pelearle el título a la UC y está en su mejor momento deportivo. Pero su presente está lleno de sombras: si llega a algún puerto la perezosa investigación por suplantación de identidad se certificaría una las mayores vergüenzas del fútbol nacional.
Foto: Photosport
Andrés Solervicens20 de enero, 2021
Un equipo chico, de provincia, está segundo en la tabla de posiciones. Y no es tan tirado de las mechas pensar en que puede truncar el camino al anunciado tricampeonato ante una menguante Universidad Católica.

Unión La Calera va por el título méritos futbolísticos tiene de sobra—, y en estos tiempos de vacas gordísimas no parece lógico que un seguidor de un club que ha habitado más años el Ascenso que Primera (con pasos por Tercera División incluidos) le encuentre algún pero a este momento excelso de la historia cementera.

Pero no se crea: los hay. “Devuelvan la insignia” es su lema, porque los dueños argentinos del club, sin avisar ni preguntarle a nadie, decidieron en 2018 cambiar el histórico escudo, creado un año después de su fundación en 1954. “Es para refrescar la imagen y separarla de los tiempos oscuros de Sergio Jadue”, justificaron los administradores ante las protestas populares.

Pamplinas. Jadue fue apenas un oscuro accidente en la rica historia calerana. El dirigente que le trajo negra e injusta fama a la comuna solo estuvo al mando de la institución entre 2009 y 2011, luego de que Tomás Serrano y su grupo se vieran forzados a dejar el club al estallar un escándalo bursátil que terminó con condenas por fraude.

No, La Calera es mucho más que Jadue. Fue la cuna de Elías Figueroa, el hogar de Osvaldo “Pata Bendita” Castro… un protagonista de larga data del fútbol nacional.

Y un club con profundas raíces en su comunidad, también, que lo apoyó hasta en sus peores momentos en el semiprofesionalismo de la Tercera División…

Increíblemente, hoy no existe una sede social en la ciudad. Parece una franquicia expropiada La Calera: el campo de entrenamiento está en Mantagua (a 45 kilómetros del estadio Nicolás Chahuán), los gerentes tienen una oficina en Concón y en esa misma comuna viven los futbolistas… hasta a los juveniles caleranos se los llevaron para allá.

Todo eso puede parecer irrelevante ahora que grandes refuerzos llegan por seis meses o un año, y que los técnicos rotan y el equipo siempre está arriba en la tabla. Pero no lo era cuando el club era sancionado por traer entrenadores sin licencia (Mario Pobersnik) o contrataba otros que no tenían idea, como Humbertito Grondona (2016). Y menos cuando estuvo en riesgo de bajar a Segunda Profesional (2017).

La Calera vive hoy su mejor momento deportivo, pero la óptica puede cambiar si llega a algún puerto la perezosa investigación por suplantación de identidad, un desaguisado que, de certificarse, entraría entre las mayores vergüenzas del fútbol nacional.

Ahí el problema ya no sería devolver la insignia, sino recuperar la dignidad.

Andrés Solervicens

es coordinador de Deportes El Mercurio. Egresado de la Universidad de Chile, trabaja desde 2000 en "El Mercurio". Fue enviado especial del diario a los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 y Río de Janeiro 2016, así como a Juegos Panamericanos, Grand Slams de tenis y fechas del Mundial de Rally, entre otros.

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