Una alimentación deficiente y un tratamiento poco oportuno de plagas son los principales factores que debilitan a las colmenas de abejas melíferas, particularmente, durante el otoño y el invierno, por lo que es clave que durante otoño-invierno reciban un fuerte aporte proteico y calórico, con el fin de entregarles la energía necesaria para extender su sobrevida.
“El estado nutricional de las abejas en la época invernal resulta fundamental para su etapa de polinización en los meses cálidos y una producción eficiente de miel”, dice Ociel Muñoz, director del Instituto de Ciencia y Tecnología de los Alimentos (ICYTAL) de la Facultad de Ciencias Agrarias y Alimentarias de la Universidad Austral de Chile.
Para lograrlo, se han desarrollado alimentos a partir de frambuesa y de maqui, suplementados con compuestos bioactivos que contribuyen a una disminución de la tasa de mortalidad de abejas melíferas que en la zona central se eleva a un promedio de 50% por año.
Para esto, se desarrollaron un total de cuatro alimentos —dos calóricos y dos proteicos—, imitando la composición nutricional de los alimentos normales que consumen las abejas, es decir, el “pan de abeja” (mezcla de miel, polen y enzimas de la saliva de las abejas).
“La composición este alimento (58.14% de carbohidrato) es muy similar a la composición del pan de abeja (53.47% de carbohidratos), este es una indicación de que el alimento es capaz de cumplir con los requerimientos energéticos de las abejas”, explica Olga García, ingeniera en alimentos de la Universidad Austral de Chile, quien estuvo a cargo del desarrollo y análisis de los alimentos.
De todas formas, tales preparaciones, están pensadas para complementar la dieta natural de las abejas.
“Los alimentos desarrollados no pretenden reemplazar la alimentación natural de las abejas, como néctar, polen o el pan de abeja, sino ser un alimento complementario que permita la sobrevida de la colmena”, dice Muñoz, quien además es el director del proyecto.
Los nuevos alimentos, dice el especialista, están dirigidos a etapas cruciales en el desarrollo y sobrevida de las abejas.
Mientras el alimento proteico está diseñado para la época otoño-invierno donde se necesita un mayor contenido de proteína para incentivar la postura de huevos y el crecimiento de las larvas de abejas, el calórico está diseñado para la época de fines de invierno donde las abejas necesitan mayor contenido de carbohidratos, ya que es en esta época cuando requieren altos niveles de energía para que ellas empiecen a recolectar néctar en las primeras floraciones al final de invierno e inicio de primavera.
“Para buscar su alimento la abeja viaja entre 2 a 4 km desde su colmena, lo que conlleva un gasto energético importante y que debe prontamente recuperar”, explica Muñoz.
Respecto a cuándo podría estar disponible este alimento a nivel comercial, el especialista dice que el proyecto está buscando empresas interesadas en elaborarlos comercialmente de cara al próximo invierno.
Dosificación por colmena
De acuerdo con los resultados experimentales alcanzados durante la evaluación de estos alimentos, tanto la comida calórica como proteica debe entregarse en porciones de 50g a 100g por colmena y por semana.
“Esta cantidad pueden variar dependiendo de las necesidades particulares de cada colmena y de las reservas de miel y pan de abeja que estén disponibles. Por tanto, es esencial un manejo adecuado de las colmenas por parte del apicultor, quien deberá determinar cuánto alimento es necesario para cada colmena”, dice Muñoz.
Respecto a la época ideal para brindar tales alimentos, los proteicos deberían entregarse en la época otoño-invierno, mientras que el calórico se debería entregar en las primeras floraciones al inicio de primavera.
Qué sucede con las abejas nativas
En Chile se han descrito más de 450 especies de abejas nativas, donde la mayoría tiene comportamientos semisociales, compartiendo superficies pequeñas para nidificar en el suelo.
En este sentido, el ciclo biológico y comportamiento social de las abejas nativas puede ser diferente entre las diversas especies existentes.
De todas formas, dice Muñoz, los alimentos desarrollados en el proyecto al estar basados en el “Pan de abeja”, que se obtiene de la mezcla del polen recolectado con miel, deberían ser aptos también para las especies nativas.
“Presumo que los alimentos desarrollados en este proyecto deberían cumplir con los requerimientos nutricionales de las abejas nativas”, concluye Muñoz.