Los sustratos son fundamentales para que los viveros alcancen su objetivo de producir plantas de buena calidad, debido a que son capaces de crear un ambiente nutritiva y químicamente estable para el cultivo, permitir el correcto anclaje y protección de su sistema radical y mejorar la retención de agua, entre otras cosas.
“Sin sustratos apropiados, no hay producción de plantas en contenedor en viveros frutales, ni en plantineras de hortalizas y forestales”, asegura María Eugenia Arévalo, asesora técnica de la Asociación de Viveros de Chile (AGV).
A pesar de que en el mercado existen un sinfín de opciones que pueden ser utilizadas como sustrato para la producción de plantas, en los últimos años los viveros han tendido a trabajar con determinados materiales limpios desde su origen, los cuales, además de no ser tan invasivos con el medio ambiente y ayudar a un mejor desarrollo de la planta —especialmente a nivel de desarrollo de raíces—, aumentan el potencial sanitario del producto final.
Así, por ejemplo, en el caso de los sustratos orgánicos —cualquier material vegetal compostado—, poco a poco han empezado a ganar terreno materiales como la turba, la fibra de coco, las cortezas de pino, y residuos de la producción del vino y del aceite de oliva, entre otros.
En el caso de los sustratos inorgánicos —materiales inertes con nula o muy baja capacidad de intercambio catiónico y pH neutro—, la tradicional arena ha empezado a ser reemplazada por materiales como la perlita. Otros sustratos inorgánicos cada vez más usados son la vermiculita y la lana de roca.
“En la producción en contenedores de mayor volumen, para la producción de plantas frutales y vides, se privilegia el uso de fibra de coco y residuos vegetales compostados. La turba y la fibra de coco son importantes componentes orgánicos en plantineras y viveros proveedores de portainjertos para frutales. Estas mezclas, a su vez, se complementan con materiales inorgánicos como perlita y vermiculita”, afirma María Eugenia Arévalo.
Según Andrés Puebla, asesor experto en frutales de Consultas Agrícolas, el uso de estos sustratos más nuevos, además de ayudar a tener un producto de mejor calidad, permite que los productores puedan hacer un mejor manejo de las plantas, facilitando el trasplante.
“Dependiendo de la mezcla que se utilice, pueden tener un menor peso y contar con un pan de suelo con mejor consistencia que no se desarme y deje las raíces expuestas”, indica.
En entredicho
La turba, el sustrato orgánico más utilizado en el mundo, destaca por ser un excelente material para ser usado en la producción de plantas, ya que tiene una descomposición lenta y un alto contenido de lignina.
Sin embargo, su uso está en entredicho, debido a que obtenerla implica un importante daño a los ecosistemas y el medio ambiente.
“La operación devasta los primeros perfiles de suelo, aunque se diga lo contrario. Esto genera un daño tremendo, ya que es ahí donde se contiene una alta cantidad de materia orgánica y funciones súper ligadas al ecosistema”, explica Martín Harvey, asesor experto en hortalizas, quien hace años trabajó en una empresa que comercializa sustratos y tuvo la posibilidad de conocer el proceso de extracción de la turba en Canadá y Estonia.
De hecho, en la actualidad existe un proyecto de ley, fruto de una moción parlamentaria, cuyo objetivo original era proteger las turberas de la zona sur del país de la sobre extracción, pero que después de su segundo trámite en la Cámara de Diputados derivó en la prohibición total de extracción, e incluso de la importación de turba y su comercialización.
Para los expertos esto significa un tremendo problema, sobre todo si se considera el hecho de que el principal soporte de los productores de plantas y propagadores nacionales es la turba importada de países de la Unión Europea, Estados Unidos y Canadá.
“Las normas de extracción en esos países son rigurosas y permiten la conservación de este recurso. Por otra parte, el efecto de prohibir la importación de turba puede llegar a causar un daño económico sin precedentes a la agricultura, afectando directamente la producción de plantines de hortalizas y aumentando considerablemente costos de producción. La producción de fruta, industria que se nutre de los viveros, también se vería afectada por los cambios que afectarían la disponibilidad de plantas. La protección ambiental de las turberas es necesaria, pero no debe ser el argumento en que se base la prohibición de importación de este fundamental insumo para propagadores en Chile”, señala María Eugenia Arévalo.
Cada vez más protagonistas
Por otra parte, uno de los insumos orgánicos que más ha ganado terreno como sustrato en los últimos años, especialmente en los viveros que producen plantas frutales, es el sustrato de coco (mal llamado fibra de coco), un residuo que se obtiene de los frutos de coco y que, entre otras cosas, propicia la conductividad eléctrica y regula los niveles de pH del suelo.
“En Chile ha habido un significativo desarrollo en el manejo de medios de propagación, incorporando la fibra de coco, a través de investigación en desarrollo aún en la actualidad. Esto ha permitido mejorar la calidad de las mezclas y, en consecuencia, llenar el contenedor de raíces, lo que por ende lleva a disminuir el volumen de este, aumentando la eficiencia de la producción”, sostiene María Eugenia Arévalo.
Martín Harvey, por su parte, dice que, en el caso de las hortalizas, la utilización de fibra de coco es capaz de generar muy buenos resultados a la hora de producir plantas.
“Al ser usada en conjunto con otros elementos tecnológicos como portainjertos, permite mejorar los rendimientos productivos en el campo. Así, por ejemplo, en cultivos como el tomate me ha tocado ver rendimientos que aumentan de manera importante, superando los 200 mil kg/ha”, afirma.
Sin embargo, su alto costo hace que no sea muy utilizada en hortalizas.
“En ese caso, la turba y la vermiculita también son buenas opciones desde el punto de vista del costo”, dice Martín Harvey.
Cabe destacar que el sustrato de coco está compuesto por distintas proporciones de chips y fibra (larga y corta), dependiendo de las necesidades del productor. Así, por ejemplo, si se necesita una bolsa de sustrato que drene mucha agua, lo mejor será contar con una mayor proporción de chips que de fibra. Al contrario, si lo que se busca es tener una mayor retención del agua, lo mejor será tener un material con mayor contenido de fibra que de chips.
Otros materiales que han ganado terreno en la elaboración de los medios de propagación en viveros en las diferentes especies son los compost de corteza de pino y de otros residuos vegetales.
“La corteza de pino, por ejemplo, corresponde a desechos de la industria forestal, y debido a su alta acidez solo puede ser usada como sustrato en determinadas especies, como el arándano”, comenta Andrés Puebla.